lunes, 15 de agosto de 2011

Juan Ramón Jiménez: "Soy animal de fondo"





Introducción

En el verano de 1948, el poeta andaluz Juan Ramón Jiménez, con 67 años de edad y durante un viaje por barco de Argentina a los Estados Unidos de América, donde radica desde 1936 a causa de la Guerra Civil española, goza una experiencia mística que lo llevará a definirse como "animal de fondo". El reencuentro con la perdida cotidianidad del idioma materno, aunado a la travesía por mar, uno de sus símbolos más queridos, provocaron en él, quizá, esa vivencia por tanto tiempo anhelada.

El poeta escribe e inmortaliza ese momento de éxtasis en una serie de 29 poemas que en esencia cantan a lo mismo: a un estado de gracia alcanzado.

En 1949, las poesías son reunidas en un libro publicado en la ciudad de Buenos Aires por la editorial Pleamar. El poema que figura en el último lugar de la serie lleva por título "Soy animal de fondo", casi tomado al pie para nombrar el libro: Animal de fondo. También, durante ese año, aparece la Tercera Antolojíade la obra de Juan Ramón Jiménez, donde el mismo libro antes mencionado ahora se presenta como Dios deseado y deseante, conteniendo dos partes: la primera, "Animal de fondo" y la segunda, "Dios deseado y deseante", conformada ésta por siete poemas, donde el tono y carácter sufren una modificación que los hace hablar con añoranza de aquel estado del alma en algún instante logrado.

Animal de fondo es un libro místico donde el autor, después de un afanoso recorrido al interior de su segunda etapa poética accede -afirma el crítico Antonio Sánchez-Barbudo- a la culminación de "su tema central: la aspiración a la eternidad" (1).

"Soy animal de fondo" es un poema que refleja la honda religiosidad de Juan Ramón Jiménez. Una religiosidad distinta a la ortodoxa, aquélla que a sus ojos se juzga como un lejano consuelo de nuestras carencias. La de Juan Ramón es diferente, nace de un ideal religioso personal que debe ser coherente con la real vocación de cada persona: "un concepto más humano -señala el poeta español-, y también más divino, ya que cumpliendo nuestra vocación adquirimos conciencia de Dios en la verdad y en la belleza."(2). Él, entonces, como poeta, ejerce su premisa sobre la religiosidad desde, para y hacia la poesía.


SOY ANIMAL DE FONDO

Juan Ramón Jiménez

"En el fondo de aire" (dije) "estoy",(dije) "
soy animal de fondo de aire" (sobre tierra),
ahora sobre mar; pasado, como el aire, por un sol
que es carbón allá arriba, mi fuera, y me ilumina
con su carbón el ámbito segundo destinado.


Pero tú, dios, también estás en este fondo
y a esta luz ves, venida de otro astro;
tú estás y eres
lo grande y lo pequeño que yo soy,
en una proporción que es ésta mía,
infinita hacia un fondoque es el pozo sagrado de mí mismo.


Y en este pozo estabas antes tú
con la flor, con la golondrina, el toro
y el agua; con la aurora
en un llegar carmín de vida renovada;
con el poniente, en un huir de oro de gloria.
En este pozo diario estabas tú conmigo,
conmigo niño, jóven, mayor, y yo me ahogaba
sin saberte, me ahogaba sin pensar en ti.
Este pozo que era, sólo y nada más ni menos,
que el centro de la tierra y de su vida.


Y tú eras en el pozo májico el destino
de todos los destinos de la sensualidad hermosa
que sabe que el gozar en plenitud
de conciencia amadora,
es la virtud mayor que nos trasciende


Lo eras para hacerme pensar que tú eras tú,
para hacerme sentir que yo era tú,
para hacerme gozar que tú eras yo,
para hacerme gritar que yo era yo
en el fondo de aire en donde estoy,
donde soy animal de fondo de aire
con alas que no vuelan en el aire,
que vuelan en la luz de la conciencia
mayor que todo el sueño
de eternidades e infinitos


que están después, sin más que ahora yo, del aire.


