Binyavanga Wainaina
(Kenia, 1971) Director del suplemento literario “Kwani?”, el cual fundó tras ganar el prestigioso premio Caine en 2002
con la novela “Discovering Home”. Colabora habitualmente en diversos medios
escritos de África, Inglaterra y Estados Unidos. En los últimos años se ha
dedicado al estudio de la música y las raíces africanas, a la vida docente en
universidades de Kenia y Estados Unidos y a promocionar su novela "Algún día escribiré sobre África", entre otras cosas.
El escritor y periodista keniata
Binyavanga Wainaina escribió esta sátira en 2005 para la revista británica
Granta, reproducida en 2009 por Africana noticias en castellano. A pesar del
paso del tiempo, el texto es actual y el humor del autor de la novela
“Discovering Home” sigue vigente.
Cómo escribir acerca de África | Binyavanga Wainaina
Usa siempre la palabra ‘África’, ‘oscuridad’ o ‘safari’ en el
título. Los subtítulos deberían incluir las palabras ‘Zanzíbar’, ‘masai’,
‘zulu’, ‘Zambezi’, ‘Congo’, ‘Nilo’ ‘grande’ ‘cielo’, ‘tambores’, sol o
‘Bygone’. También son útiles palabras como ‘guerrillas’, ‘sin tiempo’,
'Primordial' y 'Tribal'. Ten en cuenta que la palabra ‘gente’, significa
africanos que no son negros, mientras que ‘el pueblo’, significa africanos
negros.
Nunca pongas la imagen de un africano de clase media en la
portada de tu libro, ni dentro, a no ser que haya ganado un Premio Nobel. Un
AK-47, costillas prominentes, pechos desnudos: utiliza éstas. Si tienes que
incluir a un africano, asegúrate de que consigues a uno vestido con ropas
zulúes o masais.
En tu texto, trata a África como si fuera un solo país. Hace
calor y es polvoriento, lleno de praderas onduladas y enormes manadas de
animales junto a gentes altas, delgadas y famélicas.
También puede ser caluroso y húmedo, con gente muy pequeña
que come primates. No te enredes con detalles y descripciones precisas. África es grande: 54 países y 900 millones de
personas que están demasiado ocupadas pasando hambre, muriendo, guerreando y
emigrando para leer tu libro. El continente está lleno de desiertos, junglas,
montañas, sabanas y muchas otras cosas, pero a tus lectores no les interesa
eso, así que mantén las descripciones románticas, evocadoras y no
particularices.
Asegúrate de que muestras cómo los africanos tienen la música
y el ritmo profundamente arraigados en sus almas y comen cosas que ningún otro
humano come. No menciones el arroz, la ternera y el trigo; el cerebro de mono
es el preferido en la cocina africana, junto a la cabra, la serpiente, los
gusanos, las larvas y todo tipo de carne de caza. En tu texto, asegúrate de
demostrar cómo fuiste capaz de comer dicha carne sin estremecerte y, por
supuesto, describe cómo aprendiste a apreciarlo, porque África te importa.
Temas tabú: escenas ordinarias de la vida cotidiana, amor
entre africanos (a no ser que esté relacionado con una muerte), referencia a
escritores africanos o intelectuales, la mención de niños que van al colegio y
que no sufren virus, ni ébola ni mutilación genital femenina.
A lo largo de todo el libro, adopta un tono triste del tipo
de ‘yo esperaba tanto’. Deja claro desde el principio que tu liberalismo es
impecable y, desde la primerísima página, establece cuánto amas África, cómo
estás enamorado del lugar y cómo nunca más podrás vivir sin él. África es el
único continente que puedes amar, aprovecha esto.
Si eres un hombre, deja que te envuelva en sus cálidos
bosques vírgenes. Si eres una mujer, trata a África como un hombre que viste
una chaqueta de camuflaje y desaparece al atardecer. África está ahí para ser
objeto de pena, de idolatría o de dominación. Tomes el ángulo que tomes,
asegúrate de dejar la fuerte impresión de que sin tu intervención y tu
importante libro, África estaría condenada.
Tus personajes africanos deben incluir: guerreros desnudos,
sirvientes leales, adivinos, videntes y viejos hombres sabios viviendo en su
hermético esplendor. La otra opción es hablar de políticos corruptos, guías de
viaje ineptos y polígamos y prostitutas con las que te has acostado.
El Sirviente Leal siempre se comporta como un chiquillo de
siete años y necesita una mano firme; se asusta de las serpientes, es bueno con
los niños y siempre te envuelve en sus complejos dramas domésticos.
El Anciano Hombre Sabio proviene siempre de una tribu noble
(no de tribus avariciosas como los Gikuyu, los Igbo o los Shona). Tiene ojos
llorosos y está cercano a la Madre Tierra.
El africano moderno es un hombre gordo que siempre roba y
falsifica visados en la oficina, se niega a dar permisos de trabajo a los
occidentales cualificados que de verdad se preocupan por África, es un enemigo
del desarrollo y siempre utiliza su puesto gubernamental para dificultar el
trabajo a los pragmáticos expatriados de buen corazón que quieren poner en
marcha ONG o Áreas de Conservación. O bien es un intelectual educado en Oxford
que se ha convertido en un político asesino en serie, vestido con trajes de
marca. Es un caníbal al que le gusta el champagne y su madre es una
médico-hechicera, que es quien realmente dirige el país.
