sábado, 28 de enero de 2012

Poesía Irakí Contemporánea (Antología)





1. ABDULHADI SADOUN (Irak, 1968)

Peces muertos
Los peces muertos de la fuente,
¿acaso sienten su frío caído de lo alto?
¿acaso miran con asombro mi nuevo traje
ceñido como un cinturón
de tela revuelta por las aves del viento?

Cada día, en el autobús,
cruzo cerca de ellos.
El hombre de siempre,
inclinado sobre la fuente
pule sus escamas de piedra.
Los peces muertos,
¿en qué piensan
si no pueden nadar?

Nuestros caballos
Nuestros caballos
de cola
y madera
y clavos
eran conducidos.
Pero ahora nos patean.
¡Ay de este sopor!

Nuestros caballos
de cola
y madera
y clavos,
nos deshacen
costilla tras costilla.

El hotel “Borges”
En sus esquinas hay cuerpos de toros,
algunos con cabezas humanas.
Y en sus dormitorios
todavía criados medievales.

Es el hotel que tiene su nombre.

Viajero, llego a la esquina de los toros
y sin aliviar mi fatiga,
sin esperar otro naufragio,
descubro que lo llaman Borges,
ofrece el nombre.

Es su hotel, Borges,
se esquina en la antigua Lisboa,
está allí
aunque nada saben
de su nombre.
Cuidan la estatua de Ricardo Reis
o su sombrero
mientras hablan;

quizás imaginen
que mis gafas
son como las de Ricardo Reis.

El peligro, dicen, cuando avanza
no distingue.
Ellos no ven la arteria de sus manos
luchar contra el relámpago
en las habitaciones del relámpago,
donde las señoritas dicen “señor”
y los ascensores aguardan nuestros pasos,
quietos como unicornios domesticados.

Puede que todo se le parezca
menos este hotel
que nombran Borges.

A cada momento
me ilusiona que pueda entrar
o salir,
pero se trata solo de unas habitaciones misteriosas,
de un edificio que se acoda en el viento,

Borges con una máscara diferente.
Una placa de cobre a la entrada,
encima del edificio,
es quien señala su nombre.

No he vivido en este hotel,
cruzo con pasos tranquilos
pensando en los sueños de la próxima noche
o la siguiente.

Al fin del viaje,
esquivando a los porteros,
su largo camino,
veo a María Kodama, el pelo de plata,
atraviesa el umbral.
La llamo arqueando los dedos.

-Acércate, también, dice,
quizás viene enseguida,
quizás te vea.

Pero él no entiende
de los edificios
ni de las esquinas,
aunque una placa de cobre
aquí arriba
señale su nombre.

Abdulhadi Sadoun nació en Bagdad, Irak, en 1968. Poeta, narrador, traductor hispanista y guionista de cine. Desde 1997 codirige la revista y publicaciones de ALWAH, la única revista cultural en lengua árabe en el territorio español dedicada a las letras árabes, especialmente, la literatura del exilio. Es redactor cultural de la revista mensual “Amanecer”, en lengua española. Es autor de los siguientes libros (En lengua árabe): El día lleva traje manchado de rojo Damasco, 1996; Encuadrar la risa, Madrid, Alwah, 1998; No es más que viento, Madrid: Alwah, 2000 y Plagios familiares, Jordania, 2002. Algunos de textos han sido traducidos al alemán, francés, inglés, italiano, persa, kurdo y euskera. Sus textos aparecieron en dos antologías selectas de poetas extranjeros en España y Gran Bretaña. Así como en castellano publicó una selección de sus poemas bajo el titulo: Peces muertos, Ed. Fumarola, Madrid, 2002. Coautor de dos libros en castellano: La vuelta del viejo a su juventud, cuentos eróticos árabes (Hiperión, 2003) e Irak: Un mar de mentiras (Olivum, 2003). Traductor del castellano al árabe de los siguientes libros: Antología de cuentos hispanoamericanos, 1998; Antología de poesía española moderna, 2000; El Lazarillo de Tormes, 2001; Canciones para Altair, Rafael Alberti/, 2002; Corazón tan blanco, Javier Marías, 2002; Antología Poética, Vicente Aleixandre, 2003; Virtudes del pájaro solitario, Juan Goytisolo, 2003. Reside en Madrid desde 1993.




2. MUHSIN AL-RAMLI (Irak, 1967)

No a liberar Irak de mí
Esta tinta derramada en vuestra prensa
es la sangre de mi país.
Esta luz diluviada de vuestras pantallas
es el brillo de los ojos en los niños de Basora.
Éste que está sollozando en la oscuridad de su exilio
soy yo;
Huérfano después de que hayáis matado a mis padres: Tigris y Eufrates;
Viudo después de que hubierais crucificado la pareja de mi alma: Irak
Oh... por ti, tierra mía: crucificada de entre las regiones.

Ay... de vosotros, señores de la guerra
Escuchadme:
No a la fiesta de los ejércitos en el tejado de mi casa.
No al verdugo que habéis plantado o al que vais a plantear.
No a vuestra libertad caída sobre las cabezas de mi gente en bombas
No a liberar Irak de mí o a mí de él.
Yo soy Irak.

Mis hierbas son las letras y sé lo que quiero.
Dejadme a mí mismo, a mi rabel y a vuestra ausencia.
Volved a vuestras películas detrás del océano.
Dejad para mí lo que queda
de los minaretes, de los mausoleos de mis ancestros,
de las tumbas de mi familia ...
Y bebed de las copas del petróleo hasta que os saciéis.