En esa singular religiosidad se asienta el misticismo al que Juan Ramón Jiménez desembocará en la fase última de su poesía. Un misticismo que en esencia se concibe en la identificación de su conciencia (quien percibe), con el objeto percibido (el mundo, lo bello) transfigurado. El mismo Sánchez-Barbudo notifica que el misticismo juanramoniano sostiene una peculiaridad que lo disitingue de otros: hay un apetito del mundo (el dios deseante) hacia el yo del poeta (dios deseado). Ambos dioses, mundo y alma, se comunican, son unidad, mas la conciencia de Juan Ramón Jiménez no se disuelve en la fusión divina, sino que se mantiene conciente.3 Es una suerte de misticismo del espíritu, hacia afuera y de visión unificante. Una especie de misticismo panteísta.

En 1956, con veinte años de destierro y una obra poética de primer orden, Juan Ramón Jiménez es galardonado con el Premio Nobel de Literatura, lo que también significó un reconocimiento y un homenaje a la España en el exilio.


Análisis

El poema "Soy animal de fondo" es parte de un todo poético. Incluso, para el profesor y ensayista Ramón Xirau, el conjunto de 36 poemas del libro Dios deseado y deseante conforman un solo y largo poema. Como tal, como parte de un solo universo, el poema contiene las mismas características que muestran todos estos poemas: escritura en verso libre, en diversas medidas con predominio en siete y 11, rimas asonantes y versos pareados.

En sí, "Soy animal de fondo" es un poema símbolo construido por una variedad de símbolos. Desde sus inicios, Juan Ramón Jiménez adhirió a la corriente poética conocida como Simbolismo, y para explicar lo que ello significa él partía de una diferenciación con el Parnasianismo, al que definía como la precisión bella de lo objetivo. De manera similar, el simbolismo busca la bella precisión, pero ahora de lo subjetivo. Es decir, la difícil y paradójica tarea de precisar lo impreciso, y para Juan Ramón, la única manera de precisar en una bella imagen lo impreciso, es el proceder por medio de símbolos, relaciones o correspondencias entre las cosas. Correspondencias entre lo subjetivo y lo objetivo, entre lo invisible y lo visible, entre la vida interior y la exterior. Así, para el crítico Ceferino Santos-Escudero, el tema central del último Juan Ramón Jiménez es el estableciemiento de una correspondencia entre lo natural y humano con lo divino (4).

Para el poeta, los antecedentes del simbolismo se encuentran en la misma España, en su poesía arábigo- andaluza, en sus sencillos y enormes poetas con fondus animae, San Juan de la Cruz y Fray Luis de León "que procedían por símiles, por alrededores, por aproximaciones"; en el romántico Bécquer, hasta llegar, incluso, hasta los hermanos Manuel y Antonio Machado y Miguel de Unamuno, a quienes cataloga de simbolistas precoces en el horizonte literario hispano de inicios de siglo.

Para acercarme al entendimiento de lo que un símbolo es, tomo la definición del francés Paul Ricoeur: "Llamo símbolo a toda estructura de significación en la que el sentido directo, primario y literal designa, por añadidura, otro sentido indirecto, secundario y figurado, que no se puede captar sino a través del primero" (5). Santos-Escudero, después de interrogar textos de connotados representantes de la filosofía, la religión, el psicoanálisis y el arte, llega a la conclusión de que existe una coincidencia en cómo se interpreta el símbolo en estas disciplinas. Éste, en sí mismo, guarda una doble significación posible que no induce hacia al equívoco, sino que aporta un creciente sentido conducente "al descubrimiento de capas más profundas de la realidad, ya sea ésta religiosa o subconsciente, artística, metafísica o moral" (6).

En la primera etapa de la poesía de Juan Ramón Jiménez, los símbolos funcionan para manifestar su interioridad elegante y melancólica, son símbolos líricos y estéticos; en su poesía última, los utiliza como vehículo para manifestar una conciencia total y divina, un dios dentro y fuera de él; son símbolos místicos.

