viernes, 27 de noviembre de 2009

Un mundo de escribientes para un mundo sin lectores


Rita se sienta un jueves a La Mesa de Altos Estudios.Entusiasta decide abordar la carabela de Saramago para ir en busca de islas desconocidas.
De pronto se ve sola a bordo. Sólo escucha el eco de su voz que retumba en rostros queridos.
Tanta palabra apuntada sin ser escuchada, tanta palabra escrita sin ser leída.
Sin perder el entusiasmo, sola, tras los libros y sus letras, ve su imagen muda y su letra sin lectura.
No importa. La imagen la lleva a recordar un textito de Julio Cortázar. En medio del monólogo, un reflector que alumbra la mesa titila una vez: entra el Enormisimo Cronopio y se sienta.
Rita, en compañía. Su voz es ahora diálogo, sin importar si sus letras, aquí impresas, son leídas.
Al fin y al cabo el reconocimiento es lo de menos, lo de más es la lectura, y ahí te quiero ver.

Va para mi gozo:

La utopía negativa de Julio Cortázar en su texto "Fin del Mundo del Fin" muta de creativa fantasía a presagio.

En ese mundo imaginado sin lectores y sólo plagado de escribas condenados a escribir día y noche se produce un tremendo cataclismo. Luego, una nueva distribución de mares y continentes concluye con la condena a extinguirse de los escribas, la única raza que sobrevive, aunque precariamente, ya sin lectores, produciendo día y noche textos sin sentido.
La metáfora literaria desborda el futuro imaginado hacia la marca de un tiempo presente donde la tecnología digital permite leer y escribir en una misma superficie.
Esa relación sin fin, contínua, que altera la esencia de la relación profundamente humana entre el autor y el lector naufraga en un hipertexto sin límites que se construye y se reconstruye sin principio ni final.
La superabundancia de textos de los que habla en su breve cuento Cortázar, son ubicados en el fondo del mar hasta desbordar las costas. El agua marina, puesta con tanta violencia a expandirse, se evapora más que antes, o busca reposo mezclándose con los impresos para formar la pasta aglutinante. Por fin los barcos se detienen en distintos puntos de los mares, atrapados por la pasta y los escribas del mundo entero escriben millares de impresos explicando el fenómeno y llenos de una gran alegría.
Es el nacimiento de un mundo donde los lectores son condenados (¿o liberados?) a ser escribidores que no dejan de producir relatos día y noche. En tanto, otros avanzan sobre los nuevos territorios, saciando su ambición material de ocuparlo todo.
Hoy se impone una analogía con aquel cuento: "Lo real es codificado en un inmenso hipertexto virtual al que llegamos por la ventana de un computador donde se conjugan todos los géneros textuales sobre el mismo objeto, en la misma forma", como dice el historiador Roger Chartier.
Una nueva cartografía señala las nuevas islas de los mares virtuales, los blogs, donde 50 millones de escribidores esperan ser leídos por alguien.
Batallones de escribas se hablan y se escriben así mismos, y su existencia, ahora estará condenada a naufragar en un territorio sin lectores, dado que todos han sido puestos a escribir. "Se preanuncia la muerte de los escribas, ya que ha muerto un mundo, ha llegado a su fin", dice Cortázar.
¿Será el sin fin este presente condenado a la continuidad textual y virtual sin lectores? ¿Es posible navegar en este nuevo territorio existencial sin ser atacado por ciclones de sin sentido?
El hipertexto reconfigura un mundo casi sin límites, donde no hay fronteras, allí los herederos de los escribidores de Cortázar están condenados a relatar las nuevas bitácoras, donde se tritura el tiempo y el espacio y se desmaterializa la historia. También se preguntan, aunque en raras ocasiones, si la libertad es prisionera de tanta virtualidad.
Los escribidores son parte de un mundo real y a la vez capitanes de barcos con otros límites, con otros mares, con otros continentes donde no hay fronteras visibles.
Un único universo, una masa homogénea donde a veces naufraga el pensamiento colectivo, y los ojos ya no comprenden su innecesaria existencia frente a la monarquía de la imagen.
En tanto, algunos escribidores saben que la comunicación es un paso esencial de lo individual a lo colectivo y que de ella depende la supervivencia de la humanidad. Otros, sin embargo, son escribidores sin lectores. Casi todos al borde del fin de un mundo que no tiene fin.

Si acaso, si muy acaso, a alguien que anda por ahí se le ocuure, por pura ocurrencia, leer el cuento, aquí está:

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Juan Carlos Onetti: "Un sueño realizado"

Se abre la espiral.


