domingo, 29 de septiembre de 2013

Egipto: El cuento de Sinuhé



Introducción

La Historia de Sinuhé es un cuento egipcio que se conoce por dos de los papiros de Berlín, el 10499 (B), que contiene algunos fragmentos de la historia, y el 3022 (R), más completo, descubierto por el egiptólogo Chabás en 1863. También se han encontrado partes del texto en otros papiros y en algunos ostraca (concha o fragmento de cerámica sobre el que se escribía).

Sinuhé (s3-nh.t, Sanehet, "Hijo del sicomoro") es, según sus palabras, «el tesorero del rey del Bajo Egipto, gran amigo único, dignatario administrador de los distritos del soberano en las tierras de los asiáticos, verdadero conocido del rey, su bienamado seguidor». Sinuhé dice: «Yo soy un acompañante que sigue a su señor. Sirviente en el harén del rey de la noble heredera de grandes favores la esposa del rey Senusert en Jenemsut; la hija del rey Amenenhat, Neferu, la muy honrada.»

Senusert I (Sesostris en versión griega) –de quien era servidor Sinuhé–, fue el segundo faraón de la dinastía XII, del Imperio Medio, que gobernó de c. 1956 a 1910 a. C.; los primeros años fue corregente con su padre, Amenemhat I, que fue asesinado hacia el año 1947 a. C., fecha en que da comienzo el relato.

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Presentación
El noble, el príncipe, el administrador de los territorios del rey en el país de los beduinos, el verdadero amigo del rey, a quien el rey ama, Sinuhé, el amigo, dice:
-Yo era un amigo que seguía a su señor y el que servía a la princesa en el harén del rey, a la gran favorita, a la esposa del rey Sesostris, en Jeneinsut, e hija del rey Amenemhet en Kanefru, Neferu, la muy honrada.


La muerte de Amenemhet I
En el año treinta, el día séptimo del tercer mes de la inundación, el dios ascendió a su horizonte, el rey del Alto y del Bajo Egipto, Sehetepibra. Se proyectó hacia el cielo, se unió con el disco solar y su divino cuerpo fue absorbido en el interior de Aquel que lo había creado. En el palacio reinó el silencio. Se llenaron de luto los corazones. Las dos grandes puertas quedaron cerradas, Los miembros de la corte se postraron con la cabeza inclinada sobre las rodillas. El pueblo lloraba amargamente.


La huida de Sinuhé
Su Majestad había enviado un ejército al país de los Temehu. Su hijo primogénito, el buen dios Sesostris, era jefe de la tropa. Había sido enviado a golpear a los países extranjeros y a castigar a aquellos que estaban entre los Tehenu. Ahora regresaba, trayendo consigo prisioneros de los Tehenu e incalculables rebaños de ganado.

Los amigos de la Corte enviaron al lado occidental para comunicar al hijo del rey lo que había sucedido en palacio. Los emisarios dieron con él por la noche, cuando se hallaba de camino. Sin dudarlo un instante, el halcón voló con su séquito sin avisar a su ejército.

Pero también se habían mandado mensajeros a los demás hijos del rey que le acompañaban en el ejército y se indicó a uno de ellos que no debía decir nada. Yo me encontraba cerca en ese momento y pude escuchar su voz mientras hablaba apartado de los demás.

Mi corazón se llenó de perplejidad. Mis brazos desfallecieron y todos mis miembros se estremecieron. Me aparté y busqué donde esconderme. Me senté entre dos matorrales para poder apartarme de la vista de cualquiera que transitara por el camino.

Me dirigí hacia el sur pero no tenía intención de regresar a palacio, porque imaginaba que estallaría la guerra y que perdería la vida en los combates que sobrevendrían a continuación. Atravesé las aguas del Maaty, a poca distancia del lugar denominado del Sicomoro. Así llegué a la isla Sneferu y descansé aquel día en el campo. Temprano volví a emprender mi camino. Me encontré entonces con un hombre que estaba situado en mi camino. Me saludó con amabilidad aunque yo tenía miedo de él. Alrededor de la hora de la cena me acerqué a la ciudad de Negau. Crucé las aguas en una barca sin timón, valiéndome del viento de occidente que soplaba, y pasé a oriente de las canteras, a la región de la Señora de la Montaña Roja. Después dirigí mis pasos hacia el norte, hasta llegar a los muros del príncipe, que habían sido edificados para contener a los beduinos y aplastar a los que atraviesan las arenas. Allí me mantuve oculto en una espesura, por temor a que me descubriera el centinela de la muralla que estaba de guardia ese día.

Por la noche continué mi camino y, al rayar el alba, llegué a Petni y descansé en la isla de la Muy Negra. Me sucedió entonces que me asaltó una terrible sed de tal manera que me ahogaba y me ardía la garganta y dije:
-¡Éste es el sabor de la muerte!

Pero en ese momento mi corazón se animó y mis miembros recuperaron la fuerza porque oí los mugidos de un rebaño y vi acercarse a los beduinos. El jeque de los beduinos, que había estado en Egipto, me reconoció. Inmediatamente me dio agua, ordenó que cocieran leche para mí. Finalmente le acompañé a su tribu, donde me trataron bien.


Sinuhé traba amistad con el príncipe del Retenu superior
Así fui de región en región. Salí de Biblos y llegué a Kedemi donde residí durante medio año, Nenshi, el hijo de Amu el príncipe del Retenu superior, me dijo:
-Aquí estarás bien, porque oirás hablar en egipcio.

Esto lo dijo porque conocía mi valía y había oído hablar de mi talento. Le habían informado sobre mí algunos egipcios que vivían con él.
Entonces me dijo lo siguiente:
-¿Por qué has venido aquí? ¿Acaso ha pasado algo? ¿Ha sucedido algo en palacio ?

(Yo le contesté:)

-El rey Sehetep-ib-ra ha marchado hacia oriente y luego no se sabe lo que ha sucedido. -Y después añadí astutamente, ocultándole la verdad-: Cuando regresé de la expedición al país de Temehu, se me anunció la noticia y tembló mi corazón. El corazón, que se me salía del pecho me llevó por los caminos del desierto. Sin embargo, nadie había hablado de mí ni me había escupido. No oí ninguna murmuración ni tampoco mi nombre en boca del heraldo. No sé lo que me ha traído a este país. ¡Fue algo similar a un designio de Dios!

(Entonces él respondió:)

-¿Cómo podrá vivir el país de Egipto sin él, sin ese excelente dios, cuyo temor se extendía por los pueblos extranjeros igual que lo hace Sejmet en un año de peste?
-En verdad -le respondí-, su hijo ha entrado en el palacio y ha recogido la herencia de su padre. Es el dios sin rival al que no aventaja nadie, maestro de sabiduría, prudente en sus propósitos, justo en sus normas. Todos van y vienen siguiendo sus órdenes. Ya era él quien conquistaba territorios en el extranjero mientras su padre descansaba en palacio y comunicaba a su padre que se habían llevado a cabo las órdenes que de él había recibido.