En el libro Dios deseado y deseante, aparecen 25 símbolos principales, mediante los cuales Juan Ramón Jiménez nos aproxima a su dios. Proceden de elementos cósmicos o de la naturaleza, de seres animados, de características humanas, o bien, son artificiales. De los 25, diez se entretejen en el poema "Soy animal de fondo", y son: el ave, los elementos primordiales, el mar, el sol y la luz, el pozo, la flor, los puntos cardinales, los colores, el niño y, por último, el centro.

Con la idea de establecer condiciones que permitan una interpretación más rica del poema, a continuación expongo lo que estos símbolos representan a lo largo de las tres etapas poéticas de Juan Ramón Jiménez (7), presentados de acuerdo con la ordenación que guardan al interior del poema tratado.

Ave

Un símbolo polivalente en Juan Ramón que se identifica con todo lo bello. En la primera etapa significa alegría, remedio de tristezas, salvación por el canto y asociación canto-poema. En la segunda, el ave simboliza el trino en la breve primavera, en la rosa, en el arroyo, en el amor. Es identificación del alma del poeta con alas en vuelo, aunque también existe el ave nocturna de pensamientos deprimentes y el aguilucho de la muerte. En la tercera etapa, el ave remite al fondo de aire para el vuelo interior y exterior del poeta. Es la conciencia en el aire sutil y misterioso, a la vez, adentro y afuera del hombre. Es ascensión de dios dentro del poeta y ascensión del poeta hacia afuera, en dios.

Los elementos primordiales

En su primera época, el poeta andaluz estimaba un papel preponderante de los cuatro elementos fundamentales del cosmos, pero con ciertas limitaciones. En la segunda, considera la posibilidad de transformarse y revivir, como lo hacen los elementos desde su sustancia elemental eterna y fusiona su yo con el mundo de los elementos. En su tercera época, el dios juanramoniano se devela a través de los elementos primordiales que quedan unidos mediante el amor.

Mar

En la primera etapa, representa plenitud, fortaleza y eternidad. El poeta anhela aprender del mar una lección metafísica. En la segunda, el mar es el camino del alma. Todo viaje por mar es un viaje espiritual. El mar tiene fondo y representa la patria única y universal para el Juan Ramón desterrado. En la tercera, el mar es un todo único. Unión del yo del poeta que desea a dios, y de dios que desea al yo del poeta en una asociación lírico-panteísta.

Es otro símbolo juanramoniano con varias significaciones. El mar es centro de su vida: en 1881 nace en el pueblo Moguer, junto al mar; en 1916 viaja por barco a los Estados Unidos de América para contraer matrimonio; durante 1936, el gobierno de la República Española lo designa asesor cultural en la embajada de ese mismo país americano, al cual se desplaza, otra vez, por barco; en 1948 reencuentra el idioma castellano y el mar en un viaje hacia la Argentina; y en 1958 fallece en la caribeña isla de Puerto Rico. Asimismo, también es centro de su poesía: considera su poesía un mar de belleza, íntimamente se identifica con el mar y lo asocia a sus renovaciones poéticas. El mar simboliza la poesía abierta y permanencia en el cambio.

Sol y luz

El sol es una referencia universal a lo divino. Se asocia al fuego, a la llama y a la luz. Es un símbolo religioso y arquetípico de la humanidad.

Durante la primera etapa, el sol simboliza la serenidad del alma y la lírica del poeta. En la segunda, el sol aparece como lucidez del intelecto o pensamiento iluminado. En la tercera, el sol aparece como dios: realidad interna y externa del poeta, conciencia iluminada, gozo de éxtasis y revelación.

Pozo

Simboliza un proceso de profundización, mas sin embargo es un proceso paradójico: a mayor descenso corresponde mayor ascenso; a más oscuridad, más iluminación; a mayor entierro, más aire; a mayor interioridad, más exterioridad.

