martes, 6 de diciembre de 2011

Los celtas: El mundo feérico:




Naturaleza

La religión celta no es realmente muy conocida y la información sobre ella nos viene dada directamente desde los autores clásicos, los cuales no solían ser testigos directos de lo que ocurría en realidad en este mundo. Lo que si podemos conseguir es tener una idea aproximada del papel que ejercía la religión en esta cultura.

Una de las cosas que más impresionaron a los autores clásicos fue el profundo respeto que los celtas tenían por sus creencias y sus ritos, y sobre todo por lo majestuoso y violento de los mismos. Se habla incluso de sacrificios humanos, y, aunque es posible que estos se realizaran, seguramente no fueran algo común.

Algo común a las religiones más antiguas, ya desde la prehistoria, es la relación directa que tenían las mismas con la naturaleza. Los fenómenos naturales eran estudiados y muchos de los dioses surgieron para intentar dar explicación a los mismos. La naturaleza era vista como algo vivo y cambiante, una dicotomía entre el dar la vida y arrebatarla cruelmente. Es una tierra en la que nacen los frutos y los pastos, pero que a la vez puede destrozar los mismos.

Es por eso que muchos de los rituales religiosos se realizaban en plena naturaleza, normalmente en los bosques, parajes considerados mágicos. También de esto se hacen eco los clásicos:

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Había un bosque sagrado, jamás profanado desde remotos tiempos, que con sus ramas entrelazadas encerraba un espacio tenebroso y unas gélidas sombras en cuyas profundidades no penetraba el sol. Este bosque no lo ocupaban los Panes, habitantes de campos, ni los silvanos, señores de los bosques, ni las Ninfas, sino los santuarios de unos dioses de barbaros ritos: aras construidas para siniestros altares, y todos los arboles purificados con la sangre humana. Si merece crédito la antigüedad, que sintió admiración por los dioses del cielo, incluso las aves temen posarse en esas ramas y las fieras acostarse en aquellos cubiles; ni siquiera el viento se abate sobre aquellas espesuras ni los rayos que saltan de los negros nubarrones: un horror especial anida en aquellos arboles, que no ofrecen su follaje a la caricia de brisa alguna.

Además, cae el agua en abundancia de sombríos manantiales y las lúgubres imágenes de los dioses carecen de valor artístico y se alzan, como bloques informes, de los troncos cortados. La propia impresión de abandono y el tinte pálido de los troncos podridos produce estupefacción: no se teme así a las deidades veneradas bajo figuras familiares: ¡Tanto incrementa la sensación de terror no conocer a los dioses a los que se teme! Ya la fama contaba que a menudo mugían con terremotos las cóncavas cavernas, que los tejos se abatían hasta el suelo y de nuevo se levantaban, que brillaban incendios de malezas que no se quemaban, que se deslizaban dragones enroscados a los troncos. No lo frecuentan las gentes arrimándose para celebrar cultos, sino que lo han dejado a los dioses. Tanto si esta Febo en medio del firmamento como si ocupa el cielo la noche sombría, el propio sacerdote tiene pavor de acercarse y teme toparse de repente con el señor del bosque. (Anneo Lucanno, siglo III)
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Como vemos aquí los bosques aparecen como propiedad de los dioses. El estupor que impregna a la gente y a los animales es el mismo que el que aparece en cualquiera que llegue a ver a una divinidad.

La presencia de los dioses es perceptible en todas las manifestaciones de la naturaleza Incluso hay dioses menores encargados de cuidar de la misma, de los arboles, los riachuelos, los lagos o los animales.

Otra peculiaridad es que muchos de estos lugares aparecen como puerta al inframundo. Concretamente en la tradiciones irlandesa se habla de viajes al país de los muertos (catábasis, o descenso). En ocasiones un héroe monta en una nave mágica de bronce. En este viaje se encuentra al dios del mar y los difuntos, Manannan, y llega a un país maravilloso. Solo cuando se cansa de este es cuando decide volver.

Otros héroes hacen este viaje a través de los túmulos (los que nos podría llevar a vestigios de civilizaciones más antiguas) o de las cuevas, iniciando entonces un descenso. Es aquí donde alcanza un conocimiento mayor del mundo que le rodea.



Animales y caza

La religión estaba presente en los partes más importantes de la vida celta, y podemos poner por ejemplo la caza.

Es cierto que la caza era un aporte importante para la economía celta, pero también un fenómeno religioso, dado que tiene que ver más con un fenómeno religioso que con un método para conseguir alimento hasta el punto de que son frecuentes las divinidades cazadoras, y los animales que son cazados son normalmente los más respetados (el ciervo, el jabalí y el oso).

