El azufre, la sal y el mercurio de los alquimistas representan los distintos elementos de la psique humana. De la misma forma el recipiente en el que se mezclan, conocido como Athanor, simboliza el propio hombre. Siguiendo este ejemplo el fuego en que se deposita, denominado "Incendium amoris", simboliza la fuerza transformadora del calor del amor espiritual. Durante el experimento veremos que las sustancias se vuelven, inicialmente, negras, es la putrefacción de la que hablan los místicos, el estadio de purificación; después se vuelve blanca y se transforma en plata, es el estadio de iluminación del alma; finalmente se vuelve roja y se transforma en el preciado metal del oro, un elemento que es más que un noble metal, es el oro espiritual, la conclusión de la Magnum Opus que corresponde al estado unitivo místico.
La simbología alquímica tiene un poderoso contenido espiritual. Esta simbología la encontramos en todos los alquimistas. Fulcanelli decía que "... el espíritu popular, impregnado por completo de misticismo oriental, se complacía en los jeroglíficos, el velo simbólico, la expresión alegórica". Pero se trata de una simbología que entraña un poderoso mensaje secreto, como aquel que un ángel en sueños, vestido de blanco, muestra a Nicolás Flamel un grueso libro de tapas de cobre al tiempo que le dice: "Mira este libro del que no comprendes nada, ni tú ni los demás. Un día verás en él lo que nadie puede ver".
En la alquimia el azufre, padre de los metales, es el elemento masculino, activo y fijo; el mercurio, que por su parte es la madre, es el elemento femenino, pasivo y volátil; y la sal o el arsénico se convierte en el Espíritu Universal, hijo de los dos primeros elementos.
El azufre y el mercurio, en el sentido alquímico, no tiene nada que ver con las sustancias químicas del mismo nombre, son pues principios, símbolos que se refieren principalmente metálica para el azufre, combustibilidad y color para el mercurio. En este contexto el tercer elemento no es otra cosa que el principal agente de la transmutación metálica.
El argot alquimista y el bestiario alquímico.
El argot alquimista también constituye todo un vocabulario cargado de simbolismo, así los alquimistas llaman magisterio a sus trabajos, habiendo el "magisterio" de los pesos para aumentar la tara de un cuerpo sin afectar su volumen; "magisterio" de la calidad, para purificar y limpiar el metal de todo lo nocivo; y el "magisterio" de los principios que permite conocer lo esencial de un cuerpo con la ayuda de la descomposición de este.
Por otra parte estará la gran obra alquímica que lleva a la fabricación de la piedra filosofal que transformará y transmutará; la putrefacción que hará que nazca un nuevo elemento partiendo del negro, pasando luego al verde y el amarillo, hasta llegar al blanco donde se alcanza la purificación. Así, al final del gran magisterio o quintaesencia, se puede preparar el polvo de proyección, que es el agente efectivo de la transmutación en oro o crisopeya.
En realidad todo el secreto de los alquimistas está en disolver y coagular, ya que en este proceso la materia se transforma gracias al fuego o los ácidos. Y donde la piedra filosofal es el agente de la transmutación de los metales por medio del polvo de proyección, el elixir de la larga vida es el agente de la transmutación del alquimista en inmortal. Porque la piedra y elixir son una misma cosa con formas diferentes
Hay un bestiario alquímico, ya que también los animales tienen un simbolismo destacado entre los alquimistas, así el cisne es símbolo de la Obra al blanco; el cuervo, símbolo de la Obra al negro o en estado de putrefacción; el pavo real, es el estado de la materia de la Obra en el momento en que los colores de la cola del pavo real se manifiestan en la superficie; el dragón alado, es el mercurio de los Sabios o materia volátil; el águila es el símbolo de la sublimación o disolución de la materia; el león es el símbolo de la parte fija de la Obra, de la materia en sus diferentes estados, y si no tiene color simboliza el Azufre de los Sabios u Oro; la serpiente coronada, es el agente catalizador de la unión del azufre y el mercurio.