Robad la miel del azufre y la arena del desierto.
Llevad con vosotros vuestros clientes.
Llevaos al dictador con cada parte de vosotros que ha comprado con mi sangre.
Llevad lo que queráis y marchad,
dejadme sólo
con lo derribado de los sueños de mi hermana,
con el incendio de las palmeras en las orillas de Mesopotamia,
con los huesos de mi padre
y el té de la merienda.

Dejadme sólo
con las canciones tristes del sur,
con la danza degollada del norte
y con el pavo real de los Yasidíes.
Dejadme sólo
curando las heridas de mi tierra Irak
Sólo...
igual que María...
sólo con mi solitario...
Mi país: el crucificado de entre las regiones.
Sabré cómo animar su resurrección.

Sabrá cómo renacer de su ceniza.
¿Acaso habéis olvidado que él es el creador del Fénix?
Ay, un infierno, para vosotros señores de la guerra
Escuchadme:
No asustéis a las nubes de Bagdad con vuestros aviones.
No sembréis soldados en nuestro jardín.
No quitéis la chilaba a mi madre.
No. Grito no a liberar Irak de mí o a mí de él.
Yo soy Irak.
Las aldeas han florecido de mi abrigo, y sé lo que quiero.
Dejadme a mí mismo, a mi familia y a vuestro olvido.

De un Lorca a otro
Lo que estaba se ha llevado lo que queda...
y me despedí de Irak

Abandoné las comisarías, los cementerios.
Crucé las murallas de fusiles
y las farmacias vacías.
He sido duro con el jardín de las manos en despedida
y con las lágrimas de las chicas que se quedaban atrás
porque mi llanto, delante de mí, es largo
y mi mapa es un bastón de ciego.
Mi corazón es un cementerio lleno de seres queridos
y mi medicina está allí... allí,
con los gitanos de Andalucía.
Crucé países, muchas ciudades
y conviví con pueblos deprisa
porque Granada estaba esperándome,
Y yo a ella;
Porque Lorca posa su mirada
sobre las agujas del reloj y los olivares.
Mi amigo, mi hermano, está esperándome
desde nuestros primeros cuadernos.
Sollozaré entre sus brazos.
Mojaré su camisa bordada de canciones.
Le contaré todo lo que ha hecho el verdugo
en los dos ríos, en las palmeras
y en los amigos.
Le describiré la cuerda con la que ahorcaron a Hassan Mutlak,
y la máquina de picar almas y carne iraquíes.
Pero he encontrado su casa vacía
a excepción de su sillón, vibrando,
entre la ventana y el poema.
Llamé: Lorca. Lorca.
Oh, secreto de la insistencia de mi madre en fumar, a pesar del asma.
¿Dónde estás?
Amigo mío y socio mío en la inocencia.
¿Dónde estás?
Nada, excepto su sillón, vibrando,
entre la ventana
y el piano.
Seguí llamando
hasta que apareció su vecina, una gitana,
y dijo:
Tu amigo nos dejó lo que queda.
Se ha despedido de su sillón... ahora
te describiré el pañuelo con el que le taparon los ojos
después de su última mirada al reloj, esperándote.
Te cantaré su último poema;
su último respiro.
Los disparos se agitaron y
nos retorcimos en
la torcedura...
El llanto en todas las partes...
Todas las partes son llanto.
Nuestras manos han señalado
a las nubes
y a la alta perplejidad.

«He venido a Granada
buscando a Lorca.
Tal vez...
para que escribiera sobre los asesinados de mi familia.
Pero... le encontré asesinado».

Muhsin Al-Ramli nació en Irak el 7 de marzo de 1967. Poeta, novelista, dramaturgo, narrador, periodista y traductor. Licenciado en Filología Española por la Universidad de Bagdad, 1989. Doctorado en Filosofía y Letras y Filología Española, por la Universidad Autónoma de Madrid en 2003. Tesis: “Las huellas de la cultura islámica en el Quijote”. Libros publicados: Regalo del siglo que viene, Amman, 1995; En busca de un corazón vivo, Madrid, 1997; Hojas lejanas del Tigris, Amman, 1998; Migajas esparcidas, El Cairo, 1999; Las felices noches del bombardeo, El Cairo 2003; y Todos somos viudos de las respuestas, Madrid 2003. Ha traducido al árabe algunas obras de Miguel de Cervantes, Lope de Vega y José de Espronceda, entre otros. Recibió el Premio de los Escritores Jóvenes, Bagdad, 1988, por su relato El último encuentro con un amigo y el mismo premio en 1989, por su relato Un accidente de copia. Ha trabajado como periodista en Irak, Jordania y España. Desde 1992 es miembro de la Asociación de traductores iraquíes. Ha realizado conferencias sobre la literatura iraquí, la literatura árabe, la traducción y El Quijote. Fundador, editor y codirector de la revista cultural ALWAH desde 1997 (la única revista cultural árabe en España). Algunos de sus textos han sido traducidos al inglés, español, alemán, catalán y kurdo. Sus palabras: «En mi país, la poesía no se considera un complemento o un lujo sino una necesidad. No es sólo un medio de expresión sino que se convierte en una experiencia viva y, aún más, en una extensión de la propia vida. Gracias a la poesía, la persona vive lo que no le ha sido permitido vivir. La poesía enriqueció a Irak más que el petróleo, que más bien le ha traído catástrofes. La península de Arabia e Irak son los únicos lugares del mundo en el que se festejaba el nacimiento de un poeta porque se convertiría en portavoz de la tribu. Las leyes, la enseñanza, la historia, se escribían en verso. Todavía hoy en mi pueblo las cartas se escriben en verso. Es el único país del mundo en que existió un mercado de poesía, el de Mirbad, en Basora, al que acudía la gente de lugares muy lejanos a comprar, (especialmente los enamorados), vender, aprender o criticar.»