Es el fuerte que brega con su brazo,
campeón sin rival.
Todos le contemplan cuando ataca al enemigo,
cuando ataca a los guerreros.
Quiebra el cuerno del toro enemigo y paraliza sus manos,
y los enemigos son incapaces de mantener sus filas en orden frente a él.
Hiela la valentía del enemigo y quebranta sus frentes,
y nadie se atreve a acercársele.
Es un rápido corredor cuando persigue al que huye;
no existe salvación para los que vuelven la espalda ante él.
Es el corazón firme que soporta los choques,
provoca la huida de los demás y nunca se retira.
Al ver cuántos son sus enemigos, su valor se duplica,
no deja que el desánimo desaliente su corazón.
Ataca con entusiasmo a las tropas de oriente,
y su gozo está en capturar a los extranjeros.
Embraza el escudo y destroza al enemigo con los pies,
sin que necesite repetir el golpe para causar la muerte.
Nadie es capaz de desviar su flecha,
ni puede nadie tensar su arco.
Los extranjeros despavoridos huyen ante él,
como frente al poder de la gran diosa.
En la lucha no se detiene,
y combate hasta que el adversario queda reducido a la nada.
Es muy querido, lleno de dulzura,
y ha ganado a muchos mediante el amor.
Su ciudad le ama más que a sí misma
y se goza más en él que en su mismo dios.
Cuando pasan desfilando, hombres y mujeres
le aclaman llenos de júbilo ahora que es rey.
Ha realizado conquistas incluso estando en el vientre de su
madre, la realeza le pertenece desde su nacimiento.
Es el que ha logrado que sus súbditos se multiplicaran.
Es único, un don de Dios.
¡Qué enorme es el gozo del país gobernado por él!
Él es quien ensancha sus fronteras.
Conquistará las tierras del sur,
y despreciará las regiones del norte.
Ha sido creado para derrotar a los beduinos
y para aniquilar a los pueblos del desierto.
Envíale noticias. Consigue que te conozca.
No pronuncies el juramento que dice: « ¡Maldita sea Su Majestad!». No de ará de hacer el bien a los países que se le sometan.

Él me respondió:

 -¡Bienaventurado Egipto, que es regido por un príncipe tan grande! Por lo que se refiere a ti, aquí te encuentras. Permanece a mi lado y me comportaré bien contigo.


Sinuhé vive entre los beduinos
Así me puso a la cabeza de sus hijos y me casó con su hija mayor y permitió que eligiera de entre sus territorios el más selecto, que poseía en la frontera con otro país vecino. Se trataba de una magnífica tierra llamada Yaa. Daba higos y vides. El vino era más abundante que el agita. Era rica en miel y producía mucho aceite de oliva. En sus árboles había frutos de todas las especies. También había avena y trigo y numerosísimos ganados. El príncipe también fue muy generoso al entregarme regalo y me convirtió en jefe de una de las mejores tribus de su país. Así dispuse de pan para comer diariamente, bebida fermentada, y vino para beber, y carne guisada y aves asadas, además de lo que se podía cazar en el páramo. Disponía de lo que me cazaban y además de aquello que me traían mis perros. Me daban muchos pasteles y leche en todo lo que se cocinaba.

Allí me quedé muchos años. Mis hijos se hicieron fuertes y cada uno de ellos llegó a gobernar una tribu. Los mensajeros que se dirigían al norte o al sur, hacia Egipto, se hospedaban en mi casa, porque yo practicaba la hospitalidad para con todo el inundo. Así daba de beber al que tenía sed, mostraba el camino al que se había extraviado y auxiliaba al que había sido robado.

Cuando los beduinos se enfrentaban impulsados por su dignidad con los príncipes del país yo era el que se ocupaba de dirigir sus acciones. El príncipe de Retenu decidió que fuera el general de su ejército durante varios años. Todos los países con los que me enfrenté perdieron sus pastos y sus pozos. Les arrebataba el ganado, capturaba a sus habitantes para convertirlos en esclavos, me llevaba sus provisiones y daba muerte a sus gentes gracias a mi brazo y a mi arco, a mis marchas y a mis planes bien ejecutados, Así me gané el corazón de mi príncipe, que me amó por mi valentía y, cuando vio la firmeza de mi brazo, me colocó a la cabeza de sus hijos.


El duelo
Por aquel entonces llegó un hombre fuerte procedente de Retenu que me desafió en mi tienda, Era un héroe sin igual que había vencido a todos los de Retenu. Afirmó que había venido para combatir conmigo. Instigado por su tribu tenía la intención de robarme y despojarme de mis rebaños, El príncipe discutió la situación conmigo y yo le dije:

-No le conozco. No soy uno de sus amigos para que pueda entrar y salir de su tienda. ¿Acaso en alguna ocasión he abierto su tienda o derribado su muro? Actúa así movido únicamente por la envidia, porque sabe que ejecuto aquello que me ordenas. Soy igual que el toro perdido que cae en medio de otro rebaño y entonces es acometido por el toro de ese rebaño, un buey cuernilargo le ataca. ¿Acaso puede ser querido un extranjero que se ha convertido en jefe? Tampoco lo sería un beduino en el delta. No se puede arar en el mar. Pero si él es un toro de pelea y gusta del combate, yo soy también un toro luchador y no me asusta tener que enfrentarme con él. Si su corazón desea combatir, que diga que eso es lo que desea. ¿Acaso dios ignora lo que ha determinado o, por el contrario, sabe lo que sucede?

Aquella noche preparé el arco, afilé las flechas, saqué el puñal y dispuse las armas. Por la mañana temprano todo Retenu acudió. Vino la mitad del país. Había juntado sus tribus pensando en este combate. Entonces avanzó hacia mí, que le esperaba, porque me había situado cerca de él. Todos los corazones latían al verme. Las mujeres e incluso los hombres lanzaban suspiros. Todos los corazones sentían simpatía mí y decían:

-¿Hay otro valiente que pueda combatir contra él?

Apareció con un escudo, un hacha y un puñado de venablos, pero cuando comenzó a utilizar sus armas, sus flechas pasaron hasta la última por mi lado sin herirme. Entonces me atacó pero disparé contra él y mi flecha se clavó en su cuello. Dio un grito y cayó sobre su nariz. Entonces lo rematé con su propia hacha y lancé un grito de victoria sobre su espalda. A continuación todos los asiáticos lanzaron aullidos por mi victoria. Le di las gracias a Mont mientras los partidarios del vencido comenzaban a llorarlo. El príncipe Neneshi, hijo de Amu, me abrazó,

Y de esta manera me apoderé de los bienes y rebaños del vencido. Así le hice lo que él pensaba hacerme a mí. Cogí de todo lo que había en el interior de su tienda y saqueé su campamento. De esa forma me enriquecí, mis tesoros aumentaron y mis rebaños crecieron.

Y esta merced se la otorgó dios a aquel contra el que había estado irritado y al que había dejado vagar por tierra extranjera. Hoy su corazón está lleno de alegría:

En que huyó el fugitivo hubo un tiempo.
Hoy ya se sabe de mí en el palacio.
En que pasé hambre hubo un tiempo.
Ahora obsequio pan a mis vecinos.
Un hombre abandonó, desnudo, su país.
Ahora me visto con vestiduras de lino fino.
Huyó el hombre que no tenía nada.
Ahora tengo una muchedumbre de siervos.
Mi morada es hermosa y mis posesiones son inmensas
y en el palacio se acuerdan de mí.

