jueves, 18 de febrero de 2010

Truman Capote: "A sangre fría"

"No conocía a nadie que escribiese y a poca gente que leyese. Pero el caso era que sólo me interesaban cuatro cosas: leer libros, ir al cine, bailar claqué y hacer dibujos. Entonces, un día, comencé a escribir, sin saber que me había encadenado de por vida a un noble, pero implacable amo" Truman Capote
Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio.
Truman Capote

Una infancia solitaria.

Truman Persons nació en Nueva Orleans, el 30 de septiembre de 1924. Por una pelea de sus padres paso gran parte de su infancia en Alabama, acompañado de 4 ancianos. Allí nacería su pasión por la literatura y los chismes. Lo que él posteriormente llamaría "un estilo de ver y oír" que hallaría su gran desenlace en su novela Plegarias Atendidas.
     De esa época Capote confesaría: "Empecé a escribir cuando tenía 8 años: de improviso, sin inspirarme en ejemplo alguno. No conocía a nadie que escribiese y a poca gente que leyese. Pero el caso era que sólo me interesaban cuatro cosas: leer libros, ir al cine, bailar claqué y hacer dibujos. Entonces, un día, comencé a escribir, sin saber que me había encadenado de por vida a un noble, pero implacable amo."
     A los 10 años encontró un concurso literario para niños en una revista del puerto de Mobile y desechando los temas propuestos ("Un día de campo junto al lago", "Las mascotas preferidas") eligió como base las habladurías acerca de un personaje local. Viejo señor metiche ganó el primer premio pero de todas las partes en que iba a publicarse la obra sólo se llegó a la primera... cuando los organizadores descubrieron que el tema no era ficcional sino una copia de la realidad.
Los escritos más interesantes que realicé en aquella época consistieron en sencillas observaciones cotidianas que anotaba en mi diario. Extensas transcripciones al pie de la letra de conversaciones que acertaba a oír con disimulo. Habladurías del barrio. Una suerte de reportaje, un estilo de ver y oír que más tarde ejercitaría verdadera influencia en mí, aunque entonces no fuera consciente de ello...
Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse.
Truman Capote

Otras voces, otros ámbitos.


Luego de cambiar su apellido por el de Capote, (el apellido del nuevo esposo de su madre), comienza a publicar a los 17 años sus cuentos en las llamadas revistas "de calidad" y al poco tiempo, ya instalado en Nueva York, entra a trabajar al The New Yorker.
     En este ámbito, comenzaría dos etapas de la vida de Capote que luego se conjugarían: por un lado su crecimiento literario y por el otro su contacto con la alta sociedad formada por escritores, pintores, modelos, políticos e incluso mafiosos, que luego retratara en su obra, generalmente de manera irritante y mordaz.
     Su primer titulo, Otras voces, otros ámbitos, es un libro iniciático, donde Capote volcaría muchas de las experiencias de su niñez, mezclando la ficción y la realidad hasta hacerlas inseparables, una constante de toda su obra que caracterizaría su estilo. La novela, aparecida en 1948, con gran éxito de público y crítica, lanzó a Capote a la popularidad pero también a los enfrentamientos con sectores que se negaban a aceptarlo.
Mucha gente atribuyó el éxito comercial de la novela a aquella fotografía (Se refiere a la foto en la contratapa del libro). Otros la despacharon como un acierto casual: 'Es sorprendente que un alguien tan joven pueda escribir tan bien' ¿Sorprendente? ¡Solo había estado escribiendo día tras día durante catorce años!
A partir de entonces, y por una década, se dedicaría a experimentar y probar su técnica literaria escribiendo colecciones de relatos breves ("Un árbol de noche"), ensayos y descripciones ("Color Local", "Obser- vaciones"), comedias ("El arpa de hierba"), guiones cinematográficos ("Suspense") y reportajes para The New Yorker.
     Este ciclo se cerraría en 1958 con Desayuno en Tiffany's, una novela corta, que vuelve a mezclar alusiones a su vida personal con la ficción, mientras se aleja del barroquismo y del ambiente alucinado de sus primeros títulos pero manteniendo la línea de su estilo. Sin embargo, para él su obra más importante sería otra, una breve novela que sería la llave que lo llevaría al éxito en su tercer período.
Desde el punto de mi destino creativo, la obra más interesante que produje durante toda esa segunda fase apareció primero en The New Yorker, en una serie de artículos y a continuación, en un libro titulado Se oyen las musas. Trataba del primer intercambio cultural entre URSS y los EEUU. Concebí toda la aventura como una breve novela real cómica: la primera.
"Vivimos en la oscuridad. Hacemos lo que podemos. El resto es la demencia del arte."
Truman Capote.

Novela real: la demencia del arte.