La caza requería de un ritual muy preciso. Era necesario reconciliarse con el animal muerto o herido. El pensamiento celta incluye la idea de que en la caza se está tomando algo de la naturaleza, y de que, como todo lo que muere, debe ser devuelto a esta para que pueda renacer. La muerte del animal es un mero transito en el retorno a la vida.


El simbolismo animal

La caza es uno más de los aspectos que muestran la importancia de los animales dentro de la naturaleza dado que, como ya dijimos, muchos de los animales estaban relacionados con ciertos dioses.

Conocemos tabús relacionado con la consumición de ciertos animales que nos hacen pensar en un significado religioso de los mismos. En el clan Coneely (palabra que significa literalmente foca) una tribu del Connaught, estaba completamente prohibido comer focas.

Dejando de lado los aspectos puramente económicos debemos tener en cuenta que los animales más representados en la iconografía de esta civilización son los caballos, los toros, los perros, los jabalís y los ciervos. No sería de extrañar que esto fuera así por las capacidades de estos animales, respetadas por muchas otras sociedades.

Seguir la pista a estos animales no es difícil, pues no los encontramos solo en las representaciones artísticas, sino también en los enterramientos después del sacrificio de los mismos, ya sea por cabezas o por la osamenta completa.

Otro de los animales más importantes es el caballo, estrechamente relacionado con la divinidad femenina Epona. Es un animal usado en la guerra, pero no es lo único que le hace ser adorado. Su prestancia, su fuerza, su velocidad lo hacía extremadamente atrayente para esta cultura. Tan importante llego a ser que no solo Epona, sino otros muchos dioses lo tomaron como símbolo. Además los miembros importantes de las tribus solían ser enterrados con ellos.

El perro tiene en la cultura celta un triple simbolismo. Representa la caza, la curación y la muerte. El primer aspecto es comprensible, dado que se les utilizaba como animales de presa. El segundo aspecto viene dado de que se considera la saliva del perro como curativa. El último es más discutido, pero los encontramos enterrados en contextos rituales.

El toro es universal en muchas culturas. Los sacrificios de estos animales son los mejor atestiguados de esta época. La tradición irlandesa habla del Toro Marrón del Ulster que era razonable y sabio como un ser humano.

Hay otros animales que también tienen un claro significado religioso.

La serpiente por ejemplo tiene un claro simbolismo infernal, que también esta presente en muchas culturas dado la relación de estas con la tierra. Simboliza también la regeneración y el renacimiento por su cambio de piel. Los dioses relacionados con la sanación suelen aparecer con esta.

El ciervo es uno de los animales más importantes, es la imagen de la fertilidad, del bosque, la velocidad, y en general del prestigio. No en vano Cernunnos, uno de los dioses más importante, aparece representado con su cornamenta.

El jabalí es el animal más representado entre los celtas. Este mismo y el cerdo son muy importantes para su economía. Encontramos dibujos de los mismos en los cascos y las trompetas de guerra.

El oso es la imagen con la que se representa a la diosa cazadora Artio. Se le representa especialmente en diversos amuletos.

También son importantes las aves. Los cuervos están directamente relacionados con la diosa Morrigan, quien recorría el cielo sobre los campos de batalla transformada en corneja. La paloma a su vez está directamente relacionada con otros dioses, especialmente con los que tienen dotes sanativas.

También aparecen animales acuáticos como por ejemplo los delfines, un animal asociado al culto de las divinidades marinas. El más importante de este gripo es el salmón, a quien se concede una gran inteligencia.




Deidades

Hablar del panteón celta no deja de ser complicado. Las sociedades del Mediterráneo que eran complejas y organizadas nos han dado la impresión de que este panteón contaba con un repertorio grande de dioses aparentemente homogéneo y organizado. La realidad es que los dioses celtas son bastante menos conocidos que los celtas o los romanos.

Como ya hemos visto las representaciones de los dioses celtas suelen resultar muy toscas, lo que nos da la idea de que tenían un cierto desprecio hacia las representaciones plásticas de sus dioses.

Los galos (aunque es también aplicable a los celtas irlandeses) decían descender directamente de los dioses de la muerte. El mismo Julio Cesar dice:

Todos los galos blasonan de ser descendientes de Plutón, lo cual dicen ser la tradición de los druidas. Por esta razón, no miden el tiempo por días, sino por noches; en sus cumpleaños y en los principios de mes y años siempre cuentan de modo que el día siga a la noche. Claro que Plutón es un modo de relacionar al dios celta Dite con el dios romano. En la tradición celta estos dioses de la muerte se denominan Hijos de Mile. Las creencias celtas dicen que los héroes muertos van al país de los muertos, del cual procesen también los hombres vivos. En Irlanda esta región se llama “Tierra de los vivos” “la otra tierra” o “llanura agradable”, y se pensaba que era un lugar situado mas allá del océano que algunos han identificado con la Península Ibérica.

