domingo, 8 de noviembre de 2009

El erotismo de Julio Cortázar: "/que sepa abrir la puerta para ir a jugar"

Rita Márquez

Acercarse al Julio Cortázar de Ultimo round (1969), implica integrarse en una reflexión sobre el erotismo que, inmerso en una teoría de la narrativa, devela los lúdicos entretelones de su quehacer poético.


“/que sepa abrir la puerta para ir a jugar”, es el pre-texto clave para una reflexión sobre el erotismo. El punto de partida lo establece al propio Cortázar al aseverar que el erotismo exige imaginación al momento de trasvasarlo a la expresión literaria, hasta lograr un feliz desenlace en la ecuación “erotismo = sexo + inteligencia, ojos + inteligencia, lengua + inteligencia, dedos + inteligencia”. Para después rematar que “en literatura esa delicadeza [erótica] nace del ejercicio natural de una libertad y una soltura que responden culturalmente a la eliminación de todo tabú en el plano de la escritura”.

El llamado es evidente: debemos liberarnos de todo tabú para poder acceder a ese terreno, donde la descripción de las situaciones sexuales sea siempre otra cosa, buscar el advenimiento en nuestra literatura de ese eros ludens que tanto echa en falta el trillado erotismo literario directo, que Julio define como “siempre tremendo, negro, frenético, hotelero, adúltero, incestuoso, gerontológico, impúber, connotaciones que poco tienen que ver con la alegría”, para después preguntarse: “¿para cuándo la ternura, la tristeza, la sencillez, la naturalidad, el amor?”

Esta carga de ludismo-ironía-erotismo-humor en Cortázar ha llevado a muchos malos lectores a quedarse en la mera superficie de sus escritos, juzgando a priori que se trata de un mero jugueteo cómico, banal e intrascendente, cuando en realidad se traduce en un ataque demoledor contra la pedantería, la ignorancia, el engolamiento y la falta de imaginación.

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