martes, 17 de noviembre de 2009

De Congreso

Rita Márquez

Quisiera (y mal hecho) hacer uso personal del blog, pero me gustaría compartirles mi expeciencia. La semana pasada asistí al Coloquio Internacional de Literatura Mexicana e Hispanoamericana, en la ciudad de Hermosillo. La sede me inquietó. ¿Leen a Borges en ciudad del norte? Pensé que eso era privilengio del sur. Ahora me retracto por haberlo pensado siquiera. Pero el tema es otro y no las enormes diferencias que hay entre un norte y un sur.

Como mi ponencia estaba programda hasta la mañana del último día del Coloquio, me puse a observar (actividad que me embarga de placer) los protocolos de los letrólogos. Sus diálogos, sus formas de tomar café o preferir el refresco, la selección de galletas en la charola, si fuman o no, si se visten bien, si leen bien... y más. Porque en el universo de las letras siempre hay más.

Sirva de guía el protocolo:

1. Empezada la mesa, no entres porque te fulminan con la mirada, así que procura estar diez minutos antes de que inicie la mesa de tu interés, con café en mano y con suficiente nicotina en el cuerpo.
2. Tomar mucho, mucho café es una de las normas. Pero no le pongas azúcar, serás visto como primerizo en un hábito tan arraigado a las letras.
3. La vestimenta debe ser lo más casual que se pueda. Si no se sospechará que vas de ligue y de eso no se trata.
4. Una de las más terribles prohibiciones es usar material multimedia. Eso ofende a un público que todo lo entiende a la primera. Incluso, si te atrevieras a hacerlo, podrías parecer un alumno y no un académico con doctorado.
5. Debes cargar libros, muchos libros y que ni se te ocurra llevar una lap, porque eso querría decir que trabajas en línea; cosa mal vista entre los fetichistas de libro.
6. Oler a jabón es lo único permitido. El perfume o la loción choca en un ambiente tan serio. Es más si hueles a libro, a tinta, a papel, mejor.
7. La ponencia debe ser leída. Nada de memoria porque estonces podrían calificarte de "subjetivo". Además debe ser bien leída, haciendo uso de todos tus recursos retóricos y dramáticos.
8. Entre más citas incluyas en tu ponencia más reconocido será tu trabajo. Eso habla de tus horas-pompis-fundamento. Debes de decir: "cito" y al terminar "fin de cita".
9. Si no lograste propiciar la pregunta o el comentario o el debate entre el público (hago la aclaración que el público somos los ponentes), caerás en la peor frustración de tu vida: tu trabajo no fue aprobado. Haz quedado reprobado, nadie te recordará.
10. La temática debe girar en torno a obras reconocidas por la crítica. Si por ahí se te ocurre hablar de un nuevo escritor, verás como la sala se queda vacia.

En realidad es una experiencia maravillosa. Imagina que en los baños, en los pasillos, en la mesa del café, en el comedor, en el hotel, en el bus que te lleva al hotel... en todos los espacios que albergan tres días de Coloquio, escuchas citas, libros, propuestas, estudios, opiniones acerca de escritores, de libros, de la última moda en métodos, en teoría. Uf !!! Y todo esto en lengua sudaca, central, mexicana y norteña. Por cierto, es una delicia escuchar a Borges con acento norteño.

Rita insiste en no dejarlos con la tentación. Su ponencia fue acerca de Julio Cortázar y aunque no se pueda creer el Enormísimo Cronopio sigue siendo tema de debate. Rita no sólo aprobó sino que hasta fue invitada a un Congreso de Hispanistas en La Plata, Argentina. Ahora, tranquila por haberlo dicho, dobla su enorme ego desplegado para ir a dormir sola y con él.

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