Aportándonos más información sobre los dioses Cesar dice:

El dios que más veneran es Mercurio; este es el que tiene más imágenes; lo consideran inventor de todas las artes, guía de los caminos y viajes, y le atribuyen influencia decisiva en el logro de dinero y en el comercio. Después de este veneran a Apolo, Marte, Júpiter y Minerva. De estos piensan aproximadamente como las demás naciones: que Apolo cura las enfermedade3s, que Minerva inicia a los hombres en sus trabajos y artefactos, que Júpiter gobierna el cielo y que Marte preside la guerra. A este, cuando se resuelven a entrar en batalla, suelen ofrecerle con voto el botín de guerra; cuando triunfan, inmolan los seres vivos apresados reuniendo todo lo demás en un solo lugar. En muchos pueblos pueden verse túmulos erigidos con estos despojos en lugares sangrados, y rara vez sucede que alguno, despreciando la religión, se atreva a ocultar lo que cogió o hurtar lo depositado, y se castiga este delito con la muerte acompañada de tormentos atroces.

Los nombres son desde luego una adaptación romana. Mercurio se refiere claramente a Lug, quien era conocido como el inventor de todas las artes. En la tradición irlandesa es un dios positivo, quien puso en la legendaria colina de Tara sus conocimientos al servicio de los Tuatha Dé Dannan (los segundos dioses o dioses buenos) en su lucha contra los Formoré (los primeros dioses, o dioses de las tinieblas).

De igual modo el resto de dioses forman parte del panteón celta. Cuando Cesar se refiere a Marte se esta refiriendo realmente a Teutates y cuando lo hace de Júpiter se refiere a Taranis (Balar en la tradición irlandesa). Estos dos dioses forman parte de una triada en la que están acompañados además por Esus, a quien también se le hacen sacrificios humanos.

El número tres parece tener cierta importancia en la religión celta. No solo hay una triada masculina de dioses, como la de Teutates, Taranis y Esus, sino también una femenina formada por Rigani, Belisana y Brigit (con sus respectivos nombres en la tradición irlandesa) que son diosas de la poesía, la metalurgia y la medicina.

Igualmente hay dioses que en si mismos tienen una triple “personalidad”, como Morrigan, a quien se representa junto a Babd y Macha, todas ellas diosas representación de la muerte, sobre todo la muerte en batalla, pero también del renacimiento.

Hay también dioses tricéfalos y una gran representación de símbolos considerados mágicos, como podría ser por ejemplo el triskel.




El mundo feérico

Además de los dioses en el mundo celta hay lo que se pueden considerar dioses inferiores. Un mundo formado por hadas, o duendes, seres con cualidades mágicas pero no con tantas potestades como los dioses propiamente dichos.

La explicación para la aparición de estos seres es que tras ser derrotados los Daoine Side o los Tuatha de Danann fueron a vivir bajo las colinas, transformándose en hadas.

En palabras de Katharine Briggs:

Los Daoine Sidhe son el pueblo mágico de Irlanda. Aunque antiguamente eran altos y hermosos- casi como dioses-, con el correr del tiempo fueron disminuyendo gradualmente de tamaño hasta convertirse en “la buena gente”. Sus casas son subterráneas y submarinas, es decir, están bajo verdes colinas o en las profundidades de los lagos o del mar.

Las hadas fueron llamadas en efecto “buena gente” o “buenos vecinos” pues era creencia que daba mal fario llamarlos por su nombre original. De esta creencia derivan también un número notable de cuidados que se tienen que dar a las mismas.

Las hadas o los seres feéricos tienen unas características muy marcadas y que en ocasiones pueden resultar extrañas. Son muy celosas de su intimidad, por lo que suelen vivir en lugares apartados del resto del mundo. Además debías darle un buen trato si querías obtener su favor.

Aparte de esto se creía que tenían un comportamiento muy similar al de los humanos llegando incluso a celebrar fiestas y hasta funerales.

La reina de las hadas, siguiendo la tradición, era Mab. Era también un personaje ligado al sueño como forma de actuación hacia los humanos. Tenía una segunda faceta, la de Maeve, que de carácter más sosegado. Tras ella tenía una gran corte.

Pero las hadas no eran los únicos seres feéricos que recoge la mitología irlandesa. Aparecen otro como los gnomos, o los puck, que se conservan incluso hasta la tradición irlandesa actual. Por ejemplo, un motivo folklórico dice:

Este Puck no parece más que un tonto soñador,
Anda como un muchachito andrajoso
Y de pronto salta detrás de un arbusto
Con el propósito de engañarnos.
Y, guiándonos, nos extravía,
Largas noches de invierno fuera del camino,
Y cuando nos quedamos entre lodo y barro,
Hoh, con una carcajada nos abandona.