Dos hechos marcaron profundamente el desarollo de la literatura hispanoamericana, el Modernismo y el Boom de la narrativa escrita en el continente americano.
     El término modernismo fue utilizado por primera vez por Rubén Darío, en 1888. Es un movimiento literario cuyas figuras mayores fueron José Martí, Julián del Casal, Manuel Gutiérrez Nájera y José Asunción Silva. Su objetivo fundamental fue la ruptura con el prosaísmo y la vulgaridad de la cultura burguesa anterior. Buscó un lenguaje poético basado en el culto a la belleza y en una exigencia artística depurada a su máxima expresión. La gravitación de la estética y el espectro temático modernista provocarían un vuelco irreversible a la literatura en español.
     Casi ocho décadas después, irrumpe en el panorama literario de nuestra lengua un cuerpo narrativo hispanoamericano de singular novedad y calidad. En 1964 y 1965, el crítico Ángel Rama y el escritor Carlos Fuentes designarían a esa poderosa e influyente presencia como Nueva Novela, expresión literaria que se venía gestando desde la década de 1940. El súbito e inesperado éxito internacional de esa novelística, cuyo ápice fue la década del 60, superó su definición original, sus marcos, obras y protagonistas, popularizándose como el Boom de la Nueva Narrativa Hispanoamericana. Sus parámetros y aportes son muy diferentes a los del Modernismo, sin cuya fundamentación seminal --una reivindicación sui generis de identidad americana abierta a la universalidad-- es difícil imaginar que se hubiese producido.El contexto social e histórico y las posibilidades de comunicación y difusión actuales, facilitaron la vigencia y trascendencia del boom, que no debe considerarse un movimiento, como el modernismo. El carácter que más le conviene, con sus afinidades, diversidad y divergencias, es el de un impulso fundador. Ese impulso está despojado de servidumbres a la técnica y la temática. Su singularidad es producto de una profunda devoción por la palabra y el tratamiento del lenguaje. Su arquitectura fragua una extraordinaria intención expresiva sin ataduras a modelos establecidos, que se alimenta de la reivindicación de libertad, individualidad y autenticidad de sus protagonistas. El Boom es, desde la pluralidad de su creatividad, ganancia que asume, decanta e incorpora sin reservas los aportes más permanentes de la creación contemporánea, sin por ello vacilar en hacer suyo lo más depurado de la gran tradición literaria. Para ello desconoce todo tipo de dependencia a modelos establecidos, y al hacerlo, determina que su modelo sea el de la imaginación y oficio de cada uno de sus autores.
     El salto mortal del Boom es hacia su propia esencia, a partir de la superación del realismo de la narrativa regionalista e indigenista, imperantes en la literatura hispanoamericana durante las tres primeras décadas del siglo. Ese coherente cuerpo narrativo comenzaría a fracturarse a partir de los aportes de algunos de nuestros escritores volcados en la experimentación y acogidos a las vanguardias. Su giro lo materializan con una obra distinta Vicente Huidobro, Jaime Torres Bodet y Oliverio Girondo, autores de Cagliostro, Proserpina rescatada y En la masmédula, respectivamente. Su ruptura da entrada, entre otros, a técnicas narrativas y recursos formales como el monólogo interior y la renovación de lenguaje. Lo más significativo de los años 40 es el distanciamiento de la novela realista, singularmente en el tratamiento temático, referente espacial y experimentación con el lenguaje.
     Se busca superar el realismo desde el realismo mágico. En los extremos de la literatura (2001), Brett Levinson afirma que el realismo mágico es "un modo estético clave dentro de la ficción reciente de América Latina [...] se materializa cuando la historia de América Latina se revela como incapaz de explicar su propio origen, una incapacidad que tradicionalmente representa [...] una demanda de un mito: los mitos como un medio para explicar los principios que escapan a la narración de la historia." Los escritos de los Cronistas de Indias, que representan lo exótico del "nuevo mundo", y los relatos de la conquista de nuevas tierras extrañas, fueron aceptadas como historia. Sin embargo, el Boom las reconoció como historias fantásticas. Esta nueva mirada, ayudó a conseguir una nueva estética: el realismo mágico. Alejo Carpentier lo concibió como el realismo maravilloso o lo real maravilloso. De acuerdo con esta estética, las cosas irreales son tratadas como Parcelas irreales dentro de experiencias reales. En ella se combinan lo extraño, lo fantástico, el mito, la especulación, lo imaginario, en tramas tan cerradas que es casi imposible separar lo real de lo irreal.
     Fue el genio de Jorge Luis Borges el que precisó las nuevas constantes narrativas en varios de sus ensayos. Sobresale en ese regio cuerpo interpretativo su Prólogo a La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares, que el crítico Emir Rodríguez Monegal consideró una especie de "manifiesto de la nueva literatura".
     Figuras centrales de los 40 son Borges, con El jardín de los senderos que se bifurcan, Ficciones y El Aleph; Bioy Casares, con Plan de evasión; Miguel Ángel Asturias, con El señor presidente; Agustín Yáñez, con Al filo del agua; Ernesto Sábato, con El túnel; y Alejo Carpentier, con El reino de este mundo.
     La renovación que comenzó en la cuarta década del siglo, en que lo fantástico fue fundamental, se incrementaría con la incorporación de nuevos creadores en los años 50. La creación literaria se enriqueció con autores como Juan Carlos Onetti, con La vida breve, Los adioses y Para una tumba sin nombre; Juan Rulfo, con Pedro Páramo; Gabriel García Márquez, con La hojarasca; Carlos Fuentes, con La región más transparente; y José María Arguedas, con Los ríos profundos.
     La consolidación de la nueva narrativa ocurre en la década de 1960, edad dorada de la Nueva Novela, el gran momento del Boom, época en que se percibe un inesperado interés y demanda por nuestra creación en Europa y Estados Unidos. Jugó un papel clave en esa difusión la española Editorial Seix Barral y su Premio Biblioteca Breve. Ambos darán a conocer la nueva legión de narradores y reafirmarán las posiciones protagónicas de sus antecesores. Obtienen el premio y la fulminante popularidad: Vargas Llosa, con La ciudad y los perros; Vicente Leñero, con Los albañiles; Guillermo Cabrera Infante, con Tres tristes tigres; Carlos Fuentes, con Cambio de piel; y José Donoso, con El obsceno pájaro de la noche. Los premios internacionales y las traducciones se suceden para todos estos novelistas.
     De igual manera, se publican las obras emblemáticas de la nueva novela: Rayuela, de Cortázar; Cien años de soledad, de García Márquez; Paradiso, de José Lezama Lima; El astillero, de Onetti; Hijo del hombre, de Augusto Roa Bastos; Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sábato; La muerte de Artemio Cruz, de Fuentes; Conversación en la catedral, de Vargas Llosa; y Bomarzo, de Manuel Mujica Laínez. También inician su andadura figuras como Severo Sarduy, con Gestos, y Manuel Puig, con La traición de Rita Hayworth.
     A partir de 1970, su resonancia, que no su importancia, cobra otro signo. Son factores decisivos en ese cambio, las críticas fluctuaciones de la economía mundial, la situación política sudamericana y el renovado impulso represivo del castrismo, que desencantó a escritores que lo respaldaron. Siguen escribiendo en estos años los maestros y los protagonistas del Boom; surge en la novelística lo que se ha designado como el "ciclo del dictador"; los más jóvenes retoman tendencias experimentales; y hay una tendencia a analizar, dar testimonio y criticar la realidad social inmediata. En buena medida, comenzó una nueva época en nuestra narrativa. Un interés por la historia es otra característica de las novelas del período de auge. El paradigma de ello es la Novela del Dictador, donde las figuras y acontecimientos históricos fueron retratados de manera que las conexiones entre ellas y los acontecimientos contemporáneos en América Latina no podía ponerse en duda. Un ejemplo es el de Roa Bastos Yo el Supremo, que representa la dictadura paraguaya de José Gaspar Rodríguez de Francia, pero fue publicado en el apogeo del régimen de Alfredo Stroessner. Frederick Nunn, en su obra The Boom to the New World Order (2001), escribe que en "los novelistas del Boom se mostraba una comprensión sofisticada de la capacidad de su género para describir la historia de una forma paralela y alternativa. Y participaron activamente en los debates culturales y políticos de la región que cuestionaron el significado y el valor de la historia."
     Uno de los empeños más delicados y complejos que enfrentan la historia y la crítica literaria es precisar los factores unitivos de la Nueva Novela. Conspira contra ello su diversidad. Entre sus rasgos finales se cuentan el predominio de lo urbano sobre lo rural; la concepción de la historia como metáfora; la denuncia social desprovista de partidismo y con intención de universalidad; la crítica de la moral burguesa; y los laberintos de la experiencia juvenil. Esos rasgos son inseparables de la renovación de los aspectos formales, técnicas narrativas y el tratamiento del lenguaje como organismo vivo y suficientemente en sí mismo; el establecimiento de espacios imaginarios que participan de lo mítico; el diálogo sin interlocutor; el empleo del monólogo interior y la ruptura; una nueva interpretación de las constantes tiempo y espacio; llevar el lenguaje oral a una lengua escrita esencialmente nuestra, y valerse de todas sus posibilidades y particularidades para desmontarlo, reintegrarlo, inventarle un siempre de inconcebible potencial expresivo.
     De esta suerte, esta cosmopolita, abierta y, tantas veces, minuciosamente localizada Nueva Novela, es finalmente, según precisó Rodríguez Monegal, "novela del lenguaje". Esa es acaso su mejor definición y su mayor elogio.

Juan Carlos Onetti fue uno de los más grandes escritores y periodistas uruguayos.
     Tras crecer en un ambiente en el que no terminó los estudios secundarios y en el que tuvo que trabajar en diferentes oficios, Onetti viajó a Buenos Aires en 1930, al casarse con su primera esposa. Una vez en Argentina comenzó a publicar críticas de cine y a colaborar en revistas.
     Tras su divorcio, Onetti regresa a Uruguay, aunque viaja de manera regular a Argentina, donde mantiene buenas relaciones. Durante estos años Onetti no deja de escribir pese a que no encuentra facilidades para publicar. En 1936 trata, sin éxito, de alistarse en las Brigadas Internacionales para participar en la Guerra Civil española.
     A partir de 1939 comienza a trabajar para la revista Marcha y publica su primer libro, El pozo (1939). En 1941 pasa a formar parte de la Agencia Reuters y en 1950 publica La vida breve, considerada su mejor novela, libro fundacional de Santa María.
     En 1975 decide fijar su residencia en Madrid alejándose de la dictadura militar instaurada en Uruguay. Sigue escribiendo y en 1980 es propuesto al Premio Nobel de Literatura. Ese mismo año recibe el más alto galardón de las letras hispanas: el Premio Cervantes. Además cosechó otros premios, como el Nacional de Literatura de Uruguay o el de la Crítica de Narrativa.
     En 1993 se publicó su última novela: Cuando ya no importa, en la que cierra el universo creado alrededor de Santa María. Onetti murió en Madrid en 1994.

En 1941 realiza su segundo viaje a Buenos Aires, donde permanecerá un largo período, colaborando en los suplementos literarios de La Nación, Vea y lea y otros medios. Así La Nación publicará su famoso cuento "Un sueño realizado", sobre el que Onetti opinaría: "Un sueño realizado nació de un sueño: vi a la mujer en la vereda, esperando el paso de un coche, supe que también ella estaba soñando".

