martes, 22 de noviembre de 2011

Nellie Campobello: "Cartucho" y “Las manos de mamá”



Nellie Campobello (Durango,1900-Ciudad de México,1986), nos hunde plenamente en la cuestión de biografía, autobiografía y ficción con sus obras Cartucho (1931) y Las manos de Mamá (1937). Las novelas de Nellie son autobiográficas. Sus dos principales obras son libros de memorias, los atroces recuerdos de una niña que ve a la muerte pasar todos los días bajo su ventana. Al leer Cartucho, libro de 56 relatos o estampas, y Las manos de Mamá, obra de 17 fragmentos, nos preguntamos inmediatamente si son verdaderas memorias de la niñez o cuentos recordados y retocados.

Campobello nos dice en el “Prólogo” de Mis libros (1960) que concibió Cartucho con el propósito de poner las cosas en orden, de referir esa etapa de la Revolución tal como la vio y la vivió, y de ensalzar las virtudes y el heroísmo de Francisco Villa y sus soldados a quienes se les había vilipendiado. Propone su relato como la «verdadera» historia de la guerra civil en el norte de México:

“Las narraciones de Cartucho […] son verdad histórica, son hechos trágicos vistos por mis ojos de niña en una ciudad, como otros ojos pudieron ver hechos análagos en Berlín o Londres durante la Guerra Mundial; caso igual para mi pequeño corazón, que lloraba sin lágrimas.”


En 1958, en una entrevista que le hiciera Emmanuel Carballo, Campobello habló nuevamente de Cartucho y dijo de modo terminante:

"Lo escribí para vengar una injuria. Las novelas que por entonces se escribían, y que narran hechos guerreros están repletas de mentiras contra los hombres de la Revolución, principalmente contra Francisco Villa. Escribí en este libro lo que me consta del villismo, no lo que me han contado.”

Para nosotros, más que evocaciones o impresiones de su niñez, estos cuentos son versiones estilizadas de recuerdos y de episodios relatados a la escritora; ella a su vez los recreó adaptándolos a cierto estilo. Las estampas que a primera vista parecen frías e indiferentes, brutales y primitivas, crueles e infantiles, están intencionalmente concebidas para sobresaltar al lector con la normalidad de lo absurdo, la indiferencia ante lo cruel y lo corriente de lo horrible. La escritora ha aludido en más de una ocasión a la búsqueda de una estructura adecuada para sus cuentos: “Me propuse desde aquel momento, aclarar, hablar las cosas que yo sabía, y así lo expuse a mis amigos. Pero quererlo no me hacía capaz; necesitaba yo una disciplina.”

La palabra “disciplina” con sus connotaciones de exactitud, rigor y forma, constituye la esencia estilística de Cartucho. la escritura de Nellie Campobello no tiene nada de “espontáneo” ni “natural”. La elección del género es resultado de una auténtica batalla por la forma… hace una elección consciente al recurrir a la autobiografía. El estilo de Nellie Campobello es un intento deliberado de reproducir la percepción y el impacto psicológico que tuvieron los sucesos de sangre y de muerte en la conciencia personal y colectiva.

Como narradora Nellie Campobello aparece en su obra de dos maneras: como testigo de un suceso, comparte con el lector sus observaciones empleando una expresión directa y compacta; otras veces figura como participante. Son dos papeles distintos: en el primer caso es una persona mayor que recuerda a la niña; en el otro es la niña-personaje del relato.
Como el año 1900 se estableció recientemente como la fecha de nacimiento de Campobello, podemos descartar la idea de que sus escritos son los de una niña o de una adolescente. Pertenecen a una joven formada quien elaboró el estilo con el propósito de crear un efecto particular.

Los diversos episodios de Cartucho están unidos por el tema de la brutalidad de una lucha que enfrenta a mexicano contra mexicano; en su inmenso alcance ésta envuelve también a la población civil. Cada episodio de Campobello expresa sucintamente cómo se convive con la guerra, quiénes son sus víctimas. Así, los muertos y heridos de la Revolución pueblan las páginas de Cartucho.

En “El fusilado sin balas” , Catarino Acosta es torturado y lo dejan en la calle para morir sin el beneficio del tiro de gracia; Babis de “La sentencia de Babis” , el vendedor de dulces en la tienda de la esquina, fue encarcelado y quemado vivo; en “Desde una ventana” , un soldado anónimo que suplica clemencia es fusilado y nadie recoge el cadáver por tres días; Perfecto Olivas, arropado en un sarape gris, es derribado por una lluvia de balas en “Las águilas verdes”; Samuel Tamayo, temeroso y hasta tímido, abrazó la muerte tal como había eludido la vida en “El cigarro de Samuel”.