3. FADHIL AL-AZZAWI (Irak, 1940)

Fraternidad
En una torre
que trepa el cielo
dentro de una cerrada habitación
de cristal
un esqueleto se sentó muy cerca mío
y colocó su mano sobre mi hombro,
murmurando:
“Tú eres mi hermano,”
luego me entregó una mariposa
que volaba hacia la llama.

Descendiendo en la oscuridad
trastabillando en los escalones
el mundo vino a mí y colocó su corazón
en la palma de mi mano.
Me quemó los dedos
como una brasa
envuelta en cenizas
y salpicada con sangre humana.

Una tregua permanente
entre el hombre y todo lo anterior a él.
Una tregua permanente
entre el viento y el árbol.

Apaga el fuego,
deja que la mariposa regrese a su flor.

En cautiverio
Desde una vieja canción folklórica
dos esclavos cayeron sobre el tejado
de nuestra casa en Bagdad.
Ellos estaban atados espalda a espalda
con una soga,
vestían desgarradas ropas blancas,
y lloraban.

Creo que estaban aguardando un barco tripulado por piratas.
Creo que estaban observando un horizonte de árboles.
Creo que estaban imaginando una isla distante.

Cuando subí al techo y los liberé de sus ataduras
estallaron en llamas en mis manos
transformándose en cenizas.

En la corte de honor
En uno de mis poemas incompletos
un verso desafió a otro
arrojándole un guante al rostro-
invitándolo a un duelo
en la Corte del Honor.

Al final de la pelea,
como muchas veces sucede,
uno de mis versos estaba muerto
el otro sangraba sobre la página.
Como yo no deseaba
verme involucrado en un laberinto de investigaciones criminales
entre preguntas y respuestas,
preferí entonces lavar su sangre de mis manos
y me deshice de todo el poema.

La fiesta
No faltaba nadie
Caín estaba en la cocina afilando su cuchillo
y Noé sentado en la sala de estar
miraba por televisión el informe meteorológico.

Todos llegaron en sus automóviles
y desaparecieron en el largo pasillo
que guiaba hacia el rumor de la fiesta.

Nuestra inmaculada dama bailaba
en el círculo central
exponiendo sus tesoros
a través de las transparencias de su vestido.
Nos sentamos junto a los otros invitados
y apuramos las copas hasta las heces.

Al final de la velada
en el regreso a nuestros hogares,
le entregamos al ciego su perdido bastón
y al asesino su hacha sangrienta.

Fue una fiesta,
como cualquier otra fiesta.

Visión sobre un ómnibus
Mientras viajaba en ómnibus
entre esta vida y el más allá
de un brinco subió el ángel Gabriel-
Tenía un sombrero sobre la cabeza,
ladeado sobre la frente-
Vestía un saco ancho,
se parecía a uno de aquellos fugitivos
en las veredas del zoológico de Bahnhof.*
Subió sin pagar su boleto,
y se sentó en el asiento contiguo al mío.
Al igual que un turista norteamericano
simuló que miraba a través de la ventanilla.
Durante el trayecto me dio un codazo en la cintura
y comenzó a recitar sus nuevos versos santos
a un grabador que sostenía en la mano.
Su voz monótona me provocó nauseas
y me incorporé tratando de huir,
pero me atrapó y me lanzó hacia mi asiento,
luego presionó el cañón de su arma en mi pecho
y me dijo amenazante:
“La próxima vez, Oh profeta, apretaré el gatillo.
Ahora recita. Recita en el nombre de tu Dios que te creó.”

* Estación de ferrocarril en Berlín

Desfile silencioso
Coloco mis manos en mis bolsillos raídos,
y camino por la calle,
y allí los veo, ojos detrás de las vidrieras
de los comercios y cafés,
que me miran sospechosamente,
luego salen velozmente a la calle y me siguen.

Deliberadamente me detuve a encender un cigarrillo
y me di vuelta, como alguien que le da la espalda al viento,
para poder capturar una imagen de ese desfile silencioso:
ladrones, reyes, asesinos, profetas, poetas
aparecían desde todos los rumbos
para caminar a mis espaldas
aguardando que les hiciera una señal.

Sacudí mi cabeza asombrado
y continué caminando mientras silbaba
la tonada de una canción popular,
pretendiendo que era un actor en una película
y que lo único que tenía que hacer era caminar para siempre
hasta el amargo final.

Cómo escribir un poema mágico
Si tienes, al menos, nervios de acero
y buenas intenciones
no hay nada más fácil que escribir un poema mágico.
No es demasiado difícil, te lo aseguro.
Toma una soga y átala a una nube
y deja que uno de sus extremos se balancee,
luego como hacen los niños escálala hasta el final,
una vez arriba, nos la arrojas nuevamente
y permitirás que intentemos hallarte –en vano-
en cada poema.

Despedida
En soledad camina hacia el cadalso.
Las manos a la espalda, esposadas, siete fusiles apuntándole.
Él pensó en quienes podrían llorar silenciosamente sobre su cadáver.
Él soñó acerca del sol luego de su partida, y en los pájaros y en los ríos
y en... y en...
Y observó la palmera datilera penetrada y sacudida por el viento.
Vio una nube: “Quizás llueva después de mi muerte.”
Descubrió un narciso oculto en los pastos detrás de la cerca:
“Un hombre lo recogerá y se lo dará a una muchacha feliz
que al abandonar el parque lo dejará olvidado sobre un banco.”
Él estiró su mirada hacia el rompiente amanecer. Estaba solo.
Cuando ascendió los peldaños de madera
una paloma que dormía sobre el cadalso
se sobresaltó y desapareció batiendo sus alas.