¡Oh dios, quienquiera que sea que me predestinaste para aquella huida, ten misericordia y llévame de regreso a palacio! ¡Concédeme que pueda volver a contemplar el lugar donde está mi corazón! ¡Qué mayor gozo que el de poder reposar en Egipto, la tierra en que nací!. ¡Auxiliame! Se ha producido un evento feliz: el dios me ha otorgado su gracia. i Quizá me prepare un buen fin, aunque le haya ofendido! ¡Que el dios se apiade de aquel que se vio forzado a morar en tierra extranjera! Si el dios está aplacado, que escuche la plegaria de un exiliado y que devuelva esta mano que me ha hecho llevar una vida errante al lugar de donde la sacó.

¡Que me sea propicio el rey de Egipto, para vivir de su gracia, para realizar en su palacio los deseos de la reina y atender a las órdenes de sus hijos! ¡Ah, que mi cuerpo recupere la juventud, porque se ha hecho viejo y el mal lo ha alcanzado.

Los ojos me pesan, los brazos carecen de fuerza, los pies se resisten a obedecer mis órdenes, mi corazón ya está cansado y se acerca el día en que me conducirán a las ciudades de la eternidad. Quiero servir a la que es Señora y dueña de todo. ¡Ojalá mi señora quiera referirme lo que complace a sus hijos y otorgarme una eternidad superior a mí!

Se habló a Su Majestad, el rey del Alto y del Bajo Egipto, Jeperkara sobre la situación en que me encontraba y Su Majestad tuvo a bien enviarme regios presentes, como los que envía a los príncipes de otro país, para que su siervo se gozara. También me escribieron sus regios hijos que están en palacio.


El decreto del rey
Copia del decreto enviado a este humilde siervo en relación con su regreso a Egipto:

«Horus Repetidor de nacimientos las dos diosas, repetidoras de nacimientos; el señor del Alto y del Bajo Egipto, jeperkara, hijo de Ra, Amenemhet, que vive por siempre y eternamente.
»Orden del rey para su amigo Sinuhé. He aquí que se te cursa orden del rey para que sepas lo siguiente: has viajado por países extranjeros desde Kedem a Retenu Has pasado de uno a otro país conforme a los consejos de tu propio corazón. ¿Acaso has cometido alguna acción para temer que se te castigue? No has blasfemado de manera que hubiera que oponerse a tus palabras, ni tampoco has provocado oposición en las discusiones de los consejeros de manera que hubiera que actuar en contra de tus intenciones. Te has marchado únicamente por lo que tú has pensado, pero no porque yo tuviera algo contra ti en mi corazón.
»La reina, tu cielo, que vive en palacio, continúa allí y prospera y comparte el gobierno del país. En cuanto a sus hijos moran en la parte reservada del palacio, Te hartarás de riquezas, vivirás de los presentes que se te otorguen.
»Regresa a Egipto para que contemples el palacio en que creciste, para que beses la tierra ante las dos puertas y puedas reunirte con los amigos
>>Ya has comenzado a envejecer, has perdido tu fuerza viril. Piensa en el día del embalsamamiento, en citando serás conducido a la bienaventuranza eterna. Se te consagrará una noche con aceite de cedro y las manos de Tait te colocarán las bandas. Se formará una comitiva fúnebre el día de tu sepultura. Tu envoltura de momia será de oro con la cabeza de lapislázuli y, se colocara sobre ti un baldaquino cuando hayas sido situado en el sarcófago. Serás arrastrado por bueyes y precedido por cantores. Se real¡zarán las danzas de los Muu a la puerta de tu sepultura; se recitarán las invocaciones de sacrificio y se inmolarán víctimas cerca de tu estela. Las pilastras de tu tumba serán de piedra blanca en medio de las tumbas de los hijos del rey. No, no morirás en tierra extranjera, no te sepultarán asiáticos ni serás introducido dentro de una piel de carnero ni se te convertirá en un túmulo informes. Ya es muy tarde para que sigas llevando tina vida errante. Cuida, por lo tanto, de tu muerte y regresa.»


La respuesta de Sinuhé
Esta misiva me llegó cuando me encontraba en medio de mi tribu. Cuando me la leyeron, me eché sobre el vientre, toqué el polvo y Me lo lancé sobre los cabellos. Corrí gozoso por el campo mientras gritaba de alegría:

-¿Cómo puede ser que se conceda esta gracia a un siervo a quien el corazón llevó a marcharse a tierras extranjeras? ¡Qué deliciosa es la compasión que me libra de la muerte! Tu ka va a permitir que mi vida concluya en la corte.

Copia del acuse de recibo de esta misiva:
«El siervo del palacio, Sinuhé, dice: ¡En paz! Es maravilloso que Tu ka conozca la huida que llevó a cabo inconscientemente tu humilde siervo; oh, buen dios; oh, señor de los dos países; amado de Ra y ensalzado por Mont, señor de Tebas, Amón, señor de los tronos de los dos países, Sobek Ra, Horus, Hathor, Atom con sus nueve dioses, Soped, Nefer-bau, Semseru el Horus oriental, la Señora de Buto que se ha ceñido a tu cabeza, el consejo que está sobre las aguas Min-Horus, que mora en las regiones desiertas, Wereret, señora de Punt, Nut, Haroeris los dioses y señores de Egipto y de las islas del Gran Verde, ¡que todos ellos proporcionen vida a tu nariz, te recuerden en sus dones, te otorguen eternidad sin límites y tiempo perdurable sin fin!
»Que el pavor que provocas se extienda por las llanuras y los montes, ya que has dominado todo lo que el sol abarca en su carrera. Este ruego de este humilde siervo va dirigido a su señor, al que salva del Amenti. El señor de la sabiduría, que conoce a sus súbditos, se ha percatado en el secreto del palacio de que este humilde siervo temía hablar, porque era un tema delicado para tratarlo. Sin embargo, el gran dios imagen de Ra le ha proporcionado inteligencia para hablar contigo. Su Majestad es el Horus vencedor, y tus brazos son poderosos cuando se enfrentan con todos los países.
»Ahora ruego a Su Majestad que ordene que le traiga a Mek¡ de Kedemi, Jentiu-Iaush de Jentekeshu, y a Menus del país de los Feneju. Todos ellos son príncipes famosos que te, aman y se han engrandecido gracias a tu amor. No hace falta que mencione a Retenu, ya que es tan tuyo como lo son tus perros.
»La huida que tu siervo llevó a cabo no fue intencionada, Ni la había pensado ni la preparé. Ignoro lo que me sacó de donde me encontraba. Fue como un sueño, como si un hombre que está en el delta se encontrara de repente en Elefantina o un hombre que se halla en los pantanos se viera en Nubia. No tenía nada que temer. No me perseguían. No había oído nada malo que se relacionara conmigo, Mi nombre no estaba en la boca del heraldo. A pesar de esto, mi cuerpo tembló, mis pies sintieron impaciencia, mi corazón me condujo y el dios que me predestinó a la huida me impulsó. No he huido por contumacia, y el que conoce su país siente el temor porque Ra ha extendido el temor por ti en el país y el pavor en todas las regiones extranjeras.
Tanto si me encuentro en palacio como si me hallo en este lugar, tú eres el que puede oscurecer este horizonte. El Sol sale en obediencia a tu orden, el agua del río es bebida cuando tú lo deseas y el aire del cielo es respirado cuando tú lo ordenas.
»Este humilde siervo abandonará las funciones de visir que este humilde siervo ha desempeñado en este lugar. 
»Lo que Su Majestad desee hará, porque vivimos gracias al aire que tú nos concedes. ¡Qué Ra, Horus y Hator amen tu excelsa nariz, para que viva eternamente de acuerdo con el deseo de Mont, señor de Tebas!»


