domingo, 22 de noviembre de 2009

Samuel Beckett: "Esperando a Godot"


 Esperando a Godot
¿Qué dice un título como éste? ¿Quién espera y por qué a Godot? ¿Para qué? ¿Qué significa esperar? ¿Quién es Godot? ¿Qué pasa si Godot llega? ¿O si los personajes se cansan de esperar? ¿Cuánto tiempo lo esperarán? Es tema del tiempo: alguien espera la llegada de alguien. No importa quiénes esperan ni a quién esperan. Es el tema de la espera.

Beckett es el dramaturgo por excelencia de los años cincuenta, una década amenazada por la guerra fría y la posibilidad de la destrucción total del mundo a causa de un holocausto atómico. Sus personajes parecen ser colocados en un mundo en el cual se evidencian los efectos del desastre y en donde se cuestiona la existencia. A Beckett le interesa contemplar el significado metafísico de la humanidad. Sus personajes -deambulantes espirituales- usualmente se encuentran aislados en el espacio y en el tiempo; se torturan y consuelan, hacen preguntas sin respuesta y luchan en un mundo que se les desintegra. Probablemente, más que ningún otro dramaturgo, expresa las dudas de la post-guerra (Segunda Guerra Mundial) sobre la capacidad del hombre de entender y dominar su mundo. Sus preocupaciones son básicas pero nunca simplistas: la fugacidad de la vida, el tiempo y la eternidad, la soledad y el aislamiento como resultado de la imposiblidad de comunicación y contacto genuino con los otros; el misterio de ser y existir.


El origen del movimiento se remonta a Camus y a Sartre, los filósofos y dramaturgos del existencialismo, que en el contexto de la Segunda Guerra Mundial esbozaron un cuadro desilusionado de un mundo destruido y desgarrado por conflictos e ideologías. La pieza absurda surgió a su vez como anti-obra de la dramaturgia clásica, del sistema épico brechtiano y del realismo. Su forma preferida es la de una obra sin intriga ni personajes claramente definidos: el azar y la idea repentina reinan soberanamente. La escena renuncia a todo mimetismo psicológico o gestual, a todo efecto de ilusión, aunque el espectador sea obligado a aceptar las convenciones físicas de un nuevo universo ficticio. La obra absurda, al centrar la trama en los problemas de la comunicación, frecuentemente se transforma en un discurso acerca del teatro, en una meta-obra. De las investigaciones surrealistas sobre la escritura, el absurdo ha tenido la capacidad de sublimar en forma paradójica la “escritura del sueño”, del subconsciente y del mundo mental y el hallazgo de la metáfora escénica para imaginar este paisaje interior.


Esperando a Godot, presenta a dos vagabundos: Vladimir (Didi) y Estragón (Gogo) que esperan cerca de un árbol la llegada de Godot. Mientras esperan, pierden el tiempo jugando juegos verbales, haciéndose preguntas, pensando en suicidarse o marcharse, encontrándose y desencontrándose en el mismo lugar. Reciben asustados, la visita de Pozzo y Lucky, un amo y un esclavo y escuchan el largo monólogo que finalmente dice que el hombre y su cerebro, a pesar del progreso, se están encogiendo. Luego reciben a un muchacho que les trae un mensaje de Godot. El segundo acto se desarrolla igual que el primero con algunas variantes.


Las concepciones filosóficas en torno al Tiempo enunciadas por Bergson y Heidegger, filósofos, de distintas épocas, que concibieron la noción de Tiempo como un problema indisoluble a la experiencia interna de vida. Cada uno de ellos aporta concepciones que se contraponen y complementan unas con otras, para así servir de herramienta en el estudio de la experiencia de vida en el tiempo dramático creado.

Beckett, a través de su obra dramática manifiesta, a través de los diálogos, cómo es la vivencia del tiempo en sus personajes, por tal motivo, diálogo y tiempo serán conceptos dramatúrgicos básicos para este trabajo, pues ambos elementos de la estructura dramática se alían para exponer la propuesta estética.

En Esperando a Godot la diversidad de tiempos podrán ser estudiados por el conocimiento de los enunciados filosóficos de San Agustín, Bergson y Heidegger , pues ellos están imbricados en la temporalidad dramática, en el tiempo de la ficción.

Beckett, el mayor exponente del teatro del absurdo, profundiza el problema del tiempo y su relación con la condición humana, es decir, con el tiempo como realidad vivible, como duración de vidas, de ahí que todo lector está comprometido a revisar cómo se manifiesta la incógnita del tiempo en un dramaturgo que valora la interioridad del ser y no se preocupa por lo externo. Este tratamiento estético del tiempo que proclama Beckett nos consolida fundamentos para comprender la discontinuidad del tiempo en el fluir de la conciencia del hombre.
Este video es muy ilustrativo. Qué lo disfruten !!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.