La vida con las ratas
Acurrucados en la oscuridad,
comimos de una olla apoyada sobre periódicos desparramados sobre el piso.
Las ratas saltaron para quitarnos la comida de nuestros dedos
luego se colocaron frente a sus madrigueras
preparándose para un nuevo ataque.
En las noches frías
se ocultaban entre nuestros muslos y piernas
hasta aquel día en que vimos a una rata gigante en un bosque
arrastrando a una muchacha sollozante de una soga que le envolvía el cuello.
En la mañana, mientras escuchábamos el gorjeo del ruiseñor en el árbol,
cargamos nuestro orín en barriles
y lo volcamos en la zanja frente a la estación de policía.
regresamos con el desayuno que había preparado la esposa de un policía
a la que en nuestros sueños habíamos amado una y mil veces.

Al caer la tarde
nos llamaron de uno en uno por nuestros nombres
y nos colgaron por los hombros de los ventiladores de techo
hasta que las ratas comenzaron a caer
de los pliegues de nuestras ropas
aullando debido a los latigazos.

Luego de algunos años o quizás siglos
vi a aquel a quien dejé abandonado en las oscuridad del foso:
era nuevamente un niño, como siempre vestía pijamas.
Él elevó su cabeza y me observó un rato largo
luego rápidamente siguió su camino.
Creo que me ha olvidado en el innumerable acontecer de la vida.

Atravesando el valle desolado
Este valle desolado esta poblado de ladrones
sin embargo lo atravieso solo.
No le temo a nadie
pues no llevo ni oro ni plata en mi montura.

Este valle desolado se extiende frente a mis ojos
moteado con piedras que bajo el sol brillan como espejos.
Arrastro detrás mío a mis mulas
y en soledad canto alegremente.

En este valle la lluvia cae a cántaros.
No existen cuevas para darme abrigo
y no poseo una carpa.
Si se produce una inundación y la represa estalla
¿ Quién será el que me rescate en su bote bamboleante ?
No obstante, continúo mi camino sosteniendo en mi puño
la brasa ardiente de mi corazón.
Ofrezco las llamas de mi fuego a la madera del mundo.
Me siento a la mesa con fantasmas quienes cenan conmigo.

Atravieso este valle en soledad
y dejo que el viento sople a mis espaldas.

Escúchame Noé
¡Escúchame Noé!
Con mis frágiles brazos
hemos construido
nuevas y más altas represas
para contener futuras inundaciones.

Cada vez que se hundía una nave
los carpinteros construían una nueva.
Sólo las memorias del futuro
habrán de mantener con vida la esperanza.

A través de los siglos
hemos escuchado en todos lados
los lamentos de los ahogados.

Nuestro propio milagro:
siempre hemos logrado sobrevivir.

Una estatua en la plaza
Sueño que soy una estatua
en una plaza que lleva mi nombre,
por lo tanto trato de parecerme
/a un general en combate
acopiando el dolor de sus víctimas
y las flores para sus funerales,
y en las noches hablo del olvido y el perdón
justificando la confianza que en mí
depositó la humanidad.

Opino que sería mejor elevar mi sombrero
alabar al sol que ilumina la tierra
y permitirle a mi estatua descender de su basamento
para incorporarse a un batallón de ángeles
que regresan del exilio
con una jaula llena de ruiseñores
que una vez atraparon en una isla desierta.

“ Libera las aves,” dice mi vida.
“Déjalos volar sobre las cabezas de los caminantes,
otorgándote las memorias de toda la eternidad.”

La chimenea
Una chimenea sopla humo al viento,
en ocasiones sopla sueños,
en ocasiones tristeza,
también sopla los restos de unos hombres en una habitación
que narran historias del pasado.

La chimenea sopla el silencio de una mujer
mientras ella descansa en los brazos de un hombre
/que recuerda una ciudad aterrorizada
doblegada en el desierto
la que sopla sus propios recuerdos hacia la distancia.

Una chimenea nos sopla día a día
en la noche de otro cielo
hacia la lejanía, hacia el viento.

Malentendido
El poeta se paró en el podio
y se presentó:
“¡Mis poemas son aves!”
Las aves flotaron sobre nuestras cabezas
y cantaron: “¡Somos poemas!”

Por lo tanto podría decir
que ayer, en un café, escribí un ave
y que antes de ese acto, en una taberna lírica,
me comí un poema.
En un planeta que muere
El aire en la habitación está viciado,
pero nadie abre las ventanas.
Llevamos nuestros libros en la mano izquierda,
pero nadie requiere nuestro perdón.
El cadáver está tendido en el sótano
y sin embargo nadie llora muerte.

Tuvimos que descubrir nuevamente el fuego
antes de cruzar nuestro valle en la noche.
Tuvimos que pagar facturas impresionantes
antes de dar a luz a bebés felices
en tubos de laboratorio.
Deberíamos de haber consolado a nuestros ancestros Neandertal
antes de haberlos confinado
en las montañas.

No existe ninguna esperanza
de que algún día podamos regresar
a los bosques.

Alienígenas en un OVNI
me saludan desde la ventanilla.
Innumerables planetas y galaxias
desde siempre han aguardado
impacientemente
mi arribo.

¿Qué es lo que estoy haciendo aquí?