Convencido de que no había nada innovador en la literatura desde 1920, Capote creía que el periodismo podía constituir una opción válida como forma literaria, algo que tuviera la credibilidad de los hechos, la inmediatez del cine, la hondura y libertad de la prosa y la precisión de la poesía. En definitiva quería escribir una novela periodística, su segunda novela real.
     Luego de la escasa repercusión de Se oyen las musas en 1955, pasarían cuatro años hasta que encontrara el tema para desarrollar su idea con toda la fuerza y emoción que consideraba necesarias. En 1959, en Holcomb, un pequeño pueblo de Kansas, la familia Clutter (un agricultor, su esposa y sus dos hijos) apareció muerta: habían sido atados y acribillados por personas desconocidas sin ningún móvil aparente. Esto sembró la paranoia en el lugar y atrajo a todos los medios del país.
     Capote fue enviado allí por The New Yorker. Sin embargo, no tardó mucho en darse cuenta que tenía lo que necesitaba para su esperada gran obra. Pasó seis años siguiendo de cerca la investigación y hablando con los habitantes del pueblo, los cuales no lo veían con buenos ojos debido a su excentricidad, su desenfadada manera de ser y su sexualidad (Capote era homosexual); sin embargo, en todo ese tiempo, logró averiguar lo suficiente para armar el entramado de su novela, donde se mezclan las opiniones de los personajes del pueblo, junto con entrevistas a los policías encargados del caso y amigos íntimos de la familia. Pero Capote no se quedo allí: cuando atraparon a los asesinos fue a entrevistarlos a la cárcel y trabo amistad con ellos.
     Los asesinos eran dos: Perry Smith y Dick Hitckock, dos psicópatas, ex-convictos, que guiados por los exagerados rumores que Floyd Wells, un compañero de celda de Hitckock, le había dado acerca de la riqueza de Clutter había cometido el hecho... para escaparse con menos de 100 dólares con rumbo a México.
     En la novela Capote traduciría esta conversación así: "No puedo recordar exactamente cómo fue que hablamos sobre el señor Clutter. Debió de ser cuando recordamos los empleos, los distintos trabajos que habíamos hecho [...] Le conté que yo había trabajado durante un año en un importante campo triguero, en el oeste de Kansas. Para el señor Clutter. Quiso saber si el señor Clutter era un hombre muy rico. Le dije que sí. [...] Y desde entonces nunca jamás dejó Dick de preguntarme cosas de aquella familia. ¿Cuántos eran? ¿Que edad tendrían los niños? ¿Cómo se llegaba a la casa exactamente? [...] Dick empezó a hablarme de matar al señor Clutter. Decía que él y Perry se irían para allá a robar y matarían a todos los testigos, a los Clutter y a quien quiera anduviera por allá. Me describió docenas de veces cómo iban a hacerlo, como él y Perry iban a atarlos ydespués a pegarles un tiro."
     Gracias la confesión de Wells, la policía los atrapó cuando, agotados de su periplo por Méjico, ya sin dinero, habían vuelto con la intención de Hitckock de colocar algunos cheques falsos a ex-compañeros. Detenidos y condenados, esperando por la ejecución en la horca, Capote tuvo el tiempo necesario para ganarse su confianza y reconstruir su vida y su itinerario antes y después del asesinato. Smith le simpatizó de entrada, Hitckock no. Sin embargo habló con ellos hasta tener el material suficiente y los acompañó cuando tuvieron que cumplir la condena que les habían dado: Habían matado a sangre fría, y a sangre fría serían castigados. El 14 de abril de 1965 fueron colgados.

La novela, titulada A Sangre Fría, fue un éxito y llevo a Capote al centro de atención de todos los medios de prensa del país, apareciendo en las portadas de las revistas más importantes mientras recibía invitaciones a ilustres casas de campo y paseos en yate junto a celebridades. Sin embargo para él el libro habia sido una experiencia traumatizante que marcaría su vida desde ese entonces.