Además, los animales considerados sagrados de los que hablamos anteriormente eran también objeto de especiales cuidados por parte de estos seres. También había algunos árboles a los que dedicaban sus cuidados, considerados especiales por los druidas.




El hombre y la relación con la divinidad

Los celtas creían que el alma era imperecedera y que esta era una de las enseñanzas de los druidas, lo cual explicaba en gran parte el valor de estos guerreros. Esto nos lleva a pensar quizás en una teoría de transmigración de las almas, o metempsicosis.

Al parecer el alma humana, según la doctrina de los druidas, es indestructible, por lo que tras la muerte no viaja a otro mundo. La muerte, por así decirlo, aparecería en medio de una larga existencia como un punto y seguido, sin que esta pudiera cambiar o transformar nada de la vida individual.

Esta creencia debió estar presente en todas las estirpes celtas y pervivió prácticamente hasta la aparición del cristianismo. En Irlanda podemos verlo en la historia del héroe Tuan Mac Cairril, que fue testigo a través de las transmigraciones de su alma de prácticamente toda la historia celta en su país.

Así el miedo a la muerte parece desterrado de las creencias celtas.

Otras fuentes nos hablan de cómo el cadáver de los guerreros era abandonado para ser devorado por las aves carroñeras como los buitres o los cuervos, que eran considerados sagrados, para que tras comer su cuerpo transportaran el alma a los cielos.


La organización del culto

La agrupación sacerdotal de los druidas:

El culto a los dioses está en manos de los sacerdotes que recién el nombre de druidas, los cuales constituyen una cofradía para el culto, pero no llegan a ser una casta sacerdotal cerrada.

Nuestro conocimiento de ellos es bueno a través de las palabras de Cesar:

Los druidas atienden al culto divino, ofician los sacrificios públicos y privados, interpretan los misterios de la religión: a ellos acude un gran número de adolescentes para instruirse, y es mucho el respeto que les tienen. Pues ellos sentencian casi todas las controversias públicas y privadas y, si se comete algún delito, si concurre alguna muerte, si hay algún pleito sobre herencias o linderos, ellos son los que deciden; ellos determinan los premios y los castigos: si alguna persona, particular o publica, no se atiene a su fallo, la ponen en entredicho. Este castigo es para ellos el más grave. Los así puestos en entredicho son considerados como impíos y criminales, todos se apartan de su camino y rehúyen su encuentro y conversación por temor a contaminarse;: si se les hace justicia aunque la pidan, ni se los hace participes de honor alguno. Al frente de todos estos druidas hay uno, que tiene entre ellos la autoridad suprema. Muerto este, o bien le sucede otro que aventaje a los demás en prestigio o, si hay varios iguales, se hace la elección por votación de los druidas; en ocasiones, llegan a disputarse la primacía con las armas. En cierta época del año, se reúnen los druidas en un lugar sagrado del país los carnutes, considero como el centro de toda la Galia. Aquí concurren de todas partes los que tienen pleitos, y se atienen a sus decretos y sentencias. Se cree que su doctrina tuvo origen en Bretaña y que de allí paso a la Galia, y, todavía ahora, los que quieren conocerla más a fondo suelen ir allí para aprenderla.

Este texto nos muestra la posición de los druidas en la sociedad. Se les consideraba guardianes de la tradición, intérpretes de las cuestiones sagradas, inspirados adivinos y eficaces consejeros en materia religiosa, política y jurídica.

Tenían una serie de privilegios, y asumían la responsabilidad de educar a los jóvenes. Así se dice que no suelen tomar parte en la guerra ni pagan tributos como el resto. También sabían de ciencias como la astronomía o la curación.

Estrabon por otro lado nos habla de los tres grupos en que se dividían los druidas:

En términos generales, se pueden decir que para todos ellos hay tres grupos que hozan de especial distinción: los bardos, los vates y los druidas. Los bardos son poetas cantores. Los vates tienen funciones sagradas y estudian la naturaleza. Los druidas se dedican también al estudio de la naturaleza, pero añaden el de la filosofía moral y son considerados los mas justos, por lo cual se les confían los conflictos privados y públicos, incluso el arbitraje en caso de guerra, y han llegado a detener a los que se estaban alineando ya para el combate.

Les incumben especialmente las causas criminales, y piensan que cuando proliferan estas es signo de abundancia para la región. Afirman también, tanto ellos como otros, que las almas son indestructibles, como indestructible es el universo.

También se deberían tratar las ceremonias de los druidas, en las cuales se habla de los sacrificios, tanto de humanos como de animales. También del especial calendario que organizaron los mismos.

Los celtas constituían una cultura mixta: al conquistar otros pueblos yuxtaponían sus propias creencias a las locales. La vastedad territorial que ocuparon, además, comporta una similar amplitud de deidades.





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