Confieso que he vivido mi vida
Confieso que he vivido mi vida:
he saboreado tantas cosas
y he olvidado tantas miles más.
He amado mujeres, no recuerdo el número
de cuántas de ellas lloraron sobre mi pecho.
Hallé amigos para los buenos tiempos
y también para los malos.
He vivido entre víctimas olvidadas
y en las celdas de las prisiones mi piel conoció
el látigo de los verdugos.
Me mantuve de pie frente a jueces injustos
que me acusaron de estar enceguecido por el amor.
Deambulé de desierto en desierto
y armé mi carpa en el mundo de la fantasía.
Dejé que mi caballo bebiera las aguas del al-Kawthar.
Dormí entre ladrones en las riberas del Tigris
y alguna vez viví en los palacios de reyes.
Viaje a diversas ciudades, nadando en la oscuridad.
Me senté al sol y caminé en la nieve,
mudándome de una tierra a la otra,
cambiando un par de zapatos por otro.
A mi paso he quemado muchos puentes
y navegado mares que nunca podían ser atravesados.
En el tiempo de la sequía sembré semillas
en el valle de las lluvias.
En la oscuridad encendí miles de velas,
bajo la luna naciente
suspiré como un viejo enamorado.
Vagué entre continentes.
¿ Cuántas veces en mis sueños construí palacios de papel ?
¿ Cuántas veces he intercambiado realidades por ilusiones ?
He dicho la verdad y también he mentido.
He dudado un poco y creído otro poco.
He fumado cigarrillos de todas las marcas,
en los bares bebí el vino de las mejores cosechas
y escribí los poemas de mi vida.
Me he reído mucho en este mundo.
He llorado mucho en este mundo.
He pasado como una luz en la noche.
He estado aquí y he visto,
me he quedado y he partido.
Confieso que he vivido mi vida.
Una noche con el vampiro
En una taberna en Transilvania
-al atardecer-
conocí a un hombre delgado
que llevaba sombrero de copa
y vestía una capa de seda negra.
Se presentó como el conde Drácula y me dijo
que recién había abandonado su féretro acolchado
para cazar bellas y jóvenes muchachas
que regresaban de las discos a sus hogares.

Por supuesto, no le creí palabra.

Él me invitó a su sótano
para beber una copa de vino tinto
en honor de su creador
el irlandés Bram Stocker.

Cuando se sacó el sombrero
y me sonrió forzadamente
vi las arañas moviéndose en su cabellera
y la sangre que goteaba de sus colmillos.

Aún no entiendo como logré huir de él,
ni recuerdo con que palo espanté a sus lobos,
que me persiguieron por las calles.

Me pregunto ¿ Fue el profesor Van Helsing
quien me impulsó a huir del conde ?
¿ Hubo alguien que me colocó al cuello una ristra de ajos?
¿O fue la bella Lucy, transformada en un murciélago negro
la que guió el regreso del conde, cubierto por un manto de niebla,
a las ruinas del castillo?

Todo lo que puedo recordar ahora
es que cuando desperté
descubrí que había pasado esa noche horrible
tendido en posición fetal en el sofá del living
y Drácula todavía aullaba desde la pantalla del televisor
mientras ardía bajo el rayo de sol que se filtraba por la ventana.

Ceniza
Ojos parpadeantes
en algún sitio
aquí y allá, entre los árboles,
observandonos con curiosidad
mientras vamos y venimos
en ese lugar
donde algo
a nuestro alrededor se quema.

Es la ceniza
que denominamos
Vida
en ocasiones
Muerte.

Beduinos
Tres beduinos en un desierto
cargan bolsas atadas a sus hombros,
caminan uno detrás del otro
encorvados hacia la eternidad
como soldados derrotados.
Tres beduinos en el desierto
caminan en silencio,
el viento que sopla de tanto en tanto
borra sus huellas.
Demasiada agua corría en los ríos

Observando las olas
me senté en la ribera
mientras en la jungla estallaban
los incendios que me dejaron sus cenizas.

Ustedes sabrán que todos los botes que abordamos
fueron hundidos por la tormenta
y las olas nos arrastraron
hacia los confines de la tierra.

¿ Qué importancia tiene si
construimos nuestras nuevas casas
bajo las aguas?

Créanme, no me entristeceré ni me lamentaré
si el cabello se me cae,
tampoco si percibo que el tiempo
cargando su horrible guadaña,
llega como un médico astuto
que ha venido a arrancar el último de mis molares,
nada de ello me importunará
si mis amigos me quieren por lo que soy
y yo todavía puedo amar con todo mi corazón.

Sé que seguiré siendo por siempre joven.
Sólo el exilio envejece.

Eventos
Existen cosas que siempre suceden:
una guerra puede ser declarada sorpresivamente
un niño puede nacer en una cueva
un corazón solitario podrá romperse.

¿Debo olvidar todo eso?

Existen cosas que siempre fluyen:
el agua en el río
el vino en las tabernas
también las lágrimas y la sangre.

¿Puedo detener todo eso?

Existen cosas que siempre añoramos:
un verso que aprendimos de memoria
un paraguas olvidado en un bar
una mujer de la cual nos enamoramos apasionadamente
¿Puedo ser feliz con todo eso?

Y, si nada de ello sucede,
si mi billete de lotería no saca el premio mayor
o si no hallo un tesoro enterrado en mi jardín
o si no realizo ese viaje a la luna,
digo a modo de ejemplo
y me pregunto si debo estar triste a causa de ello.

Finalmente todo salió bien
¿Qué cosas esperamos?
Finalmente todo salió bien.