Entre los personajes no puede faltar la Africana Hambrienta,
que vaga por el campo de refugiados prácticamente desnuda y espera la
benevolencia de Occidente. Sus hijos tienen moscas alrededor de los ojos y
tripas hinchadas. Sus pechos están planos y vacíos. Debe aparecer como una
mujer completamente indefensa. No debe tener pasado ni historia; estas pequeñas
diversiones arruinan el dramatismo del momento. Los gemidos y las quejas son
buenos. Nunca debe contar nada acerca de ella misma, excepto para hablar de su
(indescriptible) sufrimiento.
Asegúrate también de incluir una adorable mujer con aspecto
maternal que tiene una risa contagiosa y que se preocupa por ti. Simplemente
llámala Mama. Sus hijos son todos unos delincuentes.
Estos personajes deben revolotear alrededor de tu héroe
principal, sirviendo para su lucimiento personal. Tu héroe puede enseñarles,
bañarlos, alimentarlos; lleva a cuestas a montones de niños y ha visto de cerca
la Muerte.
Tu héroe eres tú (si se trata de un reportaje), o una gran
celebridad o aristócrata internacional, bella y trágica, que ahora se preocupa
por los animales (si se trata de ficción).
Entre los que hacen el papel de malo de los occidentales,
incluye a los ministros de los gabinetes Tory, a los afrikáner y a los
empleados del Banco Mundial. Cuando hables de la explotación de África por los
extranjeros, menciona a los comerciantes chinos e indios. También culpa a
Occidente por la situación de África, pero no seas demasiado específico.
Hablar generalizando es bueno. Evita que los personajes
africanos se rían o luchen para educar a sus hijos. O mejor, simplemente evita
representarlos en circunstancias mundanas. Los personajes africanos deberían
ser coloridos, exóticos, más grandes que la vida, pero vacíos por dentro, sin
diálogo, sin conflictos o resoluciones en sus historias, sin profundidad o
rarezas que confundan la causa.
Describe en detalle los pechos desnudos (jóvenes, viejos,
recientemente violados, grandes, pequeños) o genitales mutilados. O cualquier
tipo de genitales. Y cadáveres. O, mejor, cadáveres desnudos. Especialmente,
cadáveres desnudos pudriéndose.
Recuerda, cualquier trabajo en el que la gente aparezca
mugrienta y miserable será alabado como la ‘Africa real’, y eso es precisamente
lo que tú quieres que ponga en contraportada de tu libro. No sientas malestar
por esto: estás intentado ayudarles para conseguir ayuda de Occidente. El mayor
tabú a la hora de escribir sobre África es describir o mostrar a la gente
blanca sufriendo y moribunda.
Los animales, por otra parte, deben ser tratados como
caracteres complejos, bien fundamentados. Los animales hablan (o gruñen
mientras mueven sus melenas orgullosamente) y tienen nombres, ambiciones y
deseos. Además, también tienen valores familiares: mira cómo los leones enseñan
a sus hijitos.
Los elefantes son bondadosos y comprensivos, así como buenos
feministas o dignos patriarcas. También los gorilas. Nunca, nunca se te ocurra
decir nada negativo acerca de un elefante o un gorila. Los elefantes pueden
atacar las propiedades de la gente, destrozar sus cosechas e incluso matarlos.
Pero tú ponte siempre del lado de los elefantes.
Los grandes felinos tienen acento de colegio público. A las
hienas les gusta el juego limpio y tienen un cierto acento del Medio Este.
Cualquier tipo de africano que vive en la jungla o el desierto deber ser
retratado con buen humor (a no ser, claro, que entre en conflicto con un
elefante o un chimpancé, en cuyo caso será el mismísimo diablo).
Después de los activistas célebres y los trabajadores
humanitarios, los conservacionistas son la gente más importe de África. No los
ofendas. Necesitas que te inviten a su rancho de 30.000 acres o área de
conservación-, y esta es la única manera en la que conseguirás entrevistar al
célebre activista.
A menudo, una portada con un heroico conservacionista en ella
funciona a las mil maravillas para las ventas. Cualquier blanco bronceado que
vista de khaki y que alguna vez en su vida haya tenido un antílope como mascota
o una granja es un conservacionista, uno que está preservando la rica herencia
africana.
Cuando lo entrevistes, nunca le preguntes cuántos fondos
tiene; no le preguntes cuánto dinero gana con su reserva y mucho menos cuánto
paga a sus empleados.
Los lectores se verán desencantados si no mencionas la luz en
África. Y los atardeceres, claro. Los atardeceres son una obligación. En ellos
el sol siempre es grande y rojo. Siempre hay un enorme cielo. Los espacios
salvajes y enormes son críticos en África, África es la tierra de los Espacios
Salvajes y Enormes.
Cuando escribas sobre la difícil situación de la flora y la
fauna, asegúrate de mencionar que África está sobrepoblada. En cambio, cuando
tu protagonista se encuentre en un desierto o una jungla viviendo con nativos
(recuerda, cualquiera que sea bajito), está permitido mencionar que África ha
sido severamente despoblada debido a las Guerras y el Sida (usa mayúsculas).
Para ir terminando, siempre necesitarás un club nocturno
llamado Tropicana donde mercenarios, diabólicos nuevos ricos africanos,
prostitutas, guerrilleros y expatriados salen juntos por las noches. Por fin, termina siempre tu libro citando a
Nelson Mandela diciendo algo acerca del arcoiris y renacimientos. Porque a ti
te importa África.
Artículo publicado originalmente en el nº 92 de la revista Granta (2005)
Presentación sobre Kenia: El mundo de Binyavanga Wainaina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.