En la segunda etapa, el pozo es un laberinto quieto y mágico, es el interior encantado del poeta. En la tercera, el pozo es el centro del mundo y lo divino. Es la interioridad mágico-paradójica de Juan Ramón.

Flor

La flor es un símbolo dentro del mundo de lo vegetal, en el que Juan Ramón encuentra indicadores de su particular concepto de la divinidad. Es un símbolo polisémico, ya que significa: el misterio del universo y de la vida, la mujer como flor ambigua, la conciencia del poeta que florece, la eternidad, la perfección, la belleza y el amor.

En la primera fase se muestra como una representación del carácter efímero y pasajero de la vida. En su segunda época, la flor fue símbolo del amor, que se abre al sol y pasa a ser significación de lo esencial y perdurable. En la tercera, la flor del amor y eterna, cobra una densidad metafísica para exaltar el encuentro místico del hombre con su dios.

Puntos cardinales

En la primera parte de su obra, el poeta se ubica entre los puntos cardinales que cercan su alma para expresar su desorientación y extravío. Añade a un mundo exterior amplio y monótono, su monotonía interna. En la segunda, muestra una visión más integrada de los puntos cardinales, que relacionados con el centro, dejan de ser puntos cardinales de horizontes sin rumbo para convertirse en puntos de orientación y de renacimiento. En el último Juan Ramón, los puntos cardinales se asocian con lo divino en cuanto que conforman una totalidad del dios deseado y el yo del poeta, que, con una conciencia abarcadora, obtiene las cualidades de esos mismos puntos cósmicos.

Colores

Desde siempre, en la poesía de Juan Ramón Jiménez, lo interno y externo del poeta se pintan de colores reales o simbólicos. En su tercera época, el dios juanramoniano es quinta esencia de colores y síntesis de tonalidades y bellos matices, donde los colores divinos también pertenecen a la belleza y al poeta lírico, identificación trina que termina formando una trinidad poética, propia de un misticismo panteísta y unificador.

Niño

En sus comienzos hay una identificación con el niñodios cristiano e inicia una búsqueda de identificación progresiva del niño poeta hacia lo divino. El niño para Juan Ramón Jiménez representa el símbolo de lo eterno: "El mejor símbolo de la eternidad es el 'presente' del niño." Después, el poeta es un niño grande que se figura a sí mismo como un soñador de la divinidad. Al final, Juan Ramón es, otra vez como en su infancia, un niñodios, pero ahora figurado como un niño último.

Centro

El centro es el lugar sagrado donde se manifiesta la divinidad. Donde estos sitios se proclaman como tales, se convierten en microcosmos, en corazón del universo. Son, también, imágenes arquetípicas, eje del mundo.

En su segunda etapa, el poeta comienza a convertirse en centro de todo. La mujer amada se considera como centro del mundo y también el centro figura como un nido. En la tercera, es símbolo de la conciencia del poeta, centro de su ser, centro de la vida del dios juanramoniano. El yo, dios y el centro cósmico se fusionan en el misticismo lírico de Juan Ramón Jiménez.

Sobre la poesía última de Juan Ramón, el poeta y ensayista Octavio Paz afirma: "Son composiciones no demasiado breves, traspasadas por un arrebato de naturalismo religioso: el mundo, transfigurado pero real, aparece, al fin, convertido en presencia trasparente por la perfecta fusión de la palabra, la emoción y el pensamiento" (8).


Interpretación

En el poema "Soy animal de fondo", Juan Ramón Jiménez expresa fundamentalmente dos vivencias: una, su particular experiencia de estado de éxtasis en un instante alcanzado, que para él significa la fusión de su conciencia personal con una conciencia final; y dos, la significación de ese momento, además, como un hallazgo, un encuentro larga e intensamente anhelado por mucho tiempo. Es el cumplimiento bello, poético y trasparente de una ansiada búsqueda.