Sinuhé regresa a Egipto
Entonces vinieron a buscar a este humilde servidor. Aún permanecí un día en Yaa Entregué todos mis bienes a mis hijos Mi hijo mayor se quedó a cargo de mi tribu y recibió mi tribu y todas mis posesiones, mis siervos, todos mis ganados, mis frutos y todos mis árboles frutales.

Después este humilde siervo se dirigió hacia el sur y se detuvo en los cruces de Horus. El general que estaba a cargo de las fuerzas de la frontera envió a un mensajero a palacio para informar de mi llegada. Entonces Su Majestad envió a un diligente intendente de los campesinos de la casa del rey, seguido por barcos repletos de regalos regios para los beduinos que me habían acompañado y conducido hasta los cruces de Horus. Los presenté llamando a cada uno de ellos por su nombre.

Los sirvientes se pusieron a realizar su labor. Por mi parte, me puse en camino e icé las velas. Se amasó y filtró en mi presencia hasta que llegué a la ciudad de Itu.


Sinuhé en la corte
Cuando amaneció a la mañana siguiente, acudieron a llamarme. Diez hombres vinieron y diez hombres me llevaron a palacio. Toqué el suelo con la frente entre las esfinges. En la puerta me esperaban los hijos del rey. Por lo que se refiere a los Amigos que estaban ya introducidos en la sala hipóstila, me condujeron a la gran sala. Allí se encontraba Su Majestad, en el gran trono de oro colocado en un nicho. Me arrojé sobre mi vientre, perdiendo todo conocimiento en su presencia, aunque el dios me saludó con amabilidad. Sin embargo, yo era como el que es atrapado por la oscuridad de la noche que cae. Mi alma desfalleció, mi cuerpo tembló, mi corazón dejó de estar en mi pecho y no sabía si estaba vivo o muerto.

Entonces Su Majestad le dijo a uno de estos Amigos:
-Levántale para que pueda hablar. -Después Su Majestad añadió-: He aquí que has regresado después de haber recorrido los países extranjeros tras tu huida. La vejez se ha apoderado de ti y has alcanzado la ancianidad. No es cuestión de escasa importancia que tu cadáver sea sepultado y no lo entierren los extranjeros. No te agites, no te agites contra ti mismo. Hombre silencioso. No hablas aunque se pronuncia tu nombre.

Tuve miedo del castigo y repliqué como un hombre atemorizado:
-¿Qué me dice mi señor? Desearía responderle pero no puedo. Sobre mí pesa la mano de dios. Me invade un temor como el que me impulsó a la desdichada huida. Aquí me encuentro postrado ante ti. Mi vida es tuya. Obre Su Majestad a su arbitrio.

Se ordenó entonces aparecer a los hijos del rey, y Su Majestad le dijo a su real esposa:
-Mira. Sinuhé ha regresado convertido en un asiático, en un verdadero hijo de beduinos.
La reina lanzó entonces un grito y los hijos del rey prorrumpieron en alaridos diciendo a Su Majestad:
-No puede ser él, no es cierto, oh rey, mi señor,
-Es cierto que se trata de él -repuso Su Majestad.

Habían traído sus collares, sus crótalos y sistros y se le hizo entrega de ellos a Su Majestad.
-Coloca tus manos sobre algo bello, rey eterno, ornamento de la Señora del Cielo. ¡Que la diosa de oro ponga vida en tu nariz y que la Señora de las estrellas te acompañe! ¡Que la corona del sur vaya corriendo río abajo, y la corona del norte, río arriba, y ambas estén unidas y se junten cuando lo ordene Su Majestad! ¡Que la serpiente ciña tu frente! ¡Qué puesto que has salvado a tus súbditos del mal, Ra te sea propicio, oh señor de los dos países! ¡Alabanza a ti y a la Señora!. Arranca tu cuerno y saca tu flecha. Infunde aliento en el que no lo tiene y otórganos un hermoso presente festivo en la persona de este jefe, hijo de Mehyt, de este extranjero nacido en Egipto. Si emprendió la huida, fue porque te tenía miedo; si abandonó el país, se debió a que te temía. Pero el rostro que ha contemplado la faz de Su Majestad no palidece, y el ojo que te ha visto ya ha perdido el temor.

Entonces Su Majestad dijo:
-Que no tema ni se deje arrastrar por el pavor. Será un amigo entre los consejeros y lo situaré en medio de los cortesanos. Llevadlo al pabellón de la mañana para servirle.


Sinuhé espera la llegada de la muerte
Cuando salí del pabellón, me estrecharon la mano los hijos del rey y nos fuimos a la doble gran puerta. Me instalaron en la casa de uno de los hijos del rey, repleta de grandiosas riquezas. Allí había una sala fresca e imágenes divinas del horizonte. Había también cosas preciosas que pertenecían al tesoro. En cada habitación había vestiduras de lino procedentes del guardarropa regio, así como mirra y aceite fino del rey y de los nobles a los que ama. Y todos los sirvientes atendían a su labor.

Me quitaron años del cuerpo, me cortaron el pelo y me peinaron. Así fueron al desierto la suciedad y las ropas bastas del que camina por la arena. Me vestí con las ropas delicadas de lino y fui ungido con fino aceite, Dormí en una cama y abandoné la arena para los que viven en ella y el aceite de árbol a los que se frotan con él.

La casa de campo que me asignaron había estado en posesión de un Amigo. En su reconstrucción trabajaron muchos artesanos y todos sus árboles fueron plantados de nuevo. Diariamente, me traían la comida de palacio tres o cuatro veces, sin incluir la que generosamente me entregaban continuamente los hijos del rey.


Me erigieron una pirámide de piedra en medio de las pirámides. El maestro de los talladores de piedra para las pirámides dirigió la construcción en el terreno qué se le había reservado, el maestro de pintores la decoró, el escultor la esculpió y los mejores artesanos trabajaron en ella. El mobiliario más selecto del que se pone en las tumbas se tuvo buen cuidado de disponerlo en la mía. Me asignaron servidores del Ka. Se me aparejó un terreno funerario, que contaba con huertos y un jardín, frente a mi tumba, igual que se hace con un Amigo de primer rango. Mi estatua fue cubierta de oro, con un faldellín de oro fino. La encargó Su Majestad en persona. A ningún hombre corriente se le otorgaron favores semejantes. Y así permanecí en la gracia del rey hasta que llegó el día de mi fallecimiento.






martes, 17 de septiembre de 2013

El Código de Hammurabi




Hammurabi (también se usan transliteraciones como Hamurabi, Hammu-rapi o Khammurabi) (1728–1686 aC. según la cronología corta y 1792-1750 a.C. según la cronología media).

Rey de Babilonia de la estirpe de los amorreos, sexto de la primera dinastía babilónica, sucedió a su padre a la edad de entre 25 y 30 años. Hasta entonces, había dedicado su vida al estudio de la diplomacia, la milicia y la cultura. Cuando accedió al trono, sus poderosos rivales Shamsi-Adad I de Asiria, Rim-Sin de Larsa y Dadusha de Eshnunna ya eran hombres maduros o ancianos.