Como narra Campobello en “Las hojas de Martín López”, este segundo de Villa muere violentamente y más tarde es desenterrado por los carrancistas quienes le temían incluso después de muerto. Además de los nombrados y los anónimos, hay dos figuras cuya presencia actúa como común denominador en Cartucho: Francisco Villa y la madre de la escritora. Ellos son los hilos conductores de los escritos de Campobello. El Villa de Nellie Campobello es más que nada militar, soldado y jefe; al mismo tiempo, es una figura de carne y hueso, un ser humanitario capaz de lágrimas y compasión. El general se presenta también como un jefe carismático cuyas palabras más insignificantes eran mandatos obedecidos inmediatamente. Cuando en “La voz del general” les pide a 500 hombres que lo acompañen—“Hay que irnos a auxiliar a los muchachos, están apurados, los changos están sobre ellos. Vámonos” —el efecto fue más un reflejo que una reacción razonada. Los hombres se levantaron en conjunto; dejan todo para acudir a la llamada del jefe.



LAS MANOS DE MAMÁ: LA REVOLUCIÓN COMO HISTORIA FAMILIAR

La madre de Nellie Campobello, su persona y su espíritu, marcan las páginas de Cartucho de tal modo que su obra más lírica, “Las manos de Mamá”, publicada unos seis años después, parece ser una consecuencia natural de la colección anterior. La Mamá de Cartucho es la fuerza, el apoyo y el consuelo de la familia. Ni el temor al abuso verbal o físico, ni la constante intrusión de la guerra hace que su espíritu se doblegue o que su autoridad desfallezca. Descuella como mujer y madre dispuesta a enfrentarse a todo un ejército, si fuera necesario, para proteger hogar y familia.

Cuando los federales entraron a su casa en “El general Rueda”, y la amenazaron con quemarla a menos que entregara armas y dinero, solamente pidió que no tocaran a sus hijos. Después que destrozaron la casa, la madre quedó orgullosamente sin lágrimas y callada. En palabras de la autora, “los ojos de Mamá hechos grandes de Revolución, no lloraban, se habían endurecido recargados en el cañón de un rifle de su recuerdo”.
La madre de Campobello con frecuencia es la fuente de las estampas. Más de una vez la autora afirma que lo descrito se lo contó su madre. Por ejemplo, en “Los hombres de Urbina”, la primera oración es: “Le contaron a Mamá todo lo que había pasado”; cuando se sitió la ciudad y se saquearon las casas en «La camisa gris» las últimas líneas atribuyen la estampa a Mamá: “Cuentos para mí, que no olvidé. Mamá los tenía en su corazón.” En otras ocasiones, por ejemplo, en “La sonrisa de José”, el episodio captado por la estampa se lo contó a Mamá otra persona, y ésta a su hija.


“Las manos de Mamá” es una especie de canto o elogio a la madre de la autora. En esta obra ella es la figura central. Mientras que en Cartucho es fuerte, orgullosa y valiente ante la guerra civil, aquí es evocada como amable, tierna, cariñosa y juguetona. Campobello se refiere a su progenitora como “Ella”: “Ella” dio belleza y juventud a sus hijos; “Ella” proporcionó el calor y el consuelo necesarios para soportar lo insoportable. Su persona, simbolizada por sus manos y su falda, formó una coraza protectora que nada ni nadie podía destruir: “La falda de Ella era el refugio salvador. Podía llover, tronar, caer centellas, soplar huracanes: nosotros estábamos allí, en aquella puerta gris, protegidos por Ella”. Esta madre fue cabeza de familia en todos los sentidos de la palabra, y muy en especial después de la muerte del padre, durante la Revolución.

“Las manos de Mamá” es una obra pletórica de amor y admiración por una mujer de firmeza y fe. Pero en sus páginas también aparecen escenas de horror y de muerte distintas, y a la vez parecidas a las de Cartucho. El ritmo de estas estampas es más lento y las descripciones, generalmente brutales, son más extensas.

La madre de Campobello es el sujeto de una biografía selecta y fragmentaria narrada desde el foco emocional y movedizo de la memoria filial. Campobello nos relata la vida de su madre para dar sentido a su propia vida; al hacerlo, refleja la relación entre el biógrafo y el autobiografiado de manera que la «biografía se transforma en autobiografía cuando el yo se identifica y crea al otro. De este modo Campobello recrea su propia identidad y a la vez rescata la de su madre del olvido histórico.

Las obras de Campobello son autobiográficas y biográficas, creadas conscientemente con elementos ficticios para cumplir con el propósito de la escritora. En Cartucho, Campobello nos retrata el mundo caótico de la Revolución en el cual vida y muerte forman el ambiente cotidiano para los hombres, las mujeres y los niños que la vivieron. Su estilo fragmentario y a veces ingenuo, sus impresiones de los acontecimientos casuales y la falta de explicaciones o interpretaciones constituyen la creatividad de Nellie Campobello. La Mamá de “Las manos de Mamá” tampoco se retrata con precisión; su figura se esboza. Cuando Campobello cuenta la historia de su madre desde la selectiva memoria filial también nos narra su propia historia. El lector no puede ni debe aceptar la verosimilitud de todos los hechos presentados. En obras autobiográficas y biográficas intervienen elementos ficticios, ya sea por falta de confiabilidad del recuerdo o por el propósito específico del autor.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.