La luna desapareció repentinamente
y los amantes regresaron al hogar,
también finalizaron todas las guerras
y llevamos los cadáveres al cementerio.
Las manos manchadas en sangre
fueron lavadas en el río.
Las nubes que oscurecían el firmamento
fueron arrastradas por los vientos.

Mientras nos congelábamos en la parada de buses
esperando el último servicio de la noche, vimos como este
no se detuvo perdiéndose velozmente en la oscuridad.
Entonces lo único que podíamos hacer
era caminar a casa bajo la vía láctea.

¡En la noche nunca confíes en la noche!
¿ Qué estamos esperando en este lugar?

Guía
Un millar de años de viajes
y nadie ha llegado
a esa ciudad.

Dejamos las puertas
abiertas a las ventanas
e incendiamos
todos los continentes.

El gorrión ciego
nos guiará
a la fuente del agua.

A cada uno su propio árbol

Frente a mí
el desierto arrastraba sus arenas,
y mi caballo en el establo
relinchaba cansadamente.

Entonces cargué mis pocos enseres
y me dirigí hacia los lejanos valles del futuro
para sembrar mis semillas.
¡Nunca le digas a un viajero que regrese!
Lo que ha abandonado detrás suyo es suficiente.

El ojo se enciende con la espuma del mar,
al tiempo que una nube le pone un velo a la luna.

A cada uno su propio árbol,
el cual algún día
le brindará el fruto de su vida.

La canción de la joven esclava que aguarda
En una celda cerraron la puerta detrás de mí,
una joven esclava salió del muro.
Me entregó la llave de oro a su corazón
y desapareció
dejando en mi boca
un beso desesperanzado.

Años, largos años pasaron,
antes de que lograra abrir esa puerta
y poder al fin salir.

Allí en esa puerta la vi
de pie,
esperándome
en silencio.

Fadhil Al-Azzawi nació en Kirkuk, norte de Irak, en 1940. Es uno de los más destacados poetas y escritores del mundo árabe. Ha publicado trece libros de poesía, siete novelas, un libro de relatos breves, dos libros de crítica y memorias y varias traducciones de obras literarias del alemán y del inglés, al árabe. Ha editado diversos periódicos y revistas y fundó la revista de poesía “Shi’r 69”. Participó en la generación vanguardista irakí de los 60’s. Su obra temprana fue criticada y laureada con gran entusiasmo. Ampliamente leída en inglés, su escritura mezcla la tradición literaria árabe con el modernismo y postmodernismo occidental. Estudió Literatura Inglesa en la Universidad de Bagdad. En 1977 dejó Irak para obtener un PhD en periodismo cultural de la Universidad de Leipzig en Alemania. En 1980 fundó en Beirut, con otros escritores iraquíes, “La Unión de Escritores Iraquíes Democráticos en el Exilio” y tomó parte en la edición de la revista “Al-Badeel”. Algunos de sus libros, traducidos al inglés: In Every Well a Joseph is Weeping (En cada pozo un José está llorando), poesía, 1996; Miracle Maker: Collected Poems (Fabricante del milagro, poemas completos), 2003; The Last of the Angels (El último de los ángeles), novela, 2008; Cell Block Five (Cinco bloques de celdas), novela, 2008. Al decir de Jaacó Schoonhove, refiriéndose a la obra de Fhadil Al-Azzawi, “El papel de la poesía es confrontar las mentiras y el fraude. Quita las máscaras de los rostros de aquellos que venden falsas ilusiones, revelando la verdad oculta bajo un montón de slogans comerciales repetidos. Desde el fondo del profundo océano, la poesía rescata los tesoros de la palabra hablada. Pone conocimiento sobre la ignorancia, decencia sobre la barbaridad, distinción sobre la generalización, memoria sobre la amnesia, y sobre todo, creatividad sobre el monótono trajín diario… Un poeta siembra duda y confusión, derriba los valores establecidos, no para demostrar su punto de vista sino para acceder a la verdad de la vida. Es la imaginación del poeta la que habla a nuestra alma, a nuestro ser esencial, para devolverle la variedad de colores y formas que solo la poesía puede evocar…”


4. BASSEM AL MERAIBY (Irak, 1960)

La boca de cada mujer bella me debe un beso
La boca de cada mujer bella me debe un beso
Y cada nombre pintado con el azul de la feminidad
Tengo que tocarlo
Tengo que adivinar la música dormida en las letras tiernas

Yo soy el campesino del rocío en los espejos de las rosas
Con un corazón tan despierto como el de un gallo
Yo canto tu nombre en el alba de los idiomas

Mi padre
Quizás mi padre
es el aroma de la tarde regado en las aldeas
y la fragancia del amanecer goteando en calma
lavado por el canto de los gallos
y el sonido distante de un trabajador que tose en el barro
y el despertar de las mujeres a las cocinas de la mañana
y el regreso del verde en el paisaje lejano.
Quizás mi padre es la sangre que enciende la noche con canciones
y el humo que se eleva de las casas de huéspedes
y el fluir del Éufrates a través de las goteras en los viaductos
Y mi padre...
la canción temblorosa golpeando la puerta de la princesa

Y mi padre... un minarete
elevando su corazón con un cántico anhelante
y una copa inquieta
y una mano soñadora con barro sollozando
y mi padre de un exceso de añoranza,
encadena su alma a las profundidades del Éufrates
y le canta a la tierra de la caña de azúcar
mi padre,
una chispa en la historia de la fatiga.