El teatro es un continente reiterado en la narrativa onettiana, numerosas escenas protagonizadas por mujeres proliferan en su narrativa: mujeres que representan papeles, cantan, declaman, posan, se hacen ver, como si el juego de máscaras y disfraces fuera determinante para definir lo femenino. A menudo los narradores onettianos siguen ese juego intentando desentrañar el enigma de la subjetividad femenil que interrogan sin llegar a comprender su sentido.
     En este espacio de la representación teatral del mundo de las mujeres, los hombres bien deben preguntarse ¿Por qué esta farsa entre los sexos? ¿Tiene que ver con el deseo o con el saber de las mujeres?
En "Un sueño realizado" lo teatral es un modo privilegiado de indagación del "oscuro continente" femenino.
una representación única en la cual se escenificará un sueño que ella tuvo.
     El relato se articula sobre dos escenas centrales: la demanda de la representación teatral del sueño y su efectiva escenificación. El relato oscila sobre tres ejes: el circuito del dinero, el deseo de la mujer y la interrogación sobre la adquisición del saber. El circuito del dinero pertenece a la esfera masculina: se narra, se hace teatro, se hace arte por dinero. En esta escocedura se juega el mandato de la masculinidad: el deseo de una mujer no puede ser defraudado. Lo fundamental de la masculinidad es la capacidad de colmar el deseo de las mujeres; pero en este relato se produce una interesante inversión: la mujer desea y paga para ser satisfecha; el hombre, a cambio de dinero, satisface a una mujer. Con este vuelco del trueque prostibulario entre los sexos, la ácida ironía onettiana marca que ante el deseo de las mujeres, siempre despunta el fracaso de los hombres. En el mundo onettiano las mujeres son portadoras de un saber diferente al que los hombres buscan, nombran, aprehenden, por ello se convierten en narradores, constructores de ficciones, fabricantes de versiones de ese saber femenino. La mujer de "Un sueño realizado" no sólo sabe de su deseo, de su imperativa necesidad de hacer realidad su sueño, sino que intenta descifrar el enigma que éste encierra. Quiere saber quién es el hombre que aparece en él, por qué en ese sueño fue dichosa.
     Es más: el mundo onettiano se sostiene sobre los restos que quedan de esas mujeres. Colocarlas en lugares fijos tranquiliza a los sujetos masculinos, les permite soportar el no encontrar «una» respuesta que abarque «lo femenino»: por ello el discurso amoroso en Onetti es siempre deceptivo, siempre hay un más allá, algo innominado que el narrador anuncia, indaga y renuncia a encontrar.


El intento de aprehender el enigma del otro sexo y su imposibilidad dispara la ficción: entrar y pasar por el mundo de las mujeres es buscar ese «saber de la nada» que las mujeres velan y develan; tránsito necesario para que la escritura y la ficción sean posibles.

martes, 24 de noviembre de 2009

José Saramago: "El cuento de la isla desconocida"



Es en sus Cuadernos de Lanzarote (1993-1995), donde José Saramago deja el rastro de la recreación de la isla en su escritura. Páginas en las que se dan cita la autobiografía, la confesión, la epístola, las memorias, el ensayo, libros de viaje, reflexiones, diálogos y más. Es significativo que el mismo Saramago califique esta obra como “diario”, asimilado a la novela: “Nadie escribe un diario para decir quién es” —aclara el autor—. Con otras palabras, un “diario es una novela con un solo personaje”. Desde tal perspectiva se pone de relieve el fondo autobiográfico de esta escritura de lo cotidiano, estrechamente ligada al ejercicio novelístico que permite incorporar los sueños y la ficción en el relato del diario vivir.
     Hay en esta obra al menos dos componentes íntimamente relacionados. Por un lado, la realidad de la vida cotidiana y, por otro, el vuelo de la imaginación que se proyecta sobre el ámbito insular, metafóricamente concebido como el espejo que refracta su propio existir. Así, isla y escritura se confunden en un mismo espacio especular de reencuentro consigo mismo. Imperativo, este último, que el mismo autor explica en el prólogo a los Cuadernos: “(...) conducido por las circunstancias a vivir lejos, invisible de alguna manera ante los ojos de aquellos que se habituaron a verme y a encontrarme donde me veían, sentí (...) la necesidad de juntar a las señas que me identifican una cierta mirada sobre mí mismo. La mirada del espejo”. Visión variable, subjetiva y transitoria, destinada a ser borrada —como dice el autor— "por el mismo Narciso que la contempla".
     Tal mirada es la que también se proyecta sobre el espacio insular recreado en la escritura de Saramago. A este propósito, comentando un artículo periodístico sobre el “sentido de lugar” en sus Cuadernos..., el autor aclara lo siguiente: “(...) pienso en Lanzarote, como cualquier otro sitio del mundo, no tiene un sentido solo, sino una pluralidad de ellos, tantos, por decirlo así —agrega—, cuanto las miradas, las contemplaciones, las observaciones, los análisis que sobre la isla incidieron, y siendo cierto —agrega— que de esa diversidad de complementarios y contrarios ha de resultar una cierta expresión convergente, ella —concluye— es en sí misma indefinible porque nunca podrá ser tomada como algo fijo o simplemente estable”.
     Dicha reflexión sobre el “sentido de lugar” en general y de Lanzarote, en particular, converge sobre la propia existencia del escritor identificando hombre e isla, sometidos ambos al paso del tiempo y a las múltiples miradas que definen la pluralidad de sentidos que lo conforma. Quizá mucho antes de venir a vivir a una de estas “balsas de piedra engendradas por el fuego y ahora ancladas en el mar”, como las define el autor, la idea de emigrar a esta isla del sur ya rondaba en su cabeza: “Aunque no crea en el destino me pregunto si al escribir mi balsa de piedra, la otra, no estaría ya buscando, sin saberlo, la ruta que siete años después me había de llevar a Lanzarote".

Sin embago este relato tiene un principio que será un después. En El cuento de la isla desconocida (1998), el autor portugués, identificado con la quimérica isla, sale “por la puerta de las decisiones” para reencontrarse consigo mismo y con los suyos en este espacio insular más próximo a África que a Europa: “La isla desconocida se hizo por fin a la mar, a la búsqueda de sí mismo”. No es otro el tema. Saramago llega a la isla en sus Cuadernos... y sale en busca de ella en El cuento...
     ¿Cómo interpretar una llegada y las circunstacias de una salida? Sale para llegar. Sale de un sistema autoritario, desesperanzador, para llegar a un principio, al paraíso de la imaginación. Atrás ha dejado el determinismo, la angustia de las elecciones, la soledad. Se ha escapado con la mujer de la limpieza, que a diario limpia su corazón. Ha huído de monarcas, de incomprensiones. Ha llegado, por fin, a su balsa de piedra.

Hace mucho tiempo, cuando apenas la mitad del mundo aparecía en los mapas, hubo un noble portugués -como otros que conocemos- que tuvo la osada idea de solicitar una carabela a su rey. Nave para emprender la más singular, pero también la más común de las aventuras en aquellos tiempos: encontrar una isla desconocida.


Un relato breve como éste proporciona a José Saramago, alquimista de las letras y las historias, el material necesario para acrisolar, decantar, destilar, sublimar y purificar un hermoso relato lleno de significados: El cuento de la isla desconocida.

Un hombre cualquiera acomete varias tareas, todas igualmente improbables: Pedir un barco a ese rey que se encuentra mucho más dispuesto a atender a sus súbditos a través de la puerta de los regalos (regalos para él, por supuesto), que atendiendo la puerta de las peticiones (tarea harto tediosa y carente de sentido) donde los gobernados serían quienes recibieran los reales favores.
     Sortear la cadena de emisarios que, en rígido escalafón, se encargan de transmitir al eslabón siguiente las solicitudes y respuestas correspondientes. Cómo argumentar la petición de navíos para la búsqueda de algo, que ni siquiera puede probarse que existe: la isla desconocida. Aunque, claro: para ello está el razonamiento contrario al del rey que se niega ante lo incierto, igual de válido: "cómo saber que no hay tal isla, si aún es desconocida".
     Complicada labor es convocar a una tripulación que se sentiría más cómoda viajando por aquellas islas que constan en mapas y no en dirección a aquellas de dudosa existencia. Hacerse navegante con el mar, cielo y carabela como maestros, nada más. Como frecuentemente pasa en la vida, el llamado es desoído por aquellos a quienes se ha hecho. Como igual de reiterado es que se nos sume el menos pensado. En el cuento es la mujer que hacía limpieza en el palacio la que compra ese sueño insular. Opta por salir de los reales salones empleando la puerta de las decisiones, con la firme intención de no volverla a usar nunca más para un regreso. El sueño de La Isla Desconocida se transforma en el único destino posible. Pareja de viajeros que puede ser calificada como de valientes, irresponsables, soñadores, perseguidores de utopías o dementes, según la perspectiva y los referentes de cada lector.
     El sólo hecho de nombrar la embarcación como "La Isla Desconocida" y emprender entonces la búsqueda de ella misma, de esa isla flotante construida para la esperanza, el encuentro y el amor, hace que cualquiera de nosotros deseara estar ante el rey para hacer la personal petición: "deme un barco, señor". Y salir triunfante por la puerta de las decisiones.