Los textos alquímicos se convierten en un galimatías de signos herméticos, símbolos y expresiones que sólo los adeptos llegaban a comprender. Así, cuando el gran adepto árabe Djabir ibn Hayyan, conocido como Geber, escribe: "Traedme los seis leprosos para que los cure", no quiere decir que está tratando a seis enfermos y que los va a medicar, lo que quiere decir y que bien interpretan los adeptos es "Traedme los seis metales viles para que los transforme en oro". Como vemos, toda una doble lectura material y espiritual.
En algunos signos alquímicos, los astros también representaban un papel determinante, y en todos sus trabajos los alquimistas tenían muy en cuenta su posición en el cielo, sus conjunciones, sus ocultaciones, las puestas de sol y los amaneceres y todo lo relativo a su situación. Así Ripley explica: "es preciso comenzar al ponerse el sol cuando el marido Rojo y la esposa Blanca se unen en el espíritu de la vida", párrafo cargado de simbolismo al que añade: "...desde Occidente avanza por entre las tinieblas hacia el Septentrión; altera y disuelve al marido y a la mujer, entre el invierno y la primavera... /... a través de los colores variados hacia el Oriente, donde se muestra la Luna llena".
En otro texto, refiriéndose a la piedra filosofal Ripley utiliza el simbolismo animal al explicar:"...en primer lugar el león verde, que un líquido espeso que hace salir el oro escondido en las materias innobles; el león rojo, que convierte los metales en oro: es un polvo de un rojo vivo; la cabeza del cuerno, llamada también la vela negra del navío de Teseo, depósito negro que precede al león verde y cuya aparición al cabo de cuarenta días promete el éxito de la obra: sirve para la descomposición y para la putrefacción de los objetos de los que se quiere obtener el oro".
El misterio de las catedrales
Para Fulcanelli las catedrales eran un lugar de reunión usado por gente muy especial cuyos fines eran distintos a la estricta observancia religiosa ortodoxa que se basaba en misas, funerales, matrimonios y otros actos religiosos.
A través de sus dos únicos libros Fulcanelli revela detalles de gran importancia en numerosos templos. Por ejemplo, señala que el bajorrelieve en el capitel de una gran columna de la nave de Notre Dame de Estrasburgo - representando un cerdo que lleva un acetre, asnos con hábito sacerdotales y una zorra encerrada en una urna portada por unos monos como ofrenda -, no es una procesión satírica y blasfema, sino la Procesión del Zorro. Fiesta medieval de significado esotérico. Este y otros muchos detalles llevaron a Fulcanelli a concluir que las catedrales góticas estaban cargadas de filosofía expuesta de una forma arcana.
Fulcanelli advertía que, pese a muchos fragmentos que habían sido reformados, las catedrales seguían conservando simbolismos originales con secretos arcanos en los rosetones, en los arcos en punta, en las gárgolas y en muchos bajorrelieves.
Para Fulcanelli el gótico es una clave fonética cabalística, cuyo significado es jerga, un lenguaje particular de toda una serie de individuos que quieren transmitir un secreto a través de los siglos. Un secreto transmitido por los albañiles masones, con restos de otros lenguajes como los dialectos gitanos, el picardo y el antiguo provenzal.
Veamos brevemente, algunos aspectos importantes que Fulcanelli identifica en las catedrales.
Inicialmente para el desaparecido alquimista, la planta cruciforme de las iglesias góticas con es sólo una alusión a la cruz de Cristo, sino también al crisol alquímico, que en el antiguo francés arcaico se denominaba "cruzol". Por otra parte la materia primera del alquimista sufre un proceso similar al de Cristo: tortura, muerte, resurrección y transformación. Un detalle, la planta cruciforme es también la representación de los cuatro puntos cardinales o los cuatro elementos del alquimista. Con el ábside elíptico de las catedrales, la planta cruciforme se convierte en la "crux ansata" egipcia, símbolo de la vida universal encerrada en la materia.
Fulcanelli también prestó especial interés a la decoración de los suelos, concretamente a los laberintos de mosaico de las iglesias de Sens, Reims, Auxerre, Saint-Quentin, Poitiers y Bayeux; en estos laberintos ve el emblema de los principales tropezadores de la gran obra: el orden y el método.
