POESÍA Y DRAMA EN LA
VIDA DE FEDERICO GARCÍA LORCA
Esta noche nos convoca Federico García Lorca, el famoso poeta
y dramaturgo nacido en Fuente Vaqueros, Granada, España, el 5 de junio de 1898,
y asesinado, a manos de las fuerzas nacionalistas de Franco, al comienzo de la
Guerra Civil Española, cerca de su ciudad natal el 19 de agosto de 1936.
“Su sonrisa era mágica y morena, y traía la felicidad”. Así
le evocaba Pablo Neruda, quien advertía contra los homenajes porque al hablar
de Federico era necesario hablar de la inmortalidad de la alegría. Rasgo que parece
ser uno de los signos distintivos del poeta español, en lo que coinciden todos
aquellos que le conocieron: la alegría como centro de la existencia, la
celebración de la belleza, de la escritura y la amistad. Vicente Aleixandre lo
recordaba así, pero advertía que, a veces, se quedaba serio, con los grandes
ojos negros sin mirar hacia ningún sitio, envuelto en un denso halo de
melancolía.
Su creación literaria se fundamenta en la exploración de múltiples
registros, en el uso de materiales vanguardistas y populares como base para una
voz lírica personal, irrepetible.
Como poeta, su reputación nace con Romancero Gitano (publicado
en 1928), continúa con Poema de Cante Jondo (aparecido en
1931) y Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (de 1935). Obras que
despliegan con magnífica riqueza el mundo andaluz, con pizcas de humor y un
copioso imaginario que incluye un mundo cuasi-primitivo y mítico. Además del
trasfondo flamenco, el sentido rítmico-lingüístico de su literatura es
fascinante.
Su Romancero gitano emplea leyendas
andaluzas populares, además de una nutrida serie de figuras del lenguaje como
metáforas y símbolos donde se despliegan lunas, colores, caballos, peces, agua,
para transmitir sentimientos ambivalentes de amor y muerte.
De ahí la figura:
La luna vino a la
fragua
con su polisón de
nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está
mirando.
De ahí el erotismo:
Aquella noche corrí
el mejor de los
caminos,
montado en potra de
nácar
sin bridas y sin
estribos.
Poema del cante jondo que, mediante la unidad temática, formal, conceptual
y la expresión de los sentimientos, debida en parte a su inspiración
folclórica, describe la lírica neopopularista de la Generación del 27.
Oímos con Federico:
Empieza el llanto
de la guitarra.
Se rompen las copas
de la madrugada.
Empieza el llanto
de la guitarra.
Es inútil callarla.
Es imposible
callarla.
En el año de 1934 fallece su amigo torero Ignacio Sánchez
Mejías durante una corrida. Inspirado en este dramático suceso, Federico
compone su elegíaco Llanto por Ignacio Sánchez Mejías.
Así llora el poeta:
A las cinco de la
tarde.
Eran las cinco en punto
de la tarde.
Un niño trajo la blanca
sábana
a las cinco de la
tarde.
Una espuerta de cal ya
prevenida
a las cinco de la
tarde.
Lo demás era muerte y
sólo muerte
a las cinco de la
tarde.
Del mismo tenor hispánico y popular resultan los Seis
poemas gallegos escritos en 1935.
Un homenaje a Galicia desde donde Federico canta:
Por las calles
infinitas
los gallegos paseaban
soñando un valle
imposible
a la orilla de la
pampa.
Cabe mencionar que sus poemas inaugurales quedan reunidos en
su Libro
de poemas, del año 1921.
Ahí nos dirá, susurrando a Gerardo Diego:
Pero ¿qué voy a decir
yo de la Poesía? ¿Qué voy a decir de esas nubes, de ese cielo? Mirar, mirar,
mirarlas, mirarle, y nada más. Comprenderás que un poeta no puede decir nada de
la Poesía. Eso déjaselo a los críticos y profesores. Pero ni tú ni yo ni ningún
poeta sabemos lo que es la Poesía.
Luego de estudiar en su país natal, realiza un viaje a
Estados Unidos y a Cuba. De esta época data la compilación de poemas publicada
bajo el nombre Poeta en Nueva York (escrito entre 1929 y 1930 pero publicado
de manera póstuma en 1940). La visión crítica del mundo irrumpe en la poética
de Lorca a través de sus ambiguos y deliberadamente disonantes poemas de
influencia surrealista:
Esta es la voz de Lorca, que mira:
La nieve de Manhattan
empuja los anuncios
y lleva gracia pura por
las falsas ojivas.