Oigo al hacha
Oigo los ecos del hacha entre los árboles
oigo al pasado grabado en la piedra
oigo a los días caer como lágrimas
Pellizco mis palabras
y oigo el fluir de tu sangre
como una música herida que no tiene fin
Traducciones de Esteban Moore

La imagen del lobo en la luna
La imagen del lobo está en la luna
Y el viento ha borrado todo;
Sólo se oye la música del abismo
Y la arena es los únicos pasos posibles;
La noche que aparece por debajo de la nieve,
La cruza el único hombre de la ciudad
En busca de un farolillo;
El hombre y la noche
Son viejos amigos,
Se acompañan y se ayudan
Como dos ciegos,
Y van caminando en busca de un farolillo
Colgado en la puerta de una taberna

Bassem al meraiby nació en Irak. Estudió actuación y dirección de teatro en la Academia de Bellas Artes en Bagdad. Ha publicado nueve colecciones de poemas y con la primera de ellas Al- Atil an alwardah (Desempleado de flores) (publicada el año 1998 en Londres) ganó el premio Yusuf Al Khal de poesía. Está interesado en América Latina, política y culturalmente, por lo que ha escrito más de un artículo sobre el tema, entre ellos “Latinoamérica es un panorama de imaginación y sangre”. Trabaja en prensa cultural. Ha escrito ensayos culturales, políticos y obras de teatro. Es el editor responsable de la revista de poesía “Malamih”. Sus poemas han sido traducidos en varios idiomas como el inglés, el sueco, el persa, el polaco, el alemán y entre otras. Vive en Suecia. Sus colecciones de poemas son: Desempleado de flores, 1988; Palabras luego palabras, 1997; La imagen de la tierra, 1997; La tierra amarga, 1998; Cielo con sólo un pájaro, 1999; Más que un trance, 2003; Bloodcracy, 2004; Sombras y mascaras, 2007; Ningún espacio para nosotros, 2008; Festival, poemas para niños, 1986; Luna, sol, estrellas, poemas para niños, 1989. Otras de sus obras son: El banco del dolor, artículos culturales y políticos, 2004; Poesía como luz y tiniebla, opiniones acerca de la poesía y los poetas, 2008: // “El poema ¿es la pregunta o la respuesta del poeta? // ¿El poema es la respuesta del poeta a las preguntas existenciales?... ¿O es la gran pregunta que él lanza al rostro de la vida? // Todo poema es una pregunta y una respuesta / Cada poema en su sentido más profundo es como la actitud vacilante de las estrellas / acerca de su eterna y misteriosa existencia. // Recuerdo las siguientes preguntas en un poema anterior / Al final de cada poema / una mujer misteriosa me pregunta: / ¿Quién eres? / ¿Quién eres? Luego de cada poema / me pregunto o me contesto / ¿Quién soy? / ¿Quién soy? // Pero, lo que el poeta conoce con certeza, es el peligro que encierra su elección en un mundo de creciente ferocidad. Entonces el poema está desnudo frente a todos los arsenales del terror, de la degradación y de las armas. Al extremo que la pregunta parece ser turbulenta y sin embargo expresa la inmensa potencia del poema y la fuerza de su fe; cuando éste se transforma en la otra cara del sueño. / El sueño acerca de un sueño donde el mal es obstruido, esto representa el gran poema de la humanidad. No existe nada, nada más fuerte que esta fe o al menos nuestra apuesta por ella, apostar al poema, un poema que sueñe al mundo en el mundo, que se expanda y crezca al igual que un bosque surgiendo sobre un bosque de armas letales... En medio del delirio venenoso que rodea, desde todas las direcciones, al organismo, el poema se alza como el lenguaje de la claridad....el lenguaje que le pertenece al alma, un alma que no puede reconciliarse con un mundo que se desliza hacia la destrucción. El poema es el silencio que permanece más allá del lenguaje...y el válido lenguaje luego del silencio.”


5. SAADI YOUSEF (Irak, 1934)

El lenguaje del ave totano

Cuando dijimos: nos hemos alejado de las palmeras, los mares aplaudieron con pájaros y olas. Había un cielo celeste bajo nuestras pestañas. Lo imposible no ha de ser el camino a la taberna de la orilla. La camisa que palpitaba al viento era nuestra enseña de estrellas. Nos aproximamos a la fantasía hasta rozar el pórtico y su copa, y tendimos el tapiz de las acequias para congratularnos con la noria.

No es justa la tierra, trasnochemos con las preguntas del mar en la noche y al alba anclemos los puertos. Todavía hay escarcha en los atracaderos y los cafés se adornan orgullosos con ropajes de peces saltarines y de redes. El musgo todavía reverdece sobre la roca y la copa tiene café con alcohol. En la lejanía, en una oscura llovizna, aparecen las barcas de pesca y en las cercanías, un gorro que flota.

No nos acostumbramos al mar. Aquellos desiertos nos hacen señales en la sangre como pañuelos. En el sosiego del sueño despiertan para poblar nuestros sueños y dicen: ¿Hacia dónde es esa huida? Por sorpresa vislumbramos una caravana de camellos que caminan sobre el agua, oímos los cascabeles, pero nos refugiamos en la quietud de la fantasía y después nos enrollamos el manto como un turbante. Somos marineros con turbantes. Camelleros en los mares. Un duro retiro.

¡Dios de los arrabales! Nos has conservado el lenguaje del ave totano, y el grito del pájaro: ¡shilú! ¿Por qué en un instante se transforman las ciudades en una nube?

¡Dios de los arrabales! ¿Es mucho pedir tener una casa? A los animales salvajes les has otorgado el derecho al sueño cuando cae la noche, a las plantas les has concedido la languidez, y a los pájaros, la calma del bosque en la bendición de la tarde. Padre mío, Dios de los arrabales, tenlo presente, no te has equivocado.