 La Isla Desconocida es una invitación al viaje para quienes ya hemos caminado de más por tierra firme.

Rita Máquez
(Gozo dedicado a mis compañeros de los jueves,
presentes o ausentes, de hoy o de ayer, que tanto me dan)

Milán Kundera: "Jacques y su amo"

Lunes más lunes invitamos a un escritor a dialogar en la Mesa de Altos Estudios. El escritor y su obra llegan puntuales y, después de los consabidos saludos y presentaciones, nos preguntan si logramos leer todo el texto. Parece que siempre es un acto harto complejo en estos tiempo de "hay que ganarse el pan con el sudor de la frente". Si Yahvé hubiera dicho "te ganarás el pan con el sudor de tu mente", todos terminaríamos el libro a tiempo respetando aquello de que además de leer hay que gozar. (No falta quien murmure: "Me conformo con terminar el texto, el gozo lo dejo para después"). Así, con este apuro ("hay más libros que vida"), nos llega Kundera, Jacques y su amo.


Bien. Lo que sigue es producto del gozo más que de una lectura puntual y ordenada.

Al abrir el libro y leer el prólogo del propio Kundera, caemos en cuenta que el escritor nos exige crear una escenografía: el lector deberá montar en el escenario de sus conocimientos a Tristram Shardy de Laurence Sterne y a Jacques el fatalista de Denis Diderot. ¿Por qué a los libros siempre les da por juntar a sus amigos? ¿No podría alguno de ellos decir: te basta sólo conmigo, como en un diálogo íntimo? No, no pueden. Un libro es un punto en una enorme figura.

Primer círculo. ¿Quién es Laurence Sterne y su Tristram Shandy? Escritor-romántico-irlandés-inglés. Maestro de equívoco, admirador de Cervantes, Rabelais y Jonathan Swift. La vida y las opiniones del caballero Tristram Shandy (1759-1767), (The Life and Opinions of Tristram Shandy, Gentleman) -usualmente abreviada como Tristram Shandy está narrada en primera persona y de un modo intrincado, humorístico, desarreglado y un tanto picaresco. La novela pretende ser la autobiografía del narrador protagonista. Sin embargo, en uno de los giros humorísticos centrales de la novela, a saber, que el tal Tristram Shandy es incapaz de explicar nada de forma sencilla, el narrador recurre una y otra vez a digresiones y anécdotas explicativas que supuestamente ayudan a formar el contexto de su vida, pero que de hecho van a ser la esencia de la novela, y que desvían el hilo conductor de la misma continuamente, impidiendo cualquier avance lineal en la trama. De esta forma, la novela se va extendiendo alrededor de las curiosas peripecias de un grupo de personajes relacionados con el narrador, de los que Sterne hace un retrato humorístico, y ofrece multitud de digresiones y anécdotas colaterales, hasta el punto de que el nacimiento de Tristram no ocurre hasta el libro III, y que éste sólo aparece como personaje brevemente en el libro IV para desaparecer el el libro VI.

Segundo círculo. Denis Diderot, más conocido por ser uno de los creadores de la famosa Enciclopedia, que por sus obras de ficción. Francés puro, deísta de pura cepa, escribe Jacques el fatalista en 1796. Novela que cuenta la historia de los amores de Jacques en la que se cruzan todo tipo de relatos, conversaciones e intervenciones del narrador que dialoga con un lector imaginario que se aburre. Ansioso y desesperado ante las constantes interrupciones que sufren, Jacques y su amo viajan sin aparente destino. Para Jacques lo que pasa “está escrito ahí arriba”, de ahí su fatalismo. Pero es un fatalismo irónico, puesto en cuestión. El amo a veces parece ser el criado, frente a un criado que muestra más determinación y liderazgo que el amo. Esto se inserta en una novela con todos los ingredientes de la literatura popular, picaresca, carnavalesca. Enredos amorosos, intercambios de jerarquía y la ceremonia del vino que facilita ese proceso. ¿Qué grado de libertad le queda al hombre, inserto en un mundo donde se enfrenta a toda clase de determinaciones?

Vamos a otro círculo de la espiral. El término fatalismo está formado a partir de la raíz fatum, que significa en latín «destino». El fatalismo se refiere a la creencia en el determinismo de los acontecimientos, dirigidos por causas independientes de la voluntad humana, sea este determinismo procedente de Dios, de la necesidad natural o de las leyes que dirigen la historia. “Todo tiene lugar según el destino”, así habla Crisipo de Soli en su Tratado del Destino. El fatum no es un impulso irracional, sino la expresión del orden impreso por la razón divina (el Logos) al universo: “El destino es la causa secuencial de los seres o bien la razón que preside la administración del mundo” (ibidem). No es tanto un principio religioso como científico y filosófico, teniendo en cuenta que el dios de los fatalistas no es otro que la razón. El destino no es otro que la cadena causal de los acontecimientos: lejos de excluir el principio de causalidad, supone su misma esencia. Cicerón lo aclara en su Tratado de la Adivinación: “Llamo destino (fatum) a los que los griegos llaman heimarmene, es decir, el orden de la serie de causas, cuando una causa ligada a otra produce de ella misma una efecto.” Se comprende entonces que el destino no es entendido como superstición, sino lo que dice la ciencia, a saber, la causa eterna de las cosas, en virtud de la cual llegaron a ser los hechos del pasado, son los hechos del presente y serán los del futuro.

Y siguen los circulitos. ¿Y quién es Milan Kundera? Escritor y ensayista nacido el 1 de abril de 1929 en Brno, República Checa. Hijo de Ludvík Kundera, alumno del compositor Leos Janacek. Aprendió, desde muy niño, a tocar el piano. Estudió musicología hecho que influiría fuertemente en sus novelas. Realizó estudios literarios y estéticos, mismos que cambiaría más tarde por la Academia de Cine dónde más tarde sería profesor de literatura universal. Kundera jamás vivió la democracia en su país natal, de dónde pasaron de estar ocupados por el tercer Reich al comunismo siendo finalmente invadidos por la Unión Soviética. Fue miembro del partido comunista del que sería expulsado en dos ocasiones, hasta que su obra, pasada y futura, fuera prohibida y borrada de las letras checoslovacas. Durante ese período escribe el manuscrito de su comedia Jaques y su amo que, clandestinamente, envía a París. Finalmente el 1975 se traslada a París con su mujer, renegando desde ese momento a su patria natal, dejando de escribir en checo y firmando sus obras en francés. Es en 1984 cuando encumbra su obra con la publicación de La insoportable levedad del ser, importante referente a la hora de intentar comprender la disidencia vivida en la Europa del Este durante la Guerra. Tres años fue llevada al cine con aceptable éxito de la mano de Philip Kaufman.

Último círculo, fin de la espiral interminable. Jacques y su amo, Homeaje a Denis Didetot (1972) de Milán Kundera. Jacques y su amo es en pocas palabras: la comedia de Milan Kundera, con todo lo que esto conlleva. Se trata de tres historias de amor que se entrecruzan durante el viaje que emprenden Jaques y su amo: la del amo, la de Jaques y la de Madame de la Pommeraye; tres historias que se entremezclan polifónicamente, donde cada una es, a su vez, variación de la otra, y juntas forman una comedia sobre los problemas existenciales de la pasión amorosa, los celos, la venganza y el destino. Se trata de cómo dice el propio Kundera de “una evidente trasgresión de lo que se llaman las leyes de la construcción dramática”.