Sacerdotes idiotas y
querubes de pluma
van detrás de Lutero
por las altas esquinas.
Es después de sus Poemas en prosa, que nace ese
revolucionario ciclo en que el escritor toma partido por las víctimas de la
dominación capitalista sin dejar de lado sus preocupaciones individuales.
Escuchemos a Federico:
Santa Lucía fue una
hermosa doncella de Siracusa.
La pintan con dos
magníficos ojos de buey en una bandeja.
Sufrió martirio bajo el
cónsul Pascasiano, que tenía los bigotes de plata y aullaba como un mastín.
[…]
Ella demostró en la
plaza pública, ante el asombro del pueblo, que mil hombres y cincuenta pares de
bueyes no pueden con la palomilla luminosa del Espíritu Santo. Su cuerpo, su
cuerpazo, se puso de plomo comprimido. Nuestro Señor, seguramente, estaba
sentado con cetro y corona sobre su cintura.
Es Diván del Tamarit, finalizado en
1934 pero publicado después del fatídico 1936, donde con sus casidas árabes y
en sus gacelas, le canta a los poetas árabes de Granada.
Dice así Lorca:
Por las ramas del
laurel
vi dos palomas oscuras.
La una era el sol,
la otra la luna.
«Vecinita», les dije,
«¿dónde está mi
sepultura?»
«En mi cola», dijo el
sol.
«En mi garganta», dijo
la luna.
Son sus Sonetos del amor oscuro, escritos
durante sus últimos años de vida, los que manifiestan un desgarramiento
personal no exento de erotismo.
Siente Lorca:
Quiero llorar mi pena y
te lo digo
para que tú me quieras
y me llores
en un anochecer de
ruiseñores
con un puñal, con besos
y contigo.
Como dramaturgo, escribió obras tempranas con claras
implicaciones sociales como Mariana Pineda (publicada en 1928) y
una cómica invención dramática llamada La zapatera prodigiosa (cuya primera
redacción data del año 1930, aunque fue ampliada en 1935). Su interés por el
teatro popular le dio reputación de “escritor izquierdista”, lo que contribuyó
a preparar el escenario de su muerte.
El primer gran éxito de Federico es Mariana Pineda, romance popular
en tres estampas. Estrenada en el año de 1927, cuenta la vida de la
heroína del mismo nombre, que fue condenada a muerte por bordar una bandera
liberal. Es, por tanto, un drama histórico en cuanto a la anécdota inicial.
Pero Lorca, partiendo de ella, elabora una historia en la que la libertad se
mezcla con el amor. Construye un triángulo amoroso: Mariana está enamorada del
liberal Pedro Sotomayor y éste le corresponde, pero ama más a la libertad; por
su parte, Pedrosa, el hombre de la ley, está enamorado a su vez de Mariana. Al
saber éste último que no es correspondido y que la heroína ama a otro, la aprehenderá
con la excusa de la bandera y la llevará al cadalso.
Ahí escuchamos:
¡Yo soy la libertad
porque el amor lo quiso!
¡Pedro! La libertad por la cual me dejaste.
¡Yo soy la libertad
herida por los hombres!
¡Amor, amor, amor y
eternas soledades!”
Por su parte, La zapatera prodigiosa, farsa violenta
en dos actos, se ambienta en un escenario de Andalucía donde se entretejen imaginación
y realidad mediante el procedimiento
conocido como “puesta en abismo”, es decir, el teatro dentro del teatro. Un
zapatero se va de su casa porque no tolera seguir soportando a su hermosa pero
egocéntrica esposa. Dispuesto a recuperar su matrimonio, se disfraza de
titiritero y representa su propia vida marital en el tablado de una cantina. La
zapatera, que asiste al espectáculo, se emociona y jura mantener la lealtad a
su marido zapatero, quien en ese momento descubre su identidad. Desde entonces,
ambos inician una nueva vida de amor conyugal.
Desde dentro las voces cantan:
Quién te compra
zapatera
el paño de tus vestidos
y esas chambras de
batista
con encajes de
bolillos.
Ya la corteja el
alcalde,
ya la corteja don
Mirlo.
Zapatera, zapatera,
¡zapatera te has
lucido!
Su prestigio como escritor de teatro, sin embargo, descansa
fundamentalmente en tres famosas tragedias: Bodas de sangre (1935), Yerma
(1937) y La casa de Bernarda Alba (publicada póstumamente en Buenos
Aires en 1940). En estas tragedias aparecen temáticas vinculadas con las
imágenes recurrentes de su Romancero gitano: el poder de
fuerzas no identificadas asociadas a la tierra, la sangre, el sexo, el agua, la
fertilidad e infertilidad, la muerte y la luna, que parecen incidir de forma permanente
en los personajes.