Antes de comenzar su campaña de conquistas, Hammurabi se dedicó a sentar las bases de su Imperio, recomponiéndolo social y económicamente. Hecho esto comenzó sus luchas contra Asiria, el Elam, Larsa y Eshnunna, en las que saqueó Gutium, Maniksum y multitud de otras poblaciones.

Tras las conquistas Hammurabi supo consolidar su imperio unificando su lengua, su religión y sus leyes. Es este último capítulo el que le ha hecho célebre, ya que su Código de Hammurabi, además de ser uno de las primeras iniciativas legislativas de la Humanidad, se ha convertido con los siglos en todo un icono cultural.
Además se abstuvo de atacar a las familias de hurritas que emigraron y se asentaron en la periferia de su reino, con lo que se ganó su confianza. Asimismo se dedicó a embellecer varias ciudades del imperio, no sólo Babilonia, con lo que difundió el arte por sus territorios. Gracias a todo ello consiguió entregar su imperio a su hijo y sucesor Samsu-Iluna.

Durante su reinado, Hammurabi mandó construir canales, mejorar los sistemas de riego y edificar palacios y templos.


El Código de Hammurabi

Hammurabi gobernó Babilonia, entre los años 1792 a. C. y 1750 a.C. siendo el sexto rey de la dinastía babilónica, realizando una tarea unificadora del reino, entre la que se destacó su obra legislativa.


El Código de Hammurabi fue el primer código legal de la historia. Su contenido es posible conocerlo, merced al hallazgo, por parte de arqueólogos franceses en 1902, de una losa de basalto (estela), donde están escritas las normas con caracteres cuneiformes, en lengua acadia. El descubrimiento fue realizado en Susa, Persia, lugar al que fue conducido como trofeo de guerra por los elamitas en el siglo XII a.C., y se conserva actualmente en el Museo del Louvre, en París. Mide casi 2,40 m. de altura y posee 3.600 líneas.

Su importancia radica en establecer la aplicación de sanciones por parte de un organismo estatal específico, reemplazando la venganza privada y compilando las costumbres de los sumerios.

La imagen de un rey erguido, recibiendo del dios Ashmash, dios del Sol y la justicia, las reglas a cumplir, consta en la parte superior, seguida de un prólogo, 282 leyes y un epílogo, donde se regula la vida social y económica en todos sus aspectos, estableciendo un riguroso e implacable sistema penal.

El prólogo explica los motivos que lo inspiran a la redacción de este sistema de leyes, y comienza así:

“Cuando Anu y Enlil, señores del cielo y de la tierra, que determinan los destinos del mundo, entregaron a Marduck, hijo de Ea, el dominio de la humanidad; cuando ellos lanzaron el nombre de Babilonia y lo hicieron grande hasta los cuatro ángulos de la tierra…, me llamaron a mí, Hammurabi, el príncipe excelso, el que honra a los dioses y hace prevalecer la justicia sobre el suelo para destruir el mal, para que el fuerte no abuse del débil, y para que yo pueda, como Ashmash, levantarme sobre los hombres de cabeza negra, para mejorar la tierra y llevar la bendición a los humanos…”


Contenido jurídico
Las leyes del Código de Hammurabi, (numeradas del 1 al 282, aunque faltan los números 13, 66–99 y 110–111) están inscritas en babilonio antiguo y fijan diversas reglas de la vida cotidiana. Norman particularmente:
* la jerarquización de la sociedad: existen tres grupos, los hombres libres, los "muskenu" (quienes se especula podrían ser siervos o subalternos) y los esclavos.
* los precios: los honorarios de los médicos varían según se atienda a un hombre libre o a un esclavo.
* los salarios: varían según la naturaleza de los trabajos realizados.
* la responsabilidad profesional: un arquitecto que haya construido una casa que se desplome sobre sus ocupantes y les haya causado la muerte es condenado a la pena de muerte.
* el funcionamiento judicial: la justicia la imparten los tribunales y se puede apelar al rey; los fallos se deben plasmar por escrito.
* las penas: aparece inscrita toda una escala de penas según los delitos y crímenes cometidos. La base de esta escala es la Ley del Talión.
Se tratan también el robo, la actividad agrícola (o pecuaria), el daño a la propiedad, los derechos de la mujer, los derechos en el matrimonio, los derechos de los menores, los derechos de los esclavos, homicidio, muerte y lesiones. El castigo varía según el tipo de delincuente y de víctima.


Algunas leyes.
 Pena de muerte:
-Ahogamiento:

108. Si una tabernera no cobra cebada como precio por la cerveza y cobra en dinero según una pesa grande y rebaja el valor de cerveza en relación al valor de la cebada, que se lo prueben y la tiren al agua.

129. Si la esposa de un hombre es sorprendida acostada con otro varón, que los aten y los tiren al agua; si el marido perdona a su esposa la vida, el rey perdonará también la vida a su súbdito.

133b. Si esa mujer no guarda su cuerpo y entra en casa de otro, que se lo prueben a esa mujer y que la tiren al agua.

143. Si no ha guardado su cuerpo, ha estado saliendo, ha dilapidado la casa y ha sido desconsiderada con su marido, a esa mujer la tirarán al agua.

155. Si un hombre le elige una novia a su hijo y su hijo yace con ella, y más tarde es él quien yace con ella y lo sorprenden, a ese hombre lo atarán y lo tirarán al agua.


Familia
-Dote matrimonial:

137. Si un hombre quiere divorciarse de una (sacerdotisa) shugitum que le ha dado hijos, o de una (sacerdotisa) naditum que le ha dado hijos, que a esa mujer le devuelvan su dote; además le darán la mitad del campo, de la huerta y de los bienes muebles, y criará a sus hijos; desde que haya criado a sus hijos, que a ella, de todo lo que les fue entregado a sus hijos, le den una parte como a un heredero más, y que case con ella el marido que a ella le guste.

138. Si un hombre se divorcia de su esposa principal, que no le ha dado aún hijos, le dará todo el dinero de su precio de novia; y le restituirá toda la dote que trajo de casa de su padre; luego, que se divorcie de ella. 

139. Si no ha habido precio de novia, le pagará 1 mina de plata como compensación por el repudio.

142. Si una mujer siente rechazo hacia su marido y declara: “Ya no vas a tomarme”, que su caso sea decidido por el barrio y, si ella guardó su cuerpo y no hay falta alguna, y su marido suele salir y es muy desconsiderado con ella, esa mujer no es culpable; que recupere su dote y marche a casa de su padre.

150. Si un hombre regala a su esposa un campo, una huerta o un objeto, y le extiende documento sellado, que, después de muerto su marido, no lo reclamen sus hijos; la madre dará su herencia al hijo suyo que más quiera, no tiene que dársela a otro.

153. Si la esposa de un hombre, a causa de otro varón, hace que maten a su marido, a esa mujer la empalarán.

154. Si un hombre yace con una hija suya, a ese hombre lo desterrarán de la ciudad.

155. Si un hombre le elige una novia a su hijo y su hijo yace con ella, y más tarde es él quien yace con ella y lo sorprenden, a ese hombre lo atarán y lo tirarán al agua.

156. Si un hombre elige una novia a su hijo, pero su hijo no ha yacido aún con ella y es él quien yace con ella, que le pague a ella 1/2 mina de plata; y le restituirá a ella cuanto hubiese traído de casa de su padre; luego, que case ella con marido de su elección.