Variación de Jacques el fatalista, por tanto, homenaje a Diderot, quien a su vez oye la voz de Tristram que en algún lugar, del cual no quiere acordarse, conoció al ya famoso Alonso Quijano. Novela teatral. Jacques, el personaje que da nombre a la novela y al espectáculo, es un criado valiente, inteligente y generoso, dotado de notable iniciativa y, además, filósofo: un determinista, aunque sus actos no lo sean en absoluto. Su amo, por el contrario, aparece como un aristócrata ocioso y amorfo, dependiente de su criado, al cual arrastrará, por su torpeza, a las peores aventuras. Ambos personajes, sin embargo, están unidos por una notable amistad y junto a la relación social de criado y amo es lo que constituye uno de los grandes valores de esta novela y uno de los aspectos que más cautiva al lector.

El punto de arranque refleja el viaje indeterminado de Jacques y de su amo, no se sabe de dónde ni hacia dónde, si van o si vienen. A lo largo de ese viaje sin-sentido se suceden historias fantásticas, de amor, de odio y de pasión; historias morales y amorales; historias inteligentes e historias para aprender, plenas, todas ellas, del tono satírico, mordaz y picaresco. Dejándose llevar por la necesidad de saber, el obra de Kundera ofrece, al final, conocer quién es el amo y quién es el criado en aquel nuevo mundo que empezaba a soñar con llegar a ser, algún día, libre, igualitario y fraterno.

La novela-teatral causó escándalo cuando se publicó al conceder más importancia al sirviente que al amo. Pero, sobre todo, porque retrata a ambos estamentos de una forma tan revolucionaria, a la par que tan humana y verídica, que queda expresada en frases como "Vos tenéis los títulos, y yo tengo la cosa" le dice Jacques a su amo. Esa ‘cosa’ es, una mezcla de iniciativa, sabiduría del mundo, fuerza, ganas de vivir, capacidad de observación, inteligencia, astucia....

Jacques y su amo de Milán Kundera insiste permanentemente en la idea del todo se repite. Y es que nuestras vidas no son sino variaciones de vidas pasadas, lo que sentimos, experimentamos o aprendemos ya se ha producido en otra persona. Nietzsche llamaba a esto el eterno retorno, todo es una vuelta al pasado, no hay nada nuevo bajo las estrellas. No somos más que una re-escritura de lo escrito por nosotros mismos y por los demás.

Rita Márquez

domingo, 22 de noviembre de 2009

Samuel Beckett: "Esperando a Godot"


 Esperando a Godot
¿Qué dice un título como éste? ¿Quién espera y por qué a Godot? ¿Para qué? ¿Qué significa esperar? ¿Quién es Godot? ¿Qué pasa si Godot llega? ¿O si los personajes se cansan de esperar? ¿Cuánto tiempo lo esperarán? Es tema del tiempo: alguien espera la llegada de alguien. No importa quiénes esperan ni a quién esperan. Es el tema de la espera.

Beckett es el dramaturgo por excelencia de los años cincuenta, una década amenazada por la guerra fría y la posibilidad de la destrucción total del mundo a causa de un holocausto atómico. Sus personajes parecen ser colocados en un mundo en el cual se evidencian los efectos del desastre y en donde se cuestiona la existencia. A Beckett le interesa contemplar el significado metafísico de la humanidad. Sus personajes -deambulantes espirituales- usualmente se encuentran aislados en el espacio y en el tiempo; se torturan y consuelan, hacen preguntas sin respuesta y luchan en un mundo que se les desintegra. Probablemente, más que ningún otro dramaturgo, expresa las dudas de la post-guerra (Segunda Guerra Mundial) sobre la capacidad del hombre de entender y dominar su mundo. Sus preocupaciones son básicas pero nunca simplistas: la fugacidad de la vida, el tiempo y la eternidad, la soledad y el aislamiento como resultado de la imposiblidad de comunicación y contacto genuino con los otros; el misterio de ser y existir.


El origen del movimiento se remonta a Camus y a Sartre, los filósofos y dramaturgos del existencialismo, que en el contexto de la Segunda Guerra Mundial esbozaron un cuadro desilusionado de un mundo destruido y desgarrado por conflictos e ideologías. La pieza absurda surgió a su vez como anti-obra de la dramaturgia clásica, del sistema épico brechtiano y del realismo. Su forma preferida es la de una obra sin intriga ni personajes claramente definidos: el azar y la idea repentina reinan soberanamente. La escena renuncia a todo mimetismo psicológico o gestual, a todo efecto de ilusión, aunque el espectador sea obligado a aceptar las convenciones físicas de un nuevo universo ficticio. La obra absurda, al centrar la trama en los problemas de la comunicación, frecuentemente se transforma en un discurso acerca del teatro, en una meta-obra. De las investigaciones surrealistas sobre la escritura, el absurdo ha tenido la capacidad de sublimar en forma paradójica la “escritura del sueño”, del subconsciente y del mundo mental y el hallazgo de la metáfora escénica para imaginar este paisaje interior.


Esperando a Godot, presenta a dos vagabundos: Vladimir (Didi) y Estragón (Gogo) que esperan cerca de un árbol la llegada de Godot. Mientras esperan, pierden el tiempo jugando juegos verbales, haciéndose preguntas, pensando en suicidarse o marcharse, encontrándose y desencontrándose en el mismo lugar. Reciben asustados, la visita de Pozzo y Lucky, un amo y un esclavo y escuchan el largo monólogo que finalmente dice que el hombre y su cerebro, a pesar del progreso, se están encogiendo. Luego reciben a un muchacho que les trae un mensaje de Godot. El segundo acto se desarrolla igual que el primero con algunas variantes.


Las concepciones filosóficas en torno al Tiempo enunciadas por Bergson y Heidegger, filósofos, de distintas épocas, que concibieron la noción de Tiempo como un problema indisoluble a la experiencia interna de vida. Cada uno de ellos aporta concepciones que se contraponen y complementan unas con otras, para así servir de herramienta en el estudio de la experiencia de vida en el tiempo dramático creado.

Beckett, a través de su obra dramática manifiesta, a través de los diálogos, cómo es la vivencia del tiempo en sus personajes, por tal motivo, diálogo y tiempo serán conceptos dramatúrgicos básicos para este trabajo, pues ambos elementos de la estructura dramática se alían para exponer la propuesta estética.

En Esperando a Godot la diversidad de tiempos podrán ser estudiados por el conocimiento de los enunciados filosóficos de San Agustín, Bergson y Heidegger , pues ellos están imbricados en la temporalidad dramática, en el tiempo de la ficción.

Beckett, el mayor exponente del teatro del absurdo, profundiza el problema del tiempo y su relación con la condición humana, es decir, con el tiempo como realidad vivible, como duración de vidas, de ahí que todo lector está comprometido a revisar cómo se manifiesta la incógnita del tiempo en un dramaturgo que valora la interioridad del ser y no se preocupa por lo externo. Este tratamiento estético del tiempo que proclama Beckett nos consolida fundamentos para comprender la discontinuidad del tiempo en el fluir de la conciencia del hombre.
Este video es muy ilustrativo. Qué lo disfruten !!!!

sábado, 21 de noviembre de 2009

El Otro Julio, el Verne



Julio cortázar, gran lector de Julio Verne, dice que cuando era pequeñito soñaba con ser marinero. No lo fue. Profesor, poeta, narrador, revolucionario, Cronopio a más no poder, soñador, viajero y más, es.

Va este mundo de los ochenta y más que bien puede tener el día cronopial.

Así escribe Julio Verne una carta a su madre, indicando de los problemas surgidos por la falta de alimentación:

Una vida que limita al norte con el estreñimiento, al sur con la descomposición, al este con las lavativas exageradas, al oeste con las lavativas astringentes (...) Es probable que estés enterada, mi querida madre, de que existe un hiato que separa a ambas posaderas y no es sino el remate del intestino. (...) Ahora bien, en mi caso el recto, presa de una impaciencia muy natural, tiene tendencia a salirse y, por consiguiente, a no retener tan herméticamente como sería deseable su gratísimo contenido. (...) graves inconvenientes para un joven cuya intención es alternar en sociedad y no en suciedad. Porque por decirlo de una vez, el culo no me cierra bien.

Va también este link de la revista electrónica "Viaje al centro del Verne desconocido" que se ocupa de estudios sobre las obras de El Otro Julio, el Verne. También les invito a ver el video, está muy interesante.


Salenas, Salenas, cronopios, cronopios

Mario Benedetti: Mueren los hombres, viven las letras

Una mujer desnuda y en lo oscuro


Una mujer desnuda y en lo oscuro 

tiene una claridad que nos alumbra 

de modo que si ocurre un desconsuelo 

un apagón o una noche sin luna 

es conveniente y hasta imprescindible 

tener a mano una mujer desnuda.