Después de mucho haber viajado y vivido durante largos
períodos en Madrid, Federico recordaría cómo afectaba a su obra el ambiente
rural; lo expresa así: “Amo a la tierra. Me siento ligado a ella en todas mis
emociones. Mis más lejanos recuerdos de niño tienen sabor de tierra. Los bichos
de la tierra, los animales, las gentes campesinas, tienen sugestiones que
llegan a muy pocos. Yo las capto ahora con el mismo espíritu de mis años
infantiles. De lo contrario, no hubiera podido escribir Bodas de sangre.”
Se sabe que su argumento está inspirado en hechos reales: una
novia es raptada por su viejo amante el día de su casamiento y el fallido
marido se venga asesinándolos.
La estructura coral de esta obra es un homenaje a la tragedia
griega, cuyos cantos solemnes eran empleados como comentarios a la acción
dramática.
De la misma manera, Lorca introduce el coro de leñadores:
Ahora la estará
queriendo.
El cuerpo de ella era
para él y el cuerpo de él para ella.
Los buscan y los
matarán.
Pero ya habrán mezclado
sus sangres y serán como dos cántaros vacíos, como dos arroyos secos.
Hay muchas nubes y será
fácil que la luna no salga.
El novio los encontrará
con luna o sin luna. Yo lo vi salir. Como una estrella furiosa. La cara color
ceniza. Expresaba el sino de su casta.
Su casta de muertos en
mitad de la calle.
¡Eso es!
¿Crees que ellos
lograrán romper el cerco?
Es difícil. Hay
cuchillos y escopetas a diez leguas a la redonda.
Él lleva buen caballo.
Pero lleva una mujer.
Publicada en 1934, Yerma, narra la historia de una
campesina, frustrada por no poder engendrar hijos con su marido, Juan. La obra
explora el conflicto interno de una mujer casada que anhela y busca
infructuosamente ser madre, para sentirse una mujer completa. La tragedia de la
protagonista es anunciada por su nombre y materializada por la posible
esterilidad de su pareja. Juan, su esposo, no puede ni quiere engendrar hijos.
El hecho de que Yerma mate a su marido, por impotencia, hace oficial su
realidad y su tragedia.
Nuevamente aparecen coros en esta historia, repartidos entre
las lavanderas y las vecinas, que hablan acerca de los sentimientos de la
protagonista y comentan la ceremonia efectuada en la romería.
Así, canta el coro:
¡Ay qué blanca
la triste casada!
¡Ay cómo se queja entre
las ramas!
Amapola y clavel serás
luego,
cuando el Macho
despliegue su capa.
Si tú vienes a la
romería
a pedir que tu vientre
se abra,
no te pongas un velo de
luto,
sin dulce camisa de
holanda.
Pocos días antes de morir –en el año 1936– Lorca coloca el
punto final a su obra cumbre, La casa de Bernarda Alba. La
califica como un "drama de mujeres en los pueblos de España" en el
que exhibe la cruda dominación que una madre impone a sus hijas durante el
duelo por el padre muerto.
El conflicto se desata cuando las hijas se enamoran del
pretendiente de la hija mayor, y la menor se atreve a mantener una relación
sexual con el mismo. Apenas Bernarda conoce la violación de las reglas morales
y maternas, endurece su tiranía doméstica y simula haber asesinado al
pretendiente por sus propias manos. La hija pequeña reacciona ahorcándose y,
desde entonces, el resto de las hermanas harán de su existencia una muerte en
el vida.
Desde ahí nos pega la sentencia de Bernarda:
Aquí se hace lo que yo
mando. Ya no puedes ir con el cuento a tu padre. Hilo y aguja para las hembras.
Látigo y mula para el varón.
Mientras Adela grita:
Ya no aguanto el horror
de estos techos después de haber probado el sabor de su boca. Seré lo que él quiera
que sea. Todo el pueblo contra mí, quemándome con sus dedos de lumbre,
perseguida por los que dicen que son decentes, y me pondré delante de todos la
corona de espinas que tienen las que son queridas de algún hombre casado.
Los tópicos recurrentes en la poesía y drama lorquianos son
la libertad, el amor y –especialmente– el respeto y la admiración por la
naturaleza femenina. En sus inicios, el romanticismo y la ambientación de su
drama han sido asimilados al teatro decimonónico, aunque es preciso señalar que
Lorca logra desarrollar un estilo propio fácilmente identificable: no se trata
de una mera imitación sino de verdadera creación.