159. Si un hombre, que había mandado ya a casa de su suegro el regalo de esponsales y había dado el precio de la novia, se encapricha de otra mujer y le dice a su suegro: “No tomaré a tu hija por esposa”, el padre de la muchacha se quedará con todo lo que le había sido llevado ya.

160. Si un hombre manda a casa de su suegro el regalo de esponsales y da el precio de la novia y luego le dice a él el padre de la muchacha: “No te daré mi hija”, que calcule 2 veces lo que le había sido llevado y lo devuelva.

161. Si un hombre manda a casa de su suegro el regalo de esponsales y da el precio de la novia, y luego su amigo lo calumnia, y su suegro le dice al marido: “No tomarás a mi hija por esposa”, que calcule 2 veces lo que le había sido llevado y lo devuelva, pero que a su esposa no la tome su amigo.

162. Si un hombre toma una esposa, ella le alumbra hijos y luego a ella le llega su última hora, que el padre de ella no reclame su dote; su dote será solamente de sus hijos.

163. Si un hombre toma una esposa y luego ella no le proporciona hijos, y a esa mujer le llega su última hora, si el suegro le devuelve el precio de la novia que él había llevado a casa de su suegro, que el marido no reclame (además) la dote de esa mujer; su dote será solamente de casa de su padre.

164. Si el suegro no le devuelve el precio de la novia, él descontará de la dote de ella el precio de novia, y, luego, que la dote de ella se la devuelva a su padre.

165. Si un hombre le regala un campo, una huerta o una casa a su heredero predilecto y redacta un documento sellado, luego, al llegarle al padre su última hora, cuando los hermanos hagan partes, él se quedará con la donación que le había hecho el padre, y, además de todo ello, harán partes iguales de los bienes de la casa del padre.

166. Si un hombre les elige esposas a los hijos que haya tenido, pero no ha elegido aún esposa a su hijo menor, luego, al llegarle al padre su última hora, cuando los hermanos hagan partes, de los bienes de la casa del padre asignen a su hermano menor, que no ha tomado aún esposa, además de su parte, dinero para el precio de novia, y, de este modo, le dejarán tomar una esposa.

167. Si un hombre torna una esposa y ella le alumbra hijos, y luego, a esa mujer, le llega su última hora, y, después de muerta ella, él toma otra esposa y ella le alumbra hijos, que más tarde, al llegarle al padre su última hora, los hijos no hagan partes según las madres; se quedarán con las dotes de sus respectivas madres y, luego, harán partes iguales de los bienes de la casa del padre.



El poema del Enuma Elish o Poema babilónico de la creación

El poema del Enuma Elish o Poema babilónico de la creación


Cuando, en las alturas, el Cielo no había recibido nombre,
y abajo, el suelo firme no había sido llamado;
nada, salvo el primordial Apsu, su Engendrador,
Mummu y Tiamat -la que les dio a luz a todos;
sus aguas se entremezclaron.

Ninguna caña se había formado aún, ni tierra pantanosa había aparecido.
Ninguno de los dioses había sido traído al ser aún,
nadie llevaba un nombre, sus destinos eran inciertos;
fue entonces cuando se formaron los dioses en medio de ellos.

Sus aguas se entremezclaron...
Los dioses se formaron en medio de ellos:
el dios Lahmu y el dios Lahamu nacieron;
por su nombre se les llamó.

Antes de que hubieran crecido en edad
y en estatura hasta el tamaño señalado,
el dios Anshar y el dios Kishar fueron formados,
sobrepasándoles en tamaño.

Cuando se alargaron los días y se multiplicaron los años,
el dios Anu se convirtió en su hijo -de sus antepasados un rival.
Entonces, el primogénito de Anshar, Anu,
como su igual y a su imagen engendró a Nudimmud.

Los hermanos divinos se agruparon;
perturbaban a Tiamat con sus avances y retiradas.
Alteraban el vientre de Tiamat
con sus cabriolas en las moradas del cielo.
Apsu no podía rebajar el clamor de ellos;
Tiamat había enmudecido con sus maneras.
Sus actos eran detestables...
Molestas eran sus maneras.

En la Cámara de los Hados, el lugar de los Destinos,
un dios fue engendrado, el más capaz y sabio de los dioses;
en el corazón de lo Profundo fue Marduk creado.

El que lo engendró fue Ea
Su silueta era encantadora, brillante el gesto de sus ojos;
Nobles eran sus andares, dominantes como los de antaño...
Grandemente se le exaltó por encima de los dioses, rebasándolo todo.
Era el más noble de los dioses, el más alto;
sus miembros eran enormes, era excesivamente alto.

Cuando movía los labios, estallaba el fuego;
éstos lanzaban sobre él sus impresionantes relámpagos,
vestido con el halo de diez dioses,
haciéndolo bueno para sus objetivos.

Anu extrajo y dio forma a los cuatro lados,
relegando su poder al líder del grupo,
arremolinándose como un torbellino.

Él produjo corrientes, alteró a Tiamat; los dioses no descansaban,
llevados como en una tormenta.
Diluyó las vitales de aquellos... pellizcó sus ojos.
Tiamat iba de un lado a otro muy turbada.

De ella emergieron once monstruos, rugientes y furiosos;
y marcharon junto a Tiamat.
Los coronó con halos.

El primogénito entre los dioses que formaron la asamblea de ella;
Ella elevó a Kingu,
en medio de ellos lo hizo grande...
El alto mando en la batalla
confió a su mano.

Ella ha creado una Asamblea y ha montado en cólera...
les ha dado armas incomparables, ha dado a luz monstruos-dioses...
además once de esta clase ha dado a luz;
de entre los dioses que formaban su Asamblea,
ella ha elevado a Kingu, su primogénito, le ha hecho jefe...
le ha dado una tablilla de destinos, se la ha sujetado al pecho.

Aquel que es potente será nuestro Vengador; aquel que es agudo en la batalla:
¡Marduk, el héroe!;
El besó los labios de Anshar:
¡Si yo, realmente, como vuestro Vengador
he de vencer a Tiamat, he de salvar vuestras vidas,
convoca una Asamblea para proclamar mi Destino supremo!

Anshar abrió la boca,
a Gaga, su Consejero, una palabra dirigió...
Ponte en camino, Gaga,
toma tu puesto ante los dioses,
y lo que yo te cuente
repíteselo a ellos.

El Señor salió, siguió su curso;
Hacia la furiosa Tiamat dirigió su rostro...
El Señor se acercó para explorar el lado interno de Tiamat-
los planes de Kingu, su consorte, apreciar.

Mientras observaba, su curso se vio afectado,
su dirección se distrajo, sus actos eran confusos.
Cuando los dioses, sus ayudantes,
que marchaban a su lado,
vieron al valiente Kingu, su visión se hizo borrosa.

Tiamat lanzó un rugido...
el Señor levantó la desbordante tormenta, su poderosa arma.
Tiamat creció, las raíces de sus piernas se sacudían adelante y atrás.

Tiamat y Marduk, los más sabios de los dioses,
avanzaban uno contra otro;
prosiguieron el singular combate,
se aproximaron para la batalla.

El Señor extendió su red para atraparla;
el Viento del Mal, el de más atrás, se lo soltó en el rostro.
Cuando ella abrió la boca, Tiamat, para devorarlo-
él le clavó el Viento del Mal para que no cerrara los labios.
Los feroces Vientos de tormenta cargaron entonces su vientre;
su cuerpo se dilató; la boca se le abrió aún más.
A través de ella le disparó él una flecha, le desgarró el vientre;
le cortó las tripas, le desgarró la matriz.
Teniéndola así sojuzgada, su aliento vital él extinguió.