Una mujer desnuda y en lo oscuro 

genera un resplandor que da confianza 

entonces dominguea el almanaque 

vibran en su rincón las telarañas 

y los ojos felices y felinos 

miran y de mirar nunca se cansan.

Una mujer desnuda y en lo oscuro 

es una vocación para las manos 

para los labios es casi un destino 

y para el corazón un despilfarro 

una mujer desnuda es un enigma 

y siempre es una fiesta descifrarlo.

Una mujer desnuda y en lo oscuro 

genera una luz propia y nos enciende 

el cielo raso se convierte en cielo 

y es una gloria no se inocente 

una mujer querida o vislumbrada 

desbarata por una vez la muerte.

Mario Benedetti



Este cartel fue diseñado para un homenaje al poeta Mario Benedetti en ocasión de su muerte reciente. La convocatoria estuvo a cargo de maestros de la Facultad del Hábitat de la UASLP. Cada quien escogió una poesía y trató de graficarla de manera que reflejara la esencia del poema. Deseo mencionar, que este trabajo está dedicado a mi querida maestra del taller de lectura de los lunes. Espero que les guste.

Irma Carrillo Chávez

"Voy y verso" en los Siglos de Oro

Para deleite de todos
 En Espiral
les invita a visitar en enlace
y a participar en el proyecto
de estos chavos uameros.


Después de mucho trabajo y tiempo invertido, les presento el proyecto “Voy y verso en los Siglos de Oro” con la dirección académica de Gustavo Illades Aguiar y de Marx Arriaga Navarro, auspiciado por la Universidad Autónoma Metropolitana. Sin duda, los frutos más valiosos de este joven proyecto, son Metamétrica y Cursus: programas informáticos para el análisis rítmico de textos en verso y en prosa áureos. Aunque no podemos olvidar la biblioteca digital de textos antiguos y el coloquio académico que brindamos a todos los especialista. Podría señalar todos los detalles que hemos incluido, pero lo mejor será que la disfruten.

http://www.vozyverso.izt.uam.mx/

Me despido esperando que la página sea de su agrado, para cualquier duda (o apoyo académico) estoy a su disposición. Les recuerdo que con el paso del tiempo la página irá creciendo en contenidos y mejorando los programas informáticos para el análisis de textos literarios.

Marx Arriaga Navarro
Universidad Complutense de Madrid
Doctorado en Historia y Teoría del Teatro

En un día complicado, me detengo y accedo

Un simple clik los hará ingresar a  territorio cortazariano.

Porque acceder a una realidad-otra siempre facilita nuestros días complicados.

Va la entrega...





http://www.argentina.ar/_es/cultura/C359-cortazar-el-perseguidor-de-lo-fantastico.php

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Julio, siempre vivo



Julio Cortázar, el prolífico escritor argentino que, sin duda, trató el tema de lo fantástico con gran agudeza y humor. Julio Cortázar representará a Argentina en FIL Francfort 2010

Julio Cortázar, considerado un símbolo cultural, se sumó como símbolo cultural a Eva Duarte, Carlos Gardel, Diego Armando Maradona y a Ernesto Che Guevara

Tras la polémica desatada en Argentina en torno a la representación nacional en la Feria del Libro de Francfort 2010, el gobierno de ese país decidió integrar a la lista la obra del escritor Julio Cortázar, nacido el 26 de agosto de 1914.

Cuando se decidió impulsar a personajes como Evita Perón, Carlos Gardel, Diego Armando Maradona y a Ernesto "Ché" Guevara como símbolos culturales, se generó un gran malestar entre la comunidad literaria y debido a ello, el gobierno decidió agregar a Jorge Luis Borges y a Julio Cortázar.

Es así, con estos nombres, con los que estará representado el país sudamericano en la más importante Feria del Libro en el mundo dentro unos pocos meses.





La mirada grave de Julio Cortázar



Mario Muchnik recuerda los días que pasó con el autor de Rayuela en Segovia en 1983, la celebración de su 69º cumpleaños, y las últimas fotografías que realizó al escritor vivo:

Cumplía, el 26 de agosto de 1983, 69 años. Lo supimos después de la sesión de fotos, esa misma tarde en el Molino del Salado, porque nos sirvió sendos whiskys y alzó su copa. "Por mi feliz cumpleaños", brindó. Estaba triste, desde luego, porque decía estar harto de su cuerpo pero, sobre todo, porque hacía poco menos de un año que había perdido a Carol Dunlop, su amor. En todo caso, era imperativo que volviera a París esa noche: al día siguiente tenía cita con su médico. "Siempre me recibe a medianoche", nos dijo, "y hay que tener en cuenta que viste de negro, es alto como yo, se peina engominado hacia atrás y es hematólogo. Sólo le faltan los colmillos...". La tristeza no afectó nunca su sentido del humor. Durante ese par de semanas lo vimos alborozados salir a bailar la jota en Segovia, burlón de sí mismo, y visitar con interés de estudioso algunos monumentos del románico local, rodeado por nuestro grupo de amigos. Había concedido muchos autógrafos a desconocidos que lo reconocían por la calle, y a cada admirador le había hecho algún comentario divertido, por lo general políticamente incorrecto. Había participado en asados campestres y libaciones a altas horas, siempre dicharachero, discutón, con risas contagiosas y entusiasmos de vieja amistad. Recorrimos la región en busca de cosas que ver -Julio se extraía de nuestro cochecito como las antenas que despliegan los satélites artificiales, desdoblando por partes su larguísima humanidad pero, invariablemente, reivindicando el derecho de ayudar a salir del coche a Nicole-. Y sin embargo su mirada era siempre grave. En él, insólitamente grave.

Después del whisky de cumpleaños lo llevamos, ese 26 de agosto, a la estación de Chamartín, en donde nos enteramos con desmayo de que su tren nocturno había sido anulado a causa de inundaciones en la zona de San Sebastián. "Habrá algún avión, espero", nos dijo, "miren que Drácula no me permite excusas". La carrera hasta Barajas, ahora él en el potente coche de nuestro amigo Chisco y nosotros a la zaga en nuestro jadeante cochecito, tuvo final feliz: cuando por fin lo alcanzamos, justo antes de mostrar su pasaporte y ser tragado por el aeródromo, alertado por nuestros estentóreos "¡Julio!", se giró, se abrió paso entre los demás pasajeros y nos abrazó y nos besó.

"Cáncer no es, chicos", nos dijo un par de meses después en Barcelona. Pero no nos dijo qué era. Nosotros no lo sabíamos, pero él: ¿sabía que se iba a morir? Hasta hoy nos hacemos la pregunta.

Ya no le hice más fotos, salvo las que, en su lecho y ya dormido para siempre, le hice en febrero de 1984 a pedido de Aurora Bernárdez. -

Poe desde Cortázar




Por Ricardo Cardone

Ese año de residencia en París, 1953, formó parte de una de las épocas de mayor escasez económica tanto para él como para Aurora Bernárdez, su primera esposa. Y fue en ese mismo año cuando recibió un particular encargo de la Universidad de Puerto Rico. La tarea era traducir la prosa completa del escritor estadounidense Edgar Allan Poe al castellano.