El universo lorquiano revela una intensa capacidad creativa
para combinar géneros: la lírica y el teatro, como había hecho Calderón de la
Barca durante el Siglo de Oro. Su técnica y su poder de expresión son
perfectos.
Federico se preocupa por desmantelar permanentemente una
falsa moral burguesa y, de manera subliminal, plantea la necesidad de
establecer un lazo más auténtico entre los sexos, poniendo en primer lugar un
erotismo sin tabúes.
En relación a los temas y subtemas, el amor aparece en primer
plano, y se muestra como un producto cósmico, pansexual. Subtemas derivados son
la infancia, la esterilidad y la muerte.
El teatro lorquiano es un paradigma de la experimentación que
abogó por la libertad en todos sus órdenes: el individual, el moral, el sexual
y el político. Y este “atrevimiento”, lamentablemente, lo pagó con la vida.
En sus poemas y en sus dramas se revela como agudo observador
del habla, de la música y de las costumbres de la sociedad rural española. Una
de las peculiaridades de su obra es cómo ese ambiente, descrito con exactitud,
llega a convertirse en un espacio imaginario donde se da expresión a todas las
inquietudes más profundas del corazón humano: el deseo, el amor y la muerte, el
misterio de la identidad y el milagro de la creación artística.
Sus teorías acerca del proceso de
creación aparecen plasmadas en una conferencia titulada "El teatro y la teoría
del Duende", primero dictada en Buenos Aires y luego en La Habana, en el
año de 1933. En ella, Lorca defiende la idea de que el gran arte depende de un
conocimiento cercano de la muerte, de la conexión con los orígenes de una
nación y de un reconocimiento de las limitaciones del raciocinio.
Cuando la Guerra Civil se desató en el año 1936, García Lorca
partió de Madrid a Granada, aunque era consciente de que de esa manera estaba
viajando hacia su muerte, porque era una ciudad conocida por tener la
oligarquía más conservadora de Andalucía. García Lorca y su cuñado, que era el
alcalde socialista de Granada, pronto fueron arrestados. Los asesinó la milicia
de la Falange el 19 de agosto de 1936 y los echó en una tumba sin nombre entre
los pueblos de Víznar y Alfacar, cerca de Granada.
Existe una gran controversia acerca de los motivos y detalles
de la muerte del poeta. El dossier compilado a pedido de Franco todavía no ha
sido difundido públicamente.
El régimen franquista censuró la difusión de sus creaciones
hasta que en el año 1953 se publicaron las Obras completas. Sin embargo, en esa
primera versión no se incluyeron sus Sonetos de Amor Oscuro, escritos en
noviembre de 1935 para sus amigos íntimos. Estos estuvieron “perdidos” hasta
1984, cuando finalmente fueron publicados.
Sólo después de la muerte de Franco, ocurrida en 1975, vida,
obra y muerte de García Lorca pudieron ser abiertamente discutidas en España.
Su vida se encontró señalada por el fragor de una historia cambiante
y turbulenta. Nació en 1898, el año de las voces de Baroja, Azorín, Unamuno,
Antonio Machado y Valle-Inclán; el año en el que España perdió sus colonias.
Federico fue asesinado en 1936, cuando su país se hundía en la pesadilla de la
guerra civil. Entre esas dos fechas Lorca protagonizó una aventura personal y
estética en la que la poesía y el teatro en lengua española tuvieron en él a
uno de sus máximos exponentes. Sabemos de su pertenencia a la llamada
Generación del 27, de su amistad con Dalí, Buñuel, Falla o Neruda y de sus años
en la Residencia de Estudiantes de Madrid; de sus proyectos de difusión del
teatro con La Barraca, de su pasión por el dibujo y por la música, que tanto
influyó en su creación artística.
García Lorca construyó un universo propio, un cosmos
imaginario lleno de pasiones, tensión verbal, vibraciones simbólicas que
permitieron que aún hoy su escritura sea referencia en el mundo entero.
Fue una de las figuras centrales de una España prometedora y
viva que se vio truncada por la guerra. Como él mismo dijo de su amigo Ignacio
Sánchez Mejías “Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un andaluz tan
claro, tan rico de aventura”.
Tardanza que ve el llanto oído por Machado:
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
... Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.
Muchas gracias.
Febrero de 2013.
Dejo dos presentaciones acerca de Federico García Lorca:
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