viernes, 21 de diciembre de 2012

Friedrich Wilhelm Nietzsche: "Dias de Nietzsche em Turim"





Nietzsche poseía una de las mentes filosóficas que más ha maravillado a los estudiosos del pensamiento. Su vida, apenas equiparable con su forma de hacer lectura de la existencia permeada por el arte, la sublimación de los intereses mundanos y una obcecación por reconstruir desde el futuro al hombre del presente, son características de este ser enmascarado de Dionisio, del crucificado y del Anticristo. Todos ellos como el prólogo de aquel que advierte la llegada del Übermensch, Zaratustra.

Nietzsche inauguró una faceta del filósofo no fue aceptada en su contemporaneidad y que, como toda gran obra, superó –en términos histórico-filosóficos- a todos aquellos que  no menguaron en críticas hacia el cambio paradigmático promovido por Nietzsche con respecto a los estilos de expresión que buscan la fama e ignoran la genuinidad que el pensamiento construido individualmente requiere para dar cuenta de la existencia del ser.

Dias de Nietzsche Em Turin es un rodaje que haciendo uso integro de fragmentos que Friedrich Wilhelm Nietzsche realizó en su estancia en la ciudad italiana de Turín, se documenta el pensamiento y últimos días de este filósofo que llevó la sublevación moral a sus últimas consecuencias, enloquecer como producto de la búsqueda de la esencia última de la verdad; tal y como él lo escribió 30 años antes en una carta a su hermana: Si quieres la felicidad, con la fe bastará; pero si lo que se quiere es ser un esclavo de la verdad, búscala.

Lo ocurrido con el estado psicológico de Nietzsche como producto de ese escudriño ha escapado a todo intento de clasificación que han intentado los expertos en psiquiatría y medicina.

No resulta una exageración sostener que la vida de este autor fue similar a una obra trágica griega, el dramatismo que siempre lo acompañó, los destellos de belleza mezclados con el carácter vitalista llevaría al desnudó del artista teórico para deponer el emblema de este creador de obras sublimes como un ser racional que vive en su arte y no hacer de su vida el arte en sí mismo, carácter último de la existencia de Nietzsche. A su vez, los aportes que al naturalismo tan admirado por él, lo que llamaba “La Bestia Darwiniana”, serían la filosofía necesaria para con respecto a una metateoría del darwinismo social tan necesaria para no sufrir el menoscabo vulgar del creacionismo divino.

El tiempo histórico de Nietzsche conmemora el momento en el cual los filósofos vivían su filosofía en carne a pesar de sus consecuencias; Karl Marx, a pesar de las diferencias abismales que existen entre él y el pensador tratado, perteneció a esta especie de filósofos. Marx desde el discurso racional económico habló de la irracionalidad como principal elemento destructor de una sociedad caracterizada que puede alcanzar la justicia; pero, para Nietzsche, esta justicia solo será otorgada hacia aquellos que hagan de la voluntad de poder su fin último, la sobrevivencia del más fuerte no está en la fuerza física, ni en las masas, ni en la sociedad en su conjunto, sino en la inventiva del intelecto humano individual (el sujeto no sujetado a los parámetros morales caducos), carácter, este último, de la diferenciación del hombre con respecto a su elemento bestial.

Días de Nietzsche Em Turin es un documento impresionante, contiene una ambientación, manejo de cámara, iluminación, música, actuación, sonido y armado del factor subjetivo que deleita de forma envidiable a aquellos que gustamos de examinar el día a día psicológico de aquellos que sobrepasan al aburrido humano corriente. A su vez, muchos estarán de acuerdo con que un alto presupuesto monetario ha echado a perder lo que pudieron ser excelentes películas, el sobreuso de efectos especiales para impactar al admirador visual alejan al cinéfilo de aquel factor psíquico/místico  que tanta falta le hace a las obras fílmicas del mayor destructor del cine: Hollywood. Por fortuna y quizás a ello, se justifica  el concepto del film muy a tono con lo que se sabe de la vida de este filósofo. Una vida que genera un aturdimiento adónico como sí de una puesta escénica clásica se tratase por su ritmo, velocidad, simetría y sencillez que conlleva al hábitat metafísico del mensaje que hacia la humanidad guarda todo personaje promotor de mitos.



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