A Cortázar, admirador declarado de Poe y que alguna vez afirmara que comenzó a escribir relatos precisamente motivado por la lectura de él, esta fina y exigente tarea de traducción le deparó varios meses de trabajo constante y agobiante. Tal fue su dedicación a la obra del escritor estadounidense que al concluirla y enviarla en encomiendas a su destinatario no logró distenderse hasta saber que los originales habían sido recibidos en perfecto estado. Temía las razones más disparatadas que le pudieran ocurrir, ya sea una rata que le comiera parte de los mismos, una gota de humedad que se filtre dañándolos irremediablemente o que alguno de ellos se perdiera en el trayecto, como lo afirmara en una de las tantas entrevistas que le hicieran. Pero ninguno de los temores de Cortázar se hicieron realidad: los paquetes con las traducciones llegaron en buenas condiciones y la obra al fin pudo ser editada con prólogos y anotaciones suyas. Cortázar respiraba nuevamente.
Lo que no imaginaba Cortázar –o sí imaginaba, porque es lógica habitual en él que imagine este tipo de cosas cuando siempre supo lo que hacía- era que acababa de realizar una de las mejores –sino la mejor- traducciones de la obra de Edgar Allan Poe en prosa que jamás se haya hecho en la vasta historia literaria. La crítica en general no tiene dudas en este punto y afirma que la traducción de Julio Cortázar es una de las más relevantes que se han hecho de la obra del escritor estadounidense.
Si bien Poe era admirado por Cortázar al entender que a partir de él surge el cuento moderno, éste no siguió completamente sus pasos. Las historias fantásticas de Poe, el misterio y el terror que latían a golpes de sístoles y de diástoles en cada uno de sus cuentos, se parecen poco a la frescura de las excelentes narraciones de Cortázar. Hay similitudes en algún que otro relato, algún misterio nocturno en un colegio, una feroz criatura que ronda una casa familiar en Bestiario, un asesinato en uno de sus mejores cuentos –por la síntesis y por lo cíclico- pero fuera de ello, Cortázar supo tomar de Poe la tensión, ese instante único en que la respiración cesa y sostenerlo con la misma latencia de su maestro. Pero Cortázar tenía ese valor distintivo de los escritores latinoamericanos, esa segunda salida por la puerta trasera que hacía de la tensión de un relato una resolución no siempre trágica, sino, tal vez, melancólica y profunda: La autopista del sur es uno de ellos.
Será tal vez que en Poe lo dramático se volvía tragedia. Será tal vez que en Cortázar la tragedia se volvía drama. Sin embargo, los dos sabían que un cuento, al fin y al cabo, infiere indefectiblemente una resolución casi como la de la vida, imprevista y fatal.

Mentiras piadosas. Libre adaptación de "La salud de los enfermos" de Julio Cortázar


Por Valeria Sabbag

Mentiras piadosas, una película inspirada en un cuento de Cortázar.


Ya se estrenó la ópera prima de Diego Sabanés, adaptación libre del cuento "La salud de los enfermos".
Hace unos meses, cuando parecía que nada nuevo renovaba las estanterías, un libro de Cortázar apareció en las librerías. Se trataba de Papeles inesperados.
Junto a esa noticia, se sumó otra reciente. "La salud de los enfermos", un cuento del autor que relata la fantástica historia de una familia que se las ingeniaba para ocultar una verdad a toda costa, cobra vida en la película -ópera prima- del director Diego Sabanés, con adaptación libre. Mentiras piadosas, así se llama el film y es el nombre que se asienta en el argumento del relato cortazariano, hace caso a la ficción del autor de Rayuela, pero cambia el núcleo del drama sin dejar de valerse de lo pintoresco de las consecuencias.
En el cuento, "Alejandro" es un ingeniero que muere en un accidente de auto, con una vida exitosa -e inventada- en Brasil, país donde es contratado por una importante firma para la instalación de una fábrica de cemento. Por el contrario, el protagonista de la película, en la piel de Walter Quiróz, es un virtuoso del violín que decide marcharse a París sin dejar rastros. Pero para compensar esa ausencia, en el cuento y en la película, se traman parecidas estrategias por parte de la familia: cartas que envía el desaparecido, tarjetas postales, dibujos y regalos para asegurar que pronto vendrá y que está triunfando en el exterior. Una serie de pasos y actuaciones para distraer la atención -y preocupación- de una sufrida "mamá" (Marilú Marini), siempre delicada por algún achaque en el cuerpo.
En ambos planos artísticos se sostiene la relación sostenida entre la madre y la novia de Pablo (Verónica Pelaccini), e inclusive la mención o indicación del casamiento. Igualmente y más allá del purismo, ésta y otras escenas traen a la memoria los adorables pasajes del cuento: la inventiva de titulares del diario sobre la situación en Brasil, la lectura a veces improvisada de las cartas, el infortunio de un tobillo roto, los gestos de encubrimiento, el escepticismo de "mamá".
Completando el elenco, Hugo Alvarez y Claudia Cantero se encargarán de hacer girar la historia y darle vida a los tíos para este guión de Sabanés, cuyo escenario es el de una casa que rescata el perfume de los años 50, pero con la idea de no remarcar tanto la ambientación sino de priorizar los vínculos entre los personajes.
Filmada en el 2007 en Buenos Aires, Mentiras piadosas promete guiños a otros cuentos de Cortázar y recuerda en todo momento la premisa y la maraña: "Lo único importante en el fondo era que pasara el tiempo y que mamá no se diese cuenta de nada", dicho por la pluma de Un tal Cortázar.

martes, 17 de noviembre de 2009

De Congreso

Rita Márquez

Quisiera (y mal hecho) hacer uso personal del blog, pero me gustaría compartirles mi expeciencia. La semana pasada asistí al Coloquio Internacional de Literatura Mexicana e Hispanoamericana, en la ciudad de Hermosillo. La sede me inquietó. ¿Leen a Borges en ciudad del norte? Pensé que eso era privilengio del sur. Ahora me retracto por haberlo pensado siquiera. Pero el tema es otro y no las enormes diferencias que hay entre un norte y un sur.

Como mi ponencia estaba programda hasta la mañana del último día del Coloquio, me puse a observar (actividad que me embarga de placer) los protocolos de los letrólogos. Sus diálogos, sus formas de tomar café o preferir el refresco, la selección de galletas en la charola, si fuman o no, si se visten bien, si leen bien... y más. Porque en el universo de las letras siempre hay más.

Sirva de guía el protocolo:

1. Empezada la mesa, no entres porque te fulminan con la mirada, así que procura estar diez minutos antes de que inicie la mesa de tu interés, con café en mano y con suficiente nicotina en el cuerpo.
2. Tomar mucho, mucho café es una de las normas. Pero no le pongas azúcar, serás visto como primerizo en un hábito tan arraigado a las letras.
3. La vestimenta debe ser lo más casual que se pueda. Si no se sospechará que vas de ligue y de eso no se trata.
4. Una de las más terribles prohibiciones es usar material multimedia. Eso ofende a un público que todo lo entiende a la primera. Incluso, si te atrevieras a hacerlo, podrías parecer un alumno y no un académico con doctorado.
5. Debes cargar libros, muchos libros y que ni se te ocurra llevar una lap, porque eso querría decir que trabajas en línea; cosa mal vista entre los fetichistas de libro.
6. Oler a jabón es lo único permitido. El perfume o la loción choca en un ambiente tan serio. Es más si hueles a libro, a tinta, a papel, mejor.
7. La ponencia debe ser leída. Nada de memoria porque estonces podrían calificarte de "subjetivo". Además debe ser bien leída, haciendo uso de todos tus recursos retóricos y dramáticos.
8. Entre más citas incluyas en tu ponencia más reconocido será tu trabajo. Eso habla de tus horas-pompis-fundamento. Debes de decir: "cito" y al terminar "fin de cita".
9. Si no lograste propiciar la pregunta o el comentario o el debate entre el público (hago la aclaración que el público somos los ponentes), caerás en la peor frustración de tu vida: tu trabajo no fue aprobado. Haz quedado reprobado, nadie te recordará.
10. La temática debe girar en torno a obras reconocidas por la crítica. Si por ahí se te ocurre hablar de un nuevo escritor, verás como la sala se queda vacia.

En realidad es una experiencia maravillosa. Imagina que en los baños, en los pasillos, en la mesa del café, en el comedor, en el hotel, en el bus que te lleva al hotel... en todos los espacios que albergan tres días de Coloquio, escuchas citas, libros, propuestas, estudios, opiniones acerca de escritores, de libros, de la última moda en métodos, en teoría. Uf !!! Y todo esto en lengua sudaca, central, mexicana y norteña. Por cierto, es una delicia escuchar a Borges con acento norteño.

Rita insiste en no dejarlos con la tentación. Su ponencia fue acerca de Julio Cortázar y aunque no se pueda creer el Enormísimo Cronopio sigue siendo tema de debate. Rita no sólo aprobó sino que hasta fue invitada a un Congreso de Hispanistas en La Plata, Argentina. Ahora, tranquila por haberlo dicho, dobla su enorme ego desplegado para ir a dormir sola y con él.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Fotos de mi Hermano Cronopio

Les invito a visitar este sitio acompañados de un poema de Cortázar. No puedo negar de  forma alguna que están tomadas por la lente fina de un Hermano Cronopio. El poema lo dice todo.

http://www.flickr.com/photos/gdiazdeleon/

Yo tuve un hermano.
No nos vimos nunca
pero no importaba.