Así, considero que el poema se mueve básicamente en el tiempo presente, pero a la vez, retoma ideas e imágenes del pasado que se consolidan en ese precioso instante, porque el pasado deviene en un futuro. Por ello no causa extrañeza que los primeros versos del poema inicial ("La trasparencia, Dios, la trasparencia") del libro Dios deseado y deseante, de igual forma que los últimos del poema último ("Estás cayendo siempre hasta mi imán") se fragüen en ideas similares: "Dios del venir..." (9) y "... caminante y camino a fuerza de pasado, a fuerza de presente, a fuerza de futuro" (10). Entre estos poemas se "alijera" el llamado "Soy animal de fondo", también poema de la plena totalidad.

En el párrafo anterior se mencionó la palabra "forma", cara a Juan Ramón Jiménez. Al respecto, Ramón Xirau hace notar que para entender al poeta andaluz es de primordial importancia atender a una idea que éste expresó en 1903: "En literatura, además de la esencia de las cosas ¾de lo que suele llamarse fondo¾ y además de la forma, hay una esencia, un fondo de esa misma forma, que es, a mi modo de ver, uno de los más interesantes encantos de la estética" (11) "Soy animal de fondo" también se inscribe en esa búsqueda personal y poética al interior de la obra juanramoniana.

"Soy animal de fondo" es el título elegido por el autor, y en él encontramos una afirmación de su condición humana y poética. Sin embargo, es una afirmación que se nos presenta de manera ambigua, como se lee posteriormente en los dos versos iniciales de la primera estrofa. En ellos, el poeta sostiene dos declaraciones que amplían la pronunciada en el título:

"En fondo de aire" (dije) "estoy"(dije) "soy animal de fondo de aire" (sobre tierra),ahora sobre mar; pasado, como el aire, por un sol que es carbón allá arriba, mi fuera, y me ilumina con su carbón el ámbito segundo destinado (12).

El fondo de aire significa el elemento en el que el poeta está inmerso, como se observa en otros poemas del mismo libro:

"Todas las nubes...ellas son para míla afirmación alzada de este hondo

fondo de aire en que yo vivo;"... (13)

Pero también es un hálito fundamental que lo dota de existencia, porque a sí mismo se dice, convencido, que eso es. El aire es lo externo y, a la vez, es lo interno. Es una especie de útero universal concebido desde la propia conciencia del poeta o su ánima personal. Esta conjunción de aires, el de fuera y el de dentro, significan la trasparencia. Trasparencia porque el poeta, mecido en un devenir marino es "pasado, como el aire, por un sol" que ilumina ambos y todos los ámbitos.

El mar es también fondo, fondo de agua, fondo de conciencia, como afirma en otro poema de la serie:

"Conciencia de hondo azul del día, hoy concentración de transparencia azul...Mañana de verdad en fondo de aire (cielo del agua fondo

de otro vivir aún en inmanencia)"...(14)

Conciencia que se irá revelando en un ir y venir del oleaje del poema, tiempo sucesivo de sucesiones, característica ésta, señalada en otros poemas del mismo libro:

"Va y ven, el movimiento de lo eterno que vuelve, en ello mismo

y en uno mismo"... (15)

El poema comienza en un presente donde la conciencia del poeta reflexiona y se descubre. En la segunda estrofa, sigue manteniendo dicha tónica y encuentra nuevas evidencias intuidas. El poeta se sabe en una soledad acompañada porque recibe la evidencia de que dios también habita en ese fondo, y al igual que sucede con el poeta en la estrofa primera, en la que dice "estoy" y "soy", dios también está y es. A partir del primer verso de esta segunda estrofa, todo el poema toma el giro de un diálogo-monólogo del poeta con su dios. De ahora en adelante, el poema trascurre en esa dirección, el de una confesión interna y profunda del poeta ante su propio yo y su divinidad.

Pero es un dios que se manifiesta por la trasparencia y que es, como se observa en el primer poema del libro:

"...esencia, eres conciencia...con forma suma de concienciaque la esencia es lo sumo,es la forma suprema conseguible, y tu esencia está en mí, como mi forma" (16).