El mismo laberinto de Chartres, no puede considerarse como un laberinto, ya que sólo tiene un camino que conduce al centro, un camino determinado y no otro que, además, debe ser seguido según un ritual que se convierte en una especie de danza sagrada. Si se sigue entendiendo esta finalidad, manteniendo el ritmo y el ritual, se llega al centro con una apertura de la intuición hacia las leyes y armonías naturales; ya que algo actuará sobre el que camina por el laberinto.
Al tratar del tema de la orientación de la mayoría de los templos, Fulcanelli destaca que el ábside, está cara al sudeste, la entrada hacia el norte, el crucero señalando el nordeste y el sudoeste. Todo esto induce al visitante a seguir un camino simbólico y ritual, ya que, entrando por el oeste, se colocan frente al sol naciente (este), es decir, simbólicamente hablando, salen de la oscuridad para entrar en la luz.
En cuanto a los rosetones, los tres de cada brazo crucero y el del porche de la entrada principal, están situados de esta manera para crear un efecto de luz para demostrar las progresiones de los colores de la gran obra. Así, como el sol se mueve de este hacia oeste, tenemos que el rosetón del nordeste está oscuro (el nigredo o putrefacción); el rosetón del sudeste capta de lleno el sol del mediodía (el blanqueo y la regeneración), y el rosetón del noroeste recibe el resplandor del sol poniente (enrojecido como la perfección final).
Para Fulcanelli el rosetón central de los pórticos de las catedrales significa la rueda, la naturaleza circular o cíclica de la gran obra, la repetición de ciertos procesos; así identifica la rosa de seis pétalos con la estrella de seis rayos, el hexagrama o el sello de seis punta de Salomón.
Luego están las vírgenes negras, que para Fulcanelli derivan de la diosa egipcia Isis. La Virgen representa en el simbolismo hermético la tierra virgen que el alquimista debe elegir para la gran obra. Así, Isis fue la gran Diosa-Virgen Madre que parió toda la naturaleza, como la materia en la vasija del alquimista que, una vez tratada, dará origen a una nueva sustancia en el curso de la gran obra.
El mensaje encontrado por Fulcanelli en las catedrales es, en ocasiones, tremendamente impresionante, ya que, por ejemplo, en Notre Dame de París, identifica a san Cristóbal portador del niño Jesús, como Chrysopher el que transporta oro. Y el pilar que divide el vano del gran pórtico de Notre Dame, contiene la figura de la alquimia personificada en una mujer. Vemos esta imagen tocando las nubes con la cabeza, sentada en un trono, en la mano izquierda con un cetro (signo del poder real) y en la derecha dos libros, uno de ellos abierto, simbolizando la enseñanza exotérica, el otro cerrado simbolizando la enseñanza esotérica y la escalera de nueve peldaños que se apoya en el pecho de la mujer. Ello no es otra cosa que las nueve operaciones sucesivas de la Obra.
Fulcanelli es revelador y especialmente observador en todos los detalles de las catedrales, ya que sabe encontrar en la catedral de Amiens una gran cantidad de símbolos alquímicos en, nada menos, que el escudo de esta catedral.
No cabe duda que Fulcanelli era un gran conocedor de todo el proceso de los procedimientos alquímicos, ya que a través de los símbolos esculpidos revela su significado con los diferentes colores, pesos y temperaturas necesarios para llevar adelante la gran transformación que busca el alquimista.
Felicitaciones por su interés en la Alquimia Interior
ResponderEliminarEn esta era de Acuario un Adepto está develando
todas las Claves alquímicas que han permanecido
ocultas durante la Era de Piscis.
Recibe la invitación para visitar
http://www.adeptovitriol.esforos.com/
Saludos cordiales de
Rosemunde y Fragarí
Muchas gracias por el interés, el comentario y la invitación. Seguro paso y me quedo. Saludos!
Eliminarni tantito dudo de que le han echado ganas y tiempo a Fulcanelli, yo también a mis condiciones, solamente que no estoy de acuerdo en que eso sea una mera poesía, yo, he llegado muy lejos en el laboratorio, y sinceramente creo que ese rollo de convertir el plomo en oro es posible, y no solamente eso sino que el alcance de del éxito en la obra, es para acelerar el siguiente paso evolutivo de la especie humana. Perdón.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. Esperemos el próximo paso evolutivo! Saludos!
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