Yo tuve un hermano
que iba por los montes
mientras yo dormía.

Lo quise a mi modo,
le tomé su voz
libre como el agua,
caminé de a ratos
cerca de su sombra.

No nos vimos nunca
pero no importaba,
mi hermano despierto
mientras yo dormía,
mi hermano mostrándome
detrás de la noche
su estrella elegida.

Poema escrito por Julio Cortázar (1914-1984), a propósito de la muerte del Che Guevara en Bolivia. París, 29 de Octubre de 1967.

El erotismo de Julio Cortázar: "/que sepa abrir la puerta para ir a jugar"

Rita Márquez

Acercarse al Julio Cortázar de Ultimo round (1969), implica integrarse en una reflexión sobre el erotismo que, inmerso en una teoría de la narrativa, devela los lúdicos entretelones de su quehacer poético.


“/que sepa abrir la puerta para ir a jugar”, es el pre-texto clave para una reflexión sobre el erotismo. El punto de partida lo establece al propio Cortázar al aseverar que el erotismo exige imaginación al momento de trasvasarlo a la expresión literaria, hasta lograr un feliz desenlace en la ecuación “erotismo = sexo + inteligencia, ojos + inteligencia, lengua + inteligencia, dedos + inteligencia”. Para después rematar que “en literatura esa delicadeza [erótica] nace del ejercicio natural de una libertad y una soltura que responden culturalmente a la eliminación de todo tabú en el plano de la escritura”.

El llamado es evidente: debemos liberarnos de todo tabú para poder acceder a ese terreno, donde la descripción de las situaciones sexuales sea siempre otra cosa, buscar el advenimiento en nuestra literatura de ese eros ludens que tanto echa en falta el trillado erotismo literario directo, que Julio define como “siempre tremendo, negro, frenético, hotelero, adúltero, incestuoso, gerontológico, impúber, connotaciones que poco tienen que ver con la alegría”, para después preguntarse: “¿para cuándo la ternura, la tristeza, la sencillez, la naturalidad, el amor?”

Esta carga de ludismo-ironía-erotismo-humor en Cortázar ha llevado a muchos malos lectores a quedarse en la mera superficie de sus escritos, juzgando a priori que se trata de un mero jugueteo cómico, banal e intrascendente, cuando en realidad se traduce en un ataque demoledor contra la pedantería, la ignorancia, el engolamiento y la falta de imaginación.

Video "Jacques Lacan. Reinventar el Psicoanálisis"


http://video.google.com.mx/videoplay?docid=-9197754428483813684&hl=es#



miércoles, 4 de noviembre de 2009

Los portadores de sueños



Gioconda Belli


En todas las profecías
está escrita la destrucción del mundo.
Todas las profecías cuentan
que el hombre creará su propia destrucción.

Pero los siglos y la vida
que siempre se renueva
engendraron también una generación
de amadores y soñadores,
hombres y mujeres que no soñaron
con la destrucción del mundo,
sino con la construcción del mundo
de las mariposas y los ruiseñores.

Desde pequeños venían marcados por el amor.
Detrás de su apariencia cotidiana
Guardaban la ternura y el sol de medianoche.
Las madres los encontraban llorando
por un pájaro muerto
y más tarde también los encontraron a muchos
muertos como pájaros.

Estos seres cohabitaron con mujeres traslúcidas
y las dejaron preñadas de miel y de hijos verdecidos
por un invierno de caricias.

Así fue como proliferaron en el mundo los portadores sueños,
atacados ferozmente por los portadores de profecías
habladoras
de catástrofes.
los llamaron ilusos, románticos, pensadores de
utopías
dijeron que sus palabras eran viejas
y, en efecto, lo eran porque la memoria del paraíso
es antigua
el corazón del hombre.

Los acumuladores de riquezas les temían
lanzaban sus ejércitos contra ellos,
pero los portadores de sueños todas las noches
hacían el amor
y seguía brotando su semilla del vientre de ellas
que no sólo portaban sueños sino que los
multiplicaban
y los hacían correr y hablar.

De esta forma el mundo engendró de nuevo su vida
como también habia engendrado
a los que inventaron la manera
de apagar el sol.

Los portadores de sueños sobrevivieron a los
climas gélidos
pero en los climas cálidos casi parecían brotar por
generación espontánea.

Quizá las palmeras, los cielos azules, las lluvias
torrenciales
Tuvieron algo que ver con esto,
La verdad es que como laboriosas hormiguitas
estos especímenes no dejaban de soñar y de construir
hermosos mundos,
mundos de hermanos, de hombres y mujeres que se
llamaban compañeros,
que se enseñaban unos a otros a leer, se consolaban
en las muertes,
se curaban y cuidaban entre ellos, se querían, se
ayudaban en el
arte de querer y en la defensa de la felicidad.

Eran felices en su mundo de azúcar y de viento
de todas partes venían a impregnarse de su aliento
de sus claras miradas
hacia todas partes salían los que habían conocido
portando sueños
soñando con profecías nuevas
que hablaban de tiempos de mariposas y ruiseñores
y de que el mundo no tendría que terminar en la
hecatombe.

Por el contrario, los científicos diseñarían
puentes, jardines, juguetes sorprendentes
para hacer más gozosa la felicidad del hombre.

Son peligrosos - imprimían las grandes
rotativas
Son peligrosos - decían los presidentes
en sus discursos
Son peligrosos - murmuraban los artífices de la guerra.

Hay que destruirlos - imprimían las grandes
rotativas
Hay que destruirlos - decían los presidentes en sus
discursos
Hay que destruirlos - murmuraban los artífices de la guerra.

Los portadores de sueños conocían su poder
por eso no se extrañaban
también sabían que la vida los había engendrado
para protegerse de la muerte que anuncian las
profecías
y por eso defendían su vida aun con la muerte.

Por eso cultivaban jardines de sueños
y los exportaban con grandes lazos de colores.

Los profetas de la oscuridad se pasaban noches
y días enteros
vigilando los pasajes y los caminos
buscando estos peligrosos cargamentos
que nunca lograban atrapar
porque el que no tiene ojos para soñar
no ve los sueños ni de día, ni de noche.

Y en el mundo se ha desatado un gran tráfico de
sueños
que no pueden detener los traficantes de la muerte;
por doquier hay paquetes con grandes lazos
que sólo esta nueva raza de hombres puede ver
la semilla de estos sueños no se puede detectar
porque va envuelta en rojos corazones
en amplios vestidos de maternidad
donde piesecitos soñadores alborotan los vientres
que los albergan.

Dicen que la tierra después de parirlos
desencadenó un cielo de arcoiris
y sopló de fecundidad las raíces de los árboles.

Nosotros sólo sabemos que los hemos visto
sabemos que la vida los engendró
para protegerse de la muerte que anuncian las
profecías.

VIJÑANA BHAIRAVA TANTRA

EL DISCERNIMIENTO INTUITIVO DE LA REALIDAD ULTIMA

Bhairava (La Consciencia) y Bhairavi (La Energía), amorosamente unidos en el mismo conocimiento, salieron de lo indiferenciado para que su dialogo iluminara a los seres.

Bhairavi, la Shakti de Bhairava, dijo:

Oh Dios, tu que manifiestas el universo y gozas de esa manifestación, tu no eres otra cosa que mi Ser. Yo he recibido la enseñanza del Trika, que es la quintaesencia de todas las escrituras sagradas. Sin embargo, tengo todavía algunas dudas.


Oh Dios, desde el punto de vista de la realidad absoluta, ¿Cuál es la naturaleza esencial de Bhairava? ¿Reside ella en la energía ligada a los fonemas? ¿En la realización de la naturaleza esencial ligada a Bhairava? ¿En un mantra en particular? ¿En las tres Shakti? ¿En la presencia del mantra que vive en cada palabra? ¿En el poder del mantra presente en cada partícula del universo? ¿Reside esa naturaleza esencial en los chakras? ¿En el sonido «HA»? ¿O bien es únicamente la Shakti? Leer más...