Así, ese dios que es "lo grande y lo pequeño que yo soy" y que reside en el "pozo sagrado de mí mismo" es, a un mismo tiempo, esencia, conciencia y forma.

Mas para Juan Ramón era una esencia que se escabullía, que no podía ser aprehendida, hasta que la experiencia mística le revela que siempre había estado ahí, como hace constatar en la tercera estrofa:

"Y en este pozo estabas antes túcon la flor, con la golondrina, el toro

y el agua;"...

Es decir, en la patente belleza de lo cotidiano, de la que el sol también es personaje de la plenitud, como centro de "los cuatro puntos inmortales" (17), y sus colores:

"...con la aurora en un llegar carmín de vida renovada;

con el poniente, en un huir de oro de gloria."

A la imajen del paso del día le sigue, como reflejo, la imajen del paso del hombre:

"En este pozo diario estabas tú conmigo,
conmigo niño, joven, mayor, y yo me ahogaba

sin saberte, me ahogaba sin pensar en ti."

Y el pozo era el centro, "La fruta de mi flor... dios deseado y deseante... envoltura de mi centro, de ti dentro" (18) el espacio sagrado. "Y lo fundamentalmente sagrado en la poesía de Juan Ramón Jiménez, escribe Xirau, puede reducirse a tres palabras: el Poeta, el Poema, la Obra." (19) Y así se lee en el poema "Río-mar-desierto":

"...por ti mi fondo de animal de aire se hacemás igual; y la imajende mi devenir fiel a la belleza...

la imajen de mi obra en dios final"... (20)

En la cuarta estrofa de "Soy animal de fondo", del pozo mágico aparece la "sensualidad hermosa que sabe que el gozar en plenitud de conciencia amadora, es la mayor virtud que nos trasciende".

...el amor que es la forma total y única del elemento natural, que es elemento del todo, el para siempre;...con la sustancia toda (y con toda la esencia)...

de quien, como yo ahora, todo, en luz, lo sabe (21).

El poema "Soy animal de fondo" describe un devenir de imágenes que se reflejan unas a otras, es un tejido de correspondencias entre las esencias y las formas, un va y ven de estados de conciencia del interior hacia el exterior y viceversa, un juego de símbolos que sólo se explican y esclarecen por medio de otros símbolos. Es una vía mística que navega en fondos que transitan de la iluminación a la unidad absoluta sin disolución de la personalidad, donde el poeta al final, regresando a un presente, es:

... animal de fondo de aire con alas que no vuelan en el aire, que vuelan en la luz de la conciencia mayor que todo el sueñode eternidades e infinitos que están después, sin más que ahora yo, del aire.

Un éstasis revivido por la experiencia estética de la poesía.


Conclusión

El poema "Soy animal de fondo" es, en sí, un símbolo conformado por las analogías e interacciones de un grupo de símbolos. El fondo es aire que es mar que es fondo de agua que es sol que es dios que es fondo que es luz que es conciencia que es pozo que es flor que es aurora que es poniente que es oro niño, joven, mayor que es centro pleno de conciencia amadora que es tú y es yo en fondo de aire con alas que vuelan en la luz de la conciencia mayor. Son una serie de correspondencias poéticas que apuntan a expresar lo inefable de una vivencia mística cuyo significado último es la trasparencia.

El poema, así también, es un símbolo del poeta que es un animal de fondo de aire interno y externo. Es la conciencia de un animal de fondo manifestada en pensamiento, emociones y palabras que desembocan en el fondo de la claridad de la página en blanco, también fondo de aire donde se desarrolla en forma, fondo y fondo de la forma el poema. Poema escrito en la página que fusiona, también, por medio del entramado de símbolos, los espacios de la letra y el papel para lograr trasmitir la sensación de trasparencia del hecho estético.