     A pesar de que la novela estaba escrita en un tono frío, periodístico, donde el narrador nunca aparece, ni se involucra, y narra los hechos con un tono disciplinado y alejado, el hecho había calado hondo en Capote quien había entablado amistad con Perry Smith y sentía cierta similitud con éste: ambos venían de un pasado familiar borrascoso y confiaban en el arte para sobresalir (Perry se consideraba un artista y se veía a si mismo en el futuro como un hombre orquesta, aplaudido por las multitudes).
     No es inútil pensar en esos seis años desalentadores en los que Capote recorría Kansas para armar su obra, acusado por muchos de haberse vuelto loco, sin saber si podría llevar a cabo su proyecto, sin tener idea si sacaría algo de allí y obligado a volver a un pequeño y deprimente pueblo donde no pasaba nada como contaría después. Esos hechos lo ponían en contacto de nuevo con su infancia en su propio pequeño pueblo y es factible pensar que lo afectaron más de lo que quiso, viendo en Perry lo que él mismo hubiera podido ser si no hubiera tenido éxito.
     Sin embargo Capote brilló con buena luz en esa época, y nadie pareció notar nada extraño en él: la mayoría de sus amigos creían que se merecía un descanso y él también. Acudió a infinidad de reportajes y vió permanecer su novela treinta y cinco semanas en la lista de éxitos de The New York Times, donde había aparecido primeramente en cuatro entregas entre octubre y noviembre de 1965.
     Este período terminaría en noviembre de 1966, en la fiesta que se celebró en el Plaza, en honor de Kazay Graham, el editor del Whasington Post.
     Luego de la creación del nuevo género bautizado novela real, Capote apuntó sus intereses hacia otro horizonte: decidido a escribir otra gran obra que lo catapultara al éxito de público pero también de crítica, decidió tomar lo que mejor conocía: el ambiente sofisticado de las clases altas que había frecuentado en esos años y en el cual se mezclaban desde antiguos aristócratas hasta estrellas de cine. Un lugar del cual formaba parte y era consecuente chismógrafo. La novela, según Capote, sería un análisis del pequeño universo -entre aristocrático y mundano- de la sociedad acaudalada de Europa y de la costa este de los Estados Unidos.
Durante cuatro años, más o menos de 1968 a 1972, pasé la mayor parte del tiempo leyendo y seleccionando, reescribiendo, catalogando mis propias cartas y las cartas de otras personas, mis diarios y cuadernos de notas de los años de 1943 a 1965. Tenía intención de emplear gran parte de esos textos en una obra que proyectaba desde hacía tiempo: una variante de la novela real.


Y, sin embargo, Plegarias Atendidas, no está pensada como un roma a clef ordinario, una narración dónde la realidad se disfraza de novela. Mi propósito es el contrario: eliminar disfraces, no fabricarlos.
Truman Capote

La novela, que llevaría el título de Plegarias atendidas, había comenzado por un contrato en 1966, poco antes de la publicación de A sangre fría y tenía por fecha de entrega el 1 de enero de 1968; sin embargo la fecha de entrega sería pospuesta varias veces, primero hasta 1973, luego a 1974, 1977 y por fin a 1981.
     Esta época, que Capote consideraba su cuarto período creativo, estaría signada por su deterioro físico y emocional. A pesar de que público varios relatos: "Un recuerdo navideño" (1966), "El invitado de acción del Día de Acción de Gracias" (1968) y "Los Perros Ladran" (1973); la mayoría de los mismos habían sido escritos en los años 40 y 50 y no aportaban nada a su obra. Sólo Plegarias Atendidas y Música para Camaleones, una obra miscelánea, prometían una recuperación.
     Sin embargo, la promesa de Plegarias Atendidas no pudo verse cumplida de forma completa: Esquire publicó cuatro capítulos en 1976 y si bien el primero, "Mojave", (que no entraría en el libro y sí, como relato independiente en Música para Camaleones), no causó mayor impacto, el siguiente, La Côte Basque, desató el escándalo: la mayoría de los amigos que tenía lo condenaron al destierro por contar historias apenas disfrazadas sobre ellos. Luego de la publicación de los siguientes dos capítulos, "Monstruos Perfectos" y "Kate McCloud", Capote dejó de trabajar en Plegarias Atendidas, a pesar de su opinión de que tales reacciones no lo habían afectado:
Publiqué cuatro capítulos de ese libro en la revista Esquire. Provocaron la ira de ciertos círculos, dónde pensaron que yo estaba traicionando confianzas, abusando de amigos y/o enemigos. No tengo intención de discutirlo, ese tema se refiere a la política social, y no al mérito artístico. Tan sólo diré que lo único que un escritor debe trabajar es la documentación que ha recogido como resultado de su propio esfuerzo y observación, y no puede negársele el derecho a emplearla, se puede condenar, pero no negar.
Entretanto, aquí estoy en mi oscura demencia, absolutamente solo con mi baraja de naipes y, desde luego, con el látigo que Dios me dió.
Truman Capote

Un fragmento tal vez muestre de que estaba hablando Capote que ofendía tanto a sus antiguos amigos del espectáculo, las artes y la política: "-... y el viejo degenerado se coló en mi habitación. Eran alrededor de las seis de la mañana, la hora ideal si quieres coger a alguien totalmente fuera de combate, totalmente por sorpresa, y cuando me desperté ya estaba liado en las sábanas con una mano en mi boca y la otra por todas partes. El muy descarado, hay que tener cojones, en su mismísima casa y con toda la familia durmiendo a nuestro alrededor. Pero todos esos Kennedy son iguales. Son como perros, tienen que mear en todas las bocas de incendio. Después, ¿te imaginas?, hizo como si no hubiera pasado nada, nunca me hizo un guiño o un saludo, no era más que el buen papi de mi amiguita del colegio"