Después de matar a Tiamat, la líder,
su grupo fue destruido, su hueste hecha pedazos.
Los dioses, los auxiliares que marchaban al lado de ella,
temblando de miedo,
dieron la espalda para salvar y preservar sus vidas.

Al echarles la red, se encontraron atrapados...
A todo el grupo de demonios que había marchado junto a ella
les puso grilletes, sus manos ató...
Estrechamente rodeados, no podían escapar.

Marduk volvió entonces a Tiamat, a la que había sometido.

El Señor se detuvo a ver su cuerpo sin vida.
Dividir al monstruo él, entonces, ingeniosamente planeó.
Después, como un mejillón, la desgarró en dos partes.

El Señor puso su pie sobre la parte posterior de Tiamat;
con su arma le separó el cráneo;
cercenó los canales de su sangre;
e hizo que el Viento Norte lo llevara
a lugares que habían sido desconocidos.

La otra mitad la levantó como pantalla para los cielos:
encerrándolos juntos, como vigías los estacionó...
Dobló la cola de Tiamat para formar la Gran Banda como un brazalete.

Poniendo la cabeza de Tiamat en posición,
él elevó las montañas encima.
Abrió manantiales, y torrentes para sacar el agua.
De los ojos de ella dejó salir el Tigris y el Eufrates.
Con sus ubres formó las altas montañas,
perforó manantiales para pozos, para sacar agua.

Y a Kingu, que había sido el principal entre ellos,
lo hizo encoger;
como al dios DUG.GA.E lo consideró.
Le quitó la Tablilla de los Destinos,
que no era legítimamente suya.


ANÁLISIS
1.            Introducción
El poema del Enuma Elish o Poema babilónico de la creación es un texto que puedo haberse escrito afines del II milenio a.C.[1], el texto fue redactado en lengua acadia, plasmadas en siete tablillas cuneiformes[2], fueron encontrados en las ciudades de Kish, Assur y Nínive, en esta última ciudad fue encontrado en la biblioteca de Asurbanipal. Los diversos fragmentos archivados en la biblioteca de Asurbanipal datan del I milenio a.C., siglo IX y las más recientes datan del siglo II. Otras hipótesis afirman que el texto se redacto en los años del reinado de Hammurabi, otros aseguran que fue durante la II dinastía Sin (1150 – 1025), específicamente en el reinado de Nabucodonosor I (1124 – 1103) y unos que lo ubican entre la etapa mesobabilónica.

El Enuma Elish era recitado en la festividad de Año Nuevo en Babilonia y en el cuarto día del mes de nisan[3]. Los diversos autores que trabajan e investigan este poema concluyen que su creación debió estar destinada para las ceremonias religiosas. Según Wilfred George Lambert, estudioso y experto en asiriología y estudios del Cercano Oriente, afirma que este poema se recitaba frente a la estatua de Marduk.
Este poema relata la lucha que se desata entre la diosa Tiamat y el dios Marduk, a partir del cual surgen el orden, el universo y el hombre.


2.            Enuma Elish: ¿cosmogonía y antropogonía?
El Poema de la Creación pertenece a la narración mítica, su finalidad trata de responder al origen del cosmos, el universo e incluso de la humanidad. Este tipo de mitos se remontan a un tiempo en el cual los elementos que constituirán el cosmos se hallan en desorden. En relación al tema Eliade escribe:

“[…] el mito cosmogónico, además de tener una importante función como modelo y justificación de todas las acciones humanas, es el arquetipo de todo un conjunto de mitos y de sistemas rituales. Toda idea de renovación, de "retorno", de "restauración", por distintos que sean los planos en que se presente, puede ser reducida a la noción de "nacimiento", y ésta, a su vez, a la de "creación cósmica".”[4]

Siguiendo la cita anterior, el "retorno", "restauración" y "nacimiento" del tiempo son características del mito cosmogónico. En la búsqueda de la regeneración del tiempo se apela a la realización de ritos que aseguren la renovación del tiempo y del cosmos. El Poema babilónico de la creación se uso como medio para la dramatización y representación de la regeneración del tiempo. Al respecto se puede decir que:

“[…] el carácter dramático del acto de la creación tal como se nos ofrece en este tipo de mitos: el cosmos no es creado ex nihilo por la divinidad suprema, sino que cobra existencia por el sacrificio (o el autosacrificio) de un dios […] de un monstruo primordial (Tiamat,…) […]”[5]

La dramatización en los mitos cosmogónicos nos permiten observar como se presenta el transito del caos al orden, en el cual se produce cambio del tiempo hierofánico al tiempo profano y viceversa, allí se destruye al “tiempo viejo” en el cual tuvieron lugar acontecimientos “sin sentido” o ahistóricos[6]. La cosmogonía busca crear una realidad nueva o distinta, momento desde el cual se puede ubicar el orden, dentro de un mundo físico.

El otro aspecto en el Poema de la creación es la presencia de la antropogonía, esto se refiere a todo aquel origen o creación del hombre en etapas muy pretéritas, esto último dependerá de las culturas en las cuales se creó los relatos míticos[7]. En la antropogonía el hombre es resultado de una creación divina. Por tal, la naturaleza del hombre es resultado en algunos casos, de barro y espíritu, en otros a partir del sacrificio de un determinado dios.[8]

En el caso del Enuma Elish la relación entre cosmogonía y antropogonía puede sintetizarse con la siguiente cita:

“[…] toda cosmogonía es una antropogonía (relato de los orígenes del ser humano), pues revela la identidad humana en el origen de sus relaciones con Dios, con el otro y con el mundo.”[9]


3.            Orden, creación y regeneración de la vida
El nombre del poema Enuma Elish, proviene de la traducción del primer verso, “Cuando en lo alto”. Es de origen babilónico, posiblemente fue escrito durante el reinado de Hammurabi. Aquí se resalta al dios Marduk como el supremo entre los dioses, creador del mundo y de los hombres.
La lucha entre el orden y el caos (Marduk contra Tiamat), tiene como inicio la “etapa” en la cual el universo – lo se llamaría después así -  era atemporal, ahistórico, desconocido, indefinible y materialmente caótico. Por ello lo versos del poema inician señalando que la totalidad del cosmos aun no se encontraba en un estado temporal.

Existía un caos primigenio representado en una masa acuosa en la cual coexistían dos géneros: por un lado estaba el agua salada, representado por Tiamat (mujer) y por el otro el agua dulce, representado por Apsu. En este principio ex nihilo no existen aun los dioses, ni el universo y ni los seres humanos, el poema empieza:

“Cuando arriba los cielos no habían sido nombrados
(y) la tierra firme abajo no había sido llamada con nombre;
[…] cuando cualesquiera de los dioses no habían sido traídos al ser
ni llamados con nombre, no destinados sus destinos […]”[10]

El texto continúa narrando la genealogía de los dioses y como a partir de la unión de Tiamat con Apsu, dará origen a los primeros dioses, llamados Lahmu y Lahamu, quienes luego engendraran a Anshar y Kishar[11]. Los mismos que engendraran al dios Anu[12], este dios engendro a Ea[13] y por último Ea y Damkina procrearon a Marduk[14].