Hemos envejecido, y nuestros nietos se deslizan unas veces sobre la nieve y otras sobre la arena. Y nuestros hijos son asesinados. Las batallas están perdidas, Dios mío. ¿No podrías impedirlas? Tú eres el Todopoderoso, ¿nos hallamos, pues, fuera de tu poder? Hoy, una cosa, mañana, otra, y pasado mañana... ¿Comienza la oración? Estoy en casa ahora, en un pueblo inglés. Cae la nieve, el gato maúlla y mi vino está en la tinaja.

La tierra es nuestra morada, de nosotros, sus hijos. Se decía: Quien cultive la tierra sacará provecho. ¡Cuánto trabajamos hasta ulcerársenos la piel! ¡Cuánto se cansó la tierra! Quizá huyó aquel ángel, quizá convenció a las criaturas de que rezaran. Nuestro pueblo estaba sobre el agua. Nuestras chozas eran de caña y de barro; nuestras ropas, burdos tejidos. Es la tierra. Pero nuestros gritos estaban en los límites del canto, y nuestras estaturas eran elevadas.

¿Volverá a nosotros la tierra? Di: Volveremos nosotros a la tierra. Las palmeras del firmamento tienen la copa morena, morena, morena. Estrella de las alturas: te quiero, morena. Me hallo aquí, en extraños arrabales. Mi casa no es mi casa. Mi gente no es la gente. ¡Desciende, tarde! ¡Hunde tus copos de nieve, frío, bajo los huesos! La ciudad lanza sus luces desde lejos. Paz a nuestro candil en la oscuridad. Paz a quien responda al saludo.

A unos visitantes occidentales
Nos preguntamos, por Dios, por qué habéis venido hasta nosotros;
somos pobres
y bandoleros
y pescadores de un pez que no satisface nuestras necesidades diarias
y polinizadores de palmeras, a veces.

Nuestras casas son
lana,
o caña,
o barro con techos de hoja de palmera, a veces.

Nuestra ropa
es una,
sin colores,
ni cortes ni formas, sin cinto...
Incluso estamos desnudos, a veces.

Entonces,
por Dios, ¿por qué habéis venido hasta nosotros?
¿Os gustan, de verdad, las palmeras y el desierto?
¿Os gustan las casas de lana,
y nuestra ropa,
y el barro techado?

No nos queda,
a nosotros, los desollados, más que mostrar la blancura de los huesos.

No os damos,
os rogamos...

Visitación
La nieve cae sobre el cactus, luego un llanto y un café, una estrella
y campamentos, la túnica del sacerdote alquilada por lobos.
Zapatos hechos de cuero fino. Cómo se estremecen las tortugas en
las playas de Hadramout? La luna plena gime
desde el fondo del río... y las muchachas gritan
en su arrebato. No necesito una bala. Mi única fortuna
en este mundo es el muro tras mi espalda. ¡Qué verde
el pasto en las estepas de Shahrazour! Vi una soga
suspendida. ¿Dónde está Yousef? Estaba en los mercados
de Timbuktu... y trabajaba. Una noche
un barco nos condujo a través de las hondonadas de Djibouti.

Mogadishu lanza carne de cordero a los tiburones. No tengo
destino. Tengo un gato que últimamente comenzó a
contarme la historia de mi vida. Eternidad, siempre acercándote
¿por qué me has traicionado? Esta
tarde aprenderé a beber la brutalidad de las flores.
¿A qué sabe la traición? Una vez viajé
transportado por mi canción. Rueda el tren con los soldados...
Rodando. Rueda. Rodando. Rueda. Rodando...
La nieve de Moscú entibia mis lágrimas. No hay virtud en los pastores
al asentarse y al prepararse para el viaje.
...Las ciudades disuelven las aldeas con el blandir de un dedo.
Mi pan está hecho de harina de arroz crudo y la sal de mis
peces es ceniza. No hay opción de que sea su amante
esta noche en el dormitorio de las muchachas. No... Los sábados
me cierra ella la puerta. Quemaré los papeles.
El inspector puede llegar. En el tren nocturno me adormecí
entre cadenas. Y la silla de madera era mi avión
estrellado. Ellos cantan para ti, muchacha
de la taberna del puerto. Los forasteros regresaron de
su búsqueda de diamantes. En la piedra de Hejja
las águilas de Hemair descansan. Una vez casi
encuentro al niño-luna en mi palma. ¡Por qué
la gente abandonó el parque? No quiero tu mano.
No me lances tu soga andrajosa. Hoy he descubierto
otro torrente:
Bienvenida a la vida... Bienvenida, mi otra amante.

Saadi Yousef nació en Basorah, Irak, en 1934. Poeta, ensayista, traductor y editor. Ha publicado 27 libros de poemas desde 1952, entre ellos: The pirate, 1952; Stars and ashes, 1959; Away from the first sky, 1970; Poems of lesser silence, 1979; Collected Works, 1980; Who knows the rose, 1981; Paradise of the forgotten things, 1993; All the wine skops of the world, 1995 and The tavern of the Thinking Moments, 1997. Ha traducido a Walt Whitman, Constantino Kavafis, Federico García Lorca, Giussepe Ungaretti y Wole Soyinka, entre otros. Editor en jefe de AL-MADA, Cultural Quarterly. Otras de sus obras son: Diary of the last exile, 1984; Thoughts in low voice, 1987; When in the heights, 1989; y Triangle of the circle, 1994.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.