lunes, 18 de enero de 2010

Julio Cortázar: "Poesía Permutante"




Poco hace que en la Mesa de Altos Estudios iniciamos una aproximación al fenómeno poético en la obra de escritores latinoamericanos. La empresa es ardua ante el siempre necesario establecimiento de pautas teóricas y técnicas que permitan una mayor comprensión de la palabra escrita y, por ende, el logro de un creciente goce.

Con la intención de hacer de la yerma teoría un camino de experiementación lúdica -siempre lúdica- llegamos a la inevitable presencia de Julio Cortázar. Él nos permitió establecer vasos comunicamentes entre el juego y la comprensión. Ante su "Poesía permutante" jugamos con la palabra, con las líneas y sus múltiples significados. En fin, ceremonias de interior.

La poesía permutante es una suerte de unidad por armarse. Y cada unidad se asienta en la que el lector cree haber armado usando sus propios caminos. Bajo este supuesto el lector comienza a deshilvanar una imagen escrita en verso, donde se presentan una serie de poemas sin principio ni final de texto. Cada texto es una unidad leída independiente una de la otra, creando, según la escogencia del lector, un poema diferente por composición. Se puede unificar el poema con uno u otro texto, palabra o estrofa indistintamente. Cualquiera que sea la selección hay un poema terminado. Incluso, cada texto o unidad es, a su vez, un poema. Se presentan múltiples lecturas con diversas tonalidades. Pero la voz la cual dirige al lector prescinde de un texto o de otro como regla a la construcción de significados en un aparente desorden de hojas sueltas. Se unifican por el criterio artístico del lector. Es una apuesta por armarse. Una arquitectura verbal, esta es, edificar la palabra desde cualquier signo, manteniendo las exigencias de su desorden: ...El orden en que está impreso cada poema no sigue necesariamente el de su escritura original, que no tiene importancia puesto que no es más que una de las múltiples combinaciones de estas estructuras. A esto Cortázar le llama verbalizar una intención de poema de manera tal que cada unidad básica se enlaza impecablemente con todas las otras, ordenadas por la eventualidad del lector que domina la composición final del texto, donde cada unidad busca a la otra en su ritmo lógico. Se exhiben una serie de textos en espera del enlace el cual puede ser de forma o sentido cuando la intuición controla su hechura. Hasta una coma al final de la unidad o estrofa puede servir de enlace aleatoriamente. La edición limita el uso de hojas sueltas, porque cada poema espera por el otro para obtener el poema último, dejando abierta toda otra posibilidad de creación. Poema circular. Obra abierta, ¿acaso inconclusa?


Las cartas están sueltas y forman su textura en el discurrir de la lectura, lo que constituye una pieza artística con sonoridad e imagen. Interrumpe con un modelo tradicional de lectura, o sea, el libro, permaneciendo en su lugar una serie de poemas sueltos en busca de su lector-escritor. Al igual que en todo juego, espera por otras reglas e innovaciones. Se presta el caso para hacer una lectura en voz alta y colectiva, advirtiendo una escena venida del ritmo de las estrofas seleccionadas en cuanto permiten la creación de distintas formas. Es una preferencia artística sin la regularidad del género. Puede significar una suerte de código nuevo con el cual Cortázar no espera satisfacer la suerte sino que estima facilitar un singular esbozo de escritura, de goce para el descifrador.

El ejercicio recuerda que en el desorden de las normas establecidas asimilamos el lenguaje del artista contemporáneo: crear experiencias y órdenes conceptuales que arriben a las próximas aventuras estéticas y ¿por qué no? históricas del hombre. Histórica porque procura la búsqueda estética, si consideramos la imagen en el margen de una fisura histórica siempre por resolverse.

De modo que el lugar de la infancia es el de la imagen en ocurrente creación. Y en el artista esos indicios contienen una exigencia de tipo intelectual que a la vez se libera de la tradición. Ahora ese modelo conceptual hereda las reglas del juego:


Antes, después


como los juegos al llanto

como la sombra a la columna

el perfume dibuja el jazmín

el amante precede al amor

como la caricia a la mano

el amor sobrevive al amante

pero inevitablemente

aunque no haya huella ni presagio


aunque no haya huella ni presagio

como la caricia a la mano

el perfume dibuja el jazmín

el amante precede el amor

pero inevitablemente

el amor sobrevive al amante

como los juegos al llanto

como la sombra a la columna


como la caricia a la mano

aunque no haya huella ni presagio

el amante precede al amor

el perfume dibuja el jazmín

como los juegos al llanto

como la sombra a la columna

el amor sobrevive al amante

pero inevitablemente


Este poema creado para la edición (posterior a Último Round) de "Poesía Permutante", aparecida en Territorios (1979), surge con otros matices cuando alcanzamos a permutar verso con verso. Lo que no es otra cosa que, con un mismo número de versos, lograr estrofas o poemas distintos entregados al juicio del leyente. El caso es que el lector confirma una apreciación irracional cedida a la apuesta. La composición se extrema al aparecer una unidad menor, el verso. El ejercicio de la lectura evoca al proceso mismo de la escritura una vez afirmado el ritmo de una tonalidad ascendente al poema fundado. Es decir, cada verso tiene su independencia con respecto al poema en general, a la estructura. Un juego que despierta los sentidos, la combinación, la alternancia. Un juego muy a la Cortázar.

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