En la primera tablilla del poema también se cuenta el inicio de la lucha entre los dos grupos de dioses: el sector de los dioses “viejos”, encabezados por Tiamat-Apsu; y el sector de los dioses jóvenes liderados por Anshar y Kishar (en un primer momento, luego la lucha será continuada por sus descendientes). El inicio de la lucha directa se debió al asesinato de Apsu a manos de Ea. Este suceso provoco la reacción furibunda de la diosa Tiamat, esposa de Apsu.

“[…] […daremos] batalla, contra los dioses […”].
Se apretujaban e iban a los lados de Tiamat.
Enfurecidos maquinaban de día y de noche.
Están resueltos al combate; gruñidores, furibundos,
[…] cuando Tiamat hubo hecho así vigorosamente la obra de sus manos,
se dispuso ella misma para la batalla contra los dioses, su linaje.
Para vengar a Apsu, Tiamat obró lo malo”[15]

A la muerte de Apsu, los dioses Ea  y su esposa Damkina procrean a Marduk[16], a pesar de ello los dioses entran en una etapa de enfrentamientos, el miedo que infundio Tiamat al formar un ejército de seres infernales. Los dioses no querían enfrentarla, ante la negativa de los demás dioses Anshar propone a Marduk para que le hiciera frente a la diosa Tiamat; el dios Sol acepto, bajo la condición de que si derrotaba a Tiamat los demás dioses lo reconocieran como el supremo dios.

En la lucha entre Tiamat y Marduk, este último invita a no resistirse a la lucha inevitable entre ellos, acusa a Tiamat de haber corrompido la casa de los dioses porque tomo un nuevo esposo, Kingu, de manera ilegal y además le dio poderes supremos que no debía. Ante las acusaciones de Marduk, Tiamat se abalanzo sobre él, mientras el dios repetía:

“[…] acércate; tú y yo nos encontraremos en combate singular
[…] El soltó la flecha, esta desgarro su vientre,
 corto a través de sus entrañas, hendiendo el corazón.
Habiéndola subyugado así, extinguió su vida.”[17]

 La muerte de Tiamat a manos de Marduk, hace posible la creación del mundo y más tarde la del hombre. Luego de haberle dado muerte, Marduk inicia la creación del mundo a partir del cuerpo de Tiamat. Parte el cuerpo en dos, una de las mitades lo ubica en el cielo, dando origen a los astros y estrellas, reserva estos lugares como ambiente para la vivienda de los dioses. Dividió el cielo en Enlil y Ea, determina la salida y ocultamiento de la luna y el sol. De la otra mitad de Tiamat crea la tierra. La narración continúa con la organización del gobierno del mundo y elige a Babilonia como primera ciudad que debe ser edificada.
En las tablillas del I al V, se puede extrapolar que el conflicto de fondo entre Tiamat y Marduk, plantea la dicotomía entre el caos y el orden; la ilegalidad y la legalidad.

En el poema, la creación del hombre resulta ser a causa de la rebelión de los dioses de baja clase, los llamados igigi. Por ello la creación del ser humano, es para el servicio de los dioses, a través del trabajo y las ofrendas rituales; se modela el cuerpo humano en arcilla, con la finalidad que tenga una finitud y no aspire a lograr el rango de divinidad[18].

“entretejeré sangre (y) ensamblare huesos.
Suscitaré un ser humano, Hombre será su nombre.
En verdad, construiré al ser humano (denominado) Hombre.
Estará encargado del servicio de los dioses; […]”[19]

El Enuma Elish fue usado por los sacerdotes de Marduk para la dramatización del triunfo del dios ordenador sobre los dioses del desorden. Estas escenificaciones, en cual se recitaba el poema frente a la estatua de Marduk, se llevaron a cabo en las ceremonias de Años Nuevo y la llegada de la primavera. Al respecto Eliade escribe:

“En Babilonia, en el curso del ceremonial del Año Nuevo, ekitu (que dura doce días), se recitaba varias veces en el templo de Marduk el poema llamado de la creación, el Enuma Elish: era una manera de reactualizar por la magia oral y ritos que la acompañaban la lucha entre Marduk y el monstruo marino Tiamat, lucha que había tenido lugar in illo tempore y que puso fin al caos con la victoria final del dios.”[20]
Lo que se trataba se escenificar es el paso del caos al universo (orden). Los sacerdotes recitaban: <>[21]. La aspiración de todo esto es la idea de volver a empezar y regenerar, el llamado “tiempo viejo”. Dicha regeneración supone la repetición del rito cosmogónico de manera continua, la finalidad de la repetición es traer al presente los hechos del tiempo ex nihilo.


Notas
[1] Blazquez, José María (2008) “La mitología entre los hebreos y otros pueblos del Antiguo Oriente”. Biblioteca Miguel de Cervantes. 
[2] Presenta alrededor de 1100 versos, después de su reconstrucción.
[3] Blazquez, José María, óp. cit., p. 1. El autor cita R. Labat para afirmar que los babilonios consideraban este poema “como narración, himno, ritual, drama litúrgico, tratado de astronomía.”
[4] Eliade, Mircea (1974). Tratado de historia de las religiones. Tomo II. Madrid: Cristianidad, p.198.
[5] Ídem, p. 126. Véase el tomo I.
[6] En relación esto puede mencionarse que en el Poema de la creación la relación tiempo profano – hierofánico, puede identificarse en la lucha entre la diosa Tiamat y el dios Marduk (lucha entre caos y el orden), la ocurrencia se esos hechos no puede registrarse ni ubicarse temporalmente, el tiempo aun no existe.
[7] Ibarra Grasso, Edgar (1997). Cosmogonía y mitología indígena americana. Buenos Aires: KIER, p. 29. 
[8] En el caso del Enuma Elish esto se refleja con la muerte de Tiamat, de la cual se usa los huesos y la sangre para moldear al hombre.
[9] Rodríguez, María Paula (2011). La palabra de Dios, la palabra de la gente. Bogotá: San Pablo, p. 104.
[10] Universidad Autónoma Metropolitana (1989). El poema de la creación, Enuma Elish. Traducción de Luis Astey. México: Universidad Autónoma Metropolitana.
[11] Estos dioses estarán asociados al cielo (Anshar) y a la tierra (Kishar), de género masculino y femenino, respectivamente.
[12] Dios del cielo.
[13] En el texto también es llamado Nudimmund, dios de las aguas dulces. Este dios es calificado como el sabio y poderoso, incluso más que sus antecesores.
[14] Universidad Autónoma Metropolitana, óp. cit., p. 9. Véase la tablilla 1 del poema.
[15] Ídem, pp. 11 -13. Véase las tablillas I y II
[16] Marduk es descrito de la siguiente manera:
“[…] en la mansión de los destinos,
un dios fue generado, el más apto y sapiente entre los dioses.
[…] Era el más elevado de los dioses, sobrepasaba a todas su estatura;
sus miembros eran enormes, era extraordinariamente alto [...]” (ibíd., p. 10).
[17] Universidad Autónoma Metropolitana, óp. cit., pp. 24 – 25. Véase la tablilla IV.
[18] García Fernández, Marta (2010) “<>”.  Verbo Divino. Navarra, número 68, p. 7 – 8.
[19] Universidad Autónoma Metropolitana, óp. cit., p. 32.
[20] Eliade, Mircea, óp. cit., 184 – 185. Véase tomo II.
[21] Ibíd., p. 185.