     O: "La semana pasada en Londres, fui a una fiesta en el Drue Heinz, y tuve que soportar a la princesa Margarita. Su madre es un encanto, ¡pero el resto de la familia! Aunque el príncipe Carlos, aun se salva un poco. Básicamente la realeza piensa que sólo hay tres categorías: la gente de color, la gente blanca y la realeza. En fin, estaba a punto de quedarme dormida, la princesa es de una monotonía tal... cuando de pronto nos anunció, sin venir a cuento, que había decidido que en realidad no le gustaban los homosexuales. Yo me limité a bajar los párpados y dije: madame, me temo que va a pasar usted una vejez muy solitaria. ¡Que cara puso! Yo pensé que iba a convertirme en una calabaza."
     En ese período, de 1977 a 1984, el propio Capote confiesa cuál era su problema:
La interrupción ocurrió porque yo me encontraba ante un montón de problemas: sufría una crisis creativa, y, a la vez, personal. Como la última no tenía relación, o muy poca, con la primera, sólo es necesario aludir al caos creativo. [...] Aún cuando era bueno, vi que jamás trabajaba con más de la mitad, a veces sólo con un tercio, de las facultades que tenía a mi disposición. ¿Por qué? El problema era: ¿como puede un escritor combinar con éxito en una sola estructura todo lo que sabe acerca de las demás formas literarias? [...] Ahora, me sitúe a mí mismo en el centro de la escena, y de un modo estricto y sobrio, reconstruí conversaciones triviales con personas corrientes. Tras escribir centenares de páginas sobre esas cosas tan simples terminé por desarrollar un estilo. Había encontrado una estructura dentro de la cual podría integrar todo lo que sabía acerca de escribir. El resultado es el presente volumen: Música para camaleones"
     Música para camaleones fue el último libro de Capote e incluye una muestra miscelánea de todas sus facetas como escritor: cuentos ("Mojave", "El señor Jones", "Una luz en la ventana"), una novela real breve (Ataúdes tallados a mano) y reportajes ("Una adorable criatura", "Y luego sucedió todo"). Sin embargo, tanto para sus amigos como para sus críticos esa obra no tenía el nivel de su obra de los 40 y 50, tal vez por la inmersión de Capote en el alcohol y la droga, aun más en ese último período, en el cual, a confesión de su editor, pensaba que su talento literario estaba decayendo y no conseguía terminar Plegarias Atendidas luego de su abandono en 1976. Esto sumado al trauma de la investigación de A sangre fría y el abandono de la mayor parte de sus amigos luego de la publicación de "Kate McCloud" en 1976 deben haber causado una fuerte impresión en Capote, quien confesaba odiar los abandonos.
     Su editor, en el prólogo de Plegarias Atendidas contaba como era su relación de trabajo con Capote luego de su crisis:
Después de 1976, la relación entre Truman y yo se fue deteriorando lentamente.[...] Durante los últimos años parece que trataba de engañarnos acerca de su trabajo, no sólo a mí y a sus mas íntimos amigos, sino a todo el público en general. Dos veces al menos anunció a sus entrevistadores que acababa de finalizar su libro, que lo había entregado a Random House y que aparecería publicado al cabo de 6 meses. Después nuestro departamento de publicidad y yo mismo nos veíamos abrumados por infinidad de llamadas a las que sólo podríamos responder diciendo que no habíamos visto el manuscrito. [...] Un último factor en la erosión de nuestra relación fue la dependencia creciente de Capote del alcohol y los fármacos desde 1977. [...]     Repetidas veces, almorzando, durante los últimos seis años de su vida, a menudo de un modo incoherente a causa de los fármacos y el alcohol, o ambas cosas a la vez, hablaba conmigo de los cuatros capítulos restantes con todo detalle, hasta el punto de llegar a citar fragmentos de diálogos que eran siempre idénticos, incluso cuando los recitaba con un intervalo de meses o años. El ciclo era siempre el mismo: cuando le pedía que me enseñara el capítulo en cuestión, me prometía enviármelo al día siguiente. Al final de ese día le llamaba, y Capote decía que se lo estaban mecanografiando y que me lo enviaría el lunes. El lunes por la tarde su teléfono no respondía y él desaparecía durante una semana o más.
En 1984 murió en los Angeles, California. Hoy, queda su obra y su leyenda, para ver quién de todos sus personajes es totalmente Truman Capote, el escritor de los mútliples disfraces, quien, como una vez dijo sólo se dedico a vivir.

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