Los versos difíciles de "Soy animal de fondo", obra de un poeta mayor como lo es Juan Ramón Jiménez, muestran toda la trayectoria de su vocación poética, son puerto último de su mar, que para llegar a comprenderlos con mayor plenitud, exigen el conocimiento de su producción anterior, porque son consecuencia lógica de su conciente evolución y búsqueda: "Y pensé entonces -escribía Juan Ramón-que el camino hacia un dios era el mismo que cualquier camino vocativo, el mío de escritor poético, en este caso; que todo mi avance poético en la poesía era avance hacia dios, porque estaba creando un mundo del cual había de ser el fin un dios" (22).



Notas:

1. Sánchez-Barbudo, Antonio, La segunda época de Juan Ramón Jiménez (1916-1953), Editorial Gredos, Biblioteca Románica Hispánica, Col. VII. "Campo Abierto", núm. 4, Madrid, 196: 2, pág. 15.

2. Íbid., pág. 219. Fragmento tomado de "Quemarnos del todo", quizá el último ensayo escrito por Juan Ramón Jiménez, publicado en julio de 1956 en la revista Centro de Buenos Aires.

3. Íbid., pág. 156.

4. Santos-Escudero, Ceferino, Símbolos y dios en el último Juan Ramón Jiménez, Biblioteca Románica Hispánica, Editorial Gredos, Col. II. "Estudios y Ensayos", núm. 232, Madrid, 1975, págs. 19-20.

5. Ricoeur, Paul, Le Conflit des interprétations, citado por Santos-Escudero, íbid., pág. 34.

6. Ídem.

7. El propio Juan Ramón Jiménez dividía su evolución poética en tres etapas: 1903-1909, 1910-1929 y 1930 hasta sus últimas obras; aunque también él mismo se encargó de modificarlas como consta en declaraciones, notas y escritos. Así, en su Prologuillo autobiográfico establece otras tres fases: 1896-1915, 1915-1936 y 1936-1955. Para Ramón Xirau, la obra del poeta andaluz queda considerada igualmente en tres épocas, pero ubicadas a partir de distintas obras y fechas: la primera de 1902 a 1915; la segunda, de 1917 a 1923; y la tercera, de 1946 a 1949. Antonio Sánchez-Barbudo considera la obra de Juan Ramón en dos épocas: 1900-1915 y 1916-1953; y en los estudios de Santos-Escudero se contemplan tres.

8. Antología de la poesía moderna en lengua española, Laurel, Editorial Trillas, "Linterna Mágica", 2ª edición, 2ª reimpresión, México, 1991, pág. 495.

9. Jiménez, Juan Ramón, Platero y yo * Trescientos poemas (1903-1953), 271 "La trasparencia, Dios, la trasparencia", Editorial Porrúa, S. A., "Sepan cuántos...", núm. 66, decimoctava edición, México, 1995, pág. 183.

10. Íbid., 299 "Estás cayendo siempre hasta mi imán", pág. 202.

11. Xirau, Ramón, Dos poetas y lo sagrado, Editorial Joaquín Mortiz, S.A., "Cuadernos de Joaquín Mortiz", México, 1980, pág. 36.

12. Jiménez, Juan Ramón, op. cit., 294 "Soy animal de fondo", pág. 199.

13. Íbid., 274 "Todas las nubes arden", pág. 186.

14. Íbid., 278 "Conciencia hoy azul", pág. 188.

15. Íbid., 283 "Esa órbita abierta", pág. 191.

16. Íbid., 271 "La trasparencia, Dios, la trasparencia", pág. 183.

17. Íbid., 277 "Al centro rayeante", pág. 187.

18. Íbid., 275 "La fruta de mi flor", pág. 186.

19. Xirau, Ramón, op. cit., pág. 65.

20. Jiménez, Juan Ramón, op. cit., 287 "Río-mar-desierto", pág. 194.

21. Íbid., 273 "En mi tercero mar", pág. 184.

22. Santos-Escudero, Ceferino, op. cit., pág. 446. Cita tomada de las notas de Juan Ramón Jiménez a su libro "Animal de fondo".


Los dejo con el audio poético de Juan Ramón Jiménez...



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