viernes, 22 de junio de 2012

Kiran Desai: "El legado de la pérdida"


Kiran Desai (Nueva Delhi, 3 de septiembre de 1971) es una escritora india que obtuvo en 2006 el “Premio Man Booker” por su novela El legado de la pérdida. Es hija de la también escritora Anita Desai.



En Nueva Delhi vivió hasta los catorce años. Después vivió un año en Inglaterra con su madre, y luego se trasladó a Estados Unidos, donde estudió escritura creativa en Bennington College y en las universidades de Hollins y Columbia.

Ha sido la mujer más joven en obtener el galardón “Man Booker”.



Premios:

Premio Man Booker (2006)

Premio Betty Trask.

Premio National Book Critics Circle



Su primera novela le valió el reconocimiento de Salman Rushdie, quien la definió como "la prueba evidente de que el encuentro de la India con la literatura inglesa continúa dando hijos dotados de abundante talento". Hija de la célebre Anita Desai, esta admiradora de Borges lamenta el horror de que la crítica estadounidense haya inventado un género "post-11 de septiembre" y presenta su más reciente novela.

Con apenas 35 años, Kiran Desai se convirtió en la ganadora más joven del “Booker Prize”, uno de los galardones más prestigiosos de las letras inglesas. Con apenas dos novelas publicadas, Alboroto en el Guayabal (Ed. Salamandra, 1996), y la premiada El legado de la pérdida ya ostenta alguno de los vicios intrínsecos del oficio de escritor.

Hija de la también ganadora del “Booker Prize” Anita Desai, educada en Londres y desde hace tiempo asentada en el centro económico y financiero del globo, su historia nada le envidia a la de los personajes que se suceden en su última novela. Esa tensión entre oriente y occidente, entre el sueño americano y la pobreza marginal se reproduce en sus respuestas y en cada capítulo de El legado de la pérdida.

Desde la primera página, la escritora elige lidiar con un viejo juez indio educado en Cambridge que regresa a su pueblo natal para retirarse y convivir con su nieta. Generaciones y hasta diferentes y propias cosmovisiones los enfrentan. La realidad de un país convulsionado e injusto, la de India, los ata y los supera. En el medio, su cocinero pugna por su suerte y la de su hijo, que se topó con la esperanza de Estados Unidos, y una vez allí, con un escenario diferente al que prometían las películas norteamericanas. Por si fuera poco, hay un marco: el fin del coqueteo trasnochado de una India soviética y el sueño separatista de los nepalíes en Kalimpong.



Entrevista para el Diario “El Clarín”

"Este libro es mucho más que una crítica sobre una clase social hindú. Creo que indaga sobre el rol de India en el mundo y su relación con el mundo occidental. De todas formas, tengo que decir que no podría haber escrito este libro sin haberme ido de India. Me costó irme y entender la forma en la que el mundo funciona: entender que la gente está atrapada. Ahora me siento libre para comprender", se confiesa.

El Clarín -En la novela, de hecho, no aparecen retratos esteriotipados de idiosincrasias particulares, a diferencia del primer libro ¿por qué?

Kiran- Creo que el estereotipo es el deseo que tenemos de encontrar cada nacionalidad en el gran bazar del mundo, de cada país. Buscamos que Italia sea, por ejemplo, una abuela italiana cocinando macarrones. Todos sabemos que esas imágenes se repiten en las películas. Creo que India siempre ha sido vista de un modo muy particular. Todo el mundo está hambriento de la misma historia: los casamientos arreglados, la historia espiritual. Nunca desaparece ese interés y es realmente difícil para un escritor trabajar contra eso que los lectores también desean.

El Clarín- Sin embargo, Desai logra -con creces- evitar los lugares comunes que rodean a su país. No calma tampoco la culpa tardía de los colonizadores, aunque señala que en el medio de ese "viaje" –como insiste en calificar a su experiencia- debió redefinir su propio concepto de nacionalidad.

Kiran- Creo que lo que realmente me interesó no era hablar sobre una tierra ni un país en particular. Es una batalla de una novela que está obsesionada con su nación. Me vi a mí misma en el lugar de tener que escribir en Estados Unidos sobre India, de tener que escribir sobre una tierra que no es mi tierra. Creo que Borges significó mucho para mí en ese sentido.

El Clarín- Es muy llamativo que haya elegido el poema de Borges "Jactancia de Quietud", de Luna de enfrente (1925) para iniciar el relato.

Kiran- Tengo a la poesía de Borges en un podio personal. Este poema en particular, pero toda su poética, cambió mi perspectiva. Me ayudó a entender que no quería escribir exclusivamente desde la perspectiva de la relación de India con el mundo occidental, desde una visión más occidental. Este poema lo pone en evidencia y el personaje que habla bien podría ser un indio.

El Clarín- La historia empieza en 1986, pero es muy actual. La reseña del New York Times la calificó como una de las mejores novelas post 11 de septiembre...

Kiran- (No puede evitar largar una carcajada) Lo cierto es que empecé a escribirla mucho antes del 11 de septiembre y continué a escribiéndola mucho tiempo después. Nunca vi una relación entre ambos episodios. Creo que el libro habla sobre la vergüenza y el odio que tuvo como resultado el 11 de septiembre. Se necesita una visión mucho más amplia para comprender lo que realmente sucedió ese día y no es una pregunta que se estén haciendo en Estados Unidos. La gente está realmente obsesionada con esa fecha y para mí es terrible que hasta hayan ideado el género de novela post 11 de septiembre.

El Clarín- Y si nada tiene que ver con el 11 de septiembre ¿cómo nació el Legado de la pérdida?

Kiran- Estaba escribiendo en múltiples direcciones y una historia me llevó a la otra y ésa a otra. Tenía mil quinientas páginas, estaba muy aislada, escribiendo y realmente tenía que hacer un poco de dinero. Leí todas las páginas para encontrar todas las conexiones que podía ver, así se fue estructurado. Todos los personajes representan algo de este viaje entre oriente y occidente, entre las diferentes clases y en cómo utilizamos nuestra inteligencia emocional e intelectual para tener éxito. Ahora estoy ansiosa por volver a mi escritorio, es un proceso sombrío y no sé exactamente cómo terminará.



El legado de la pérdida –El motivo literario

India 1988. Al norte del país, una antigua y rica casa se cae a pedazos. Dentro malviven un antiguo juez, su nieta y su cocinero; y Canija, una perra que el juez malcría. El juez es un hombre amargado que cambió el racismo que sufrió cuando estudiaba en Inglaterra por su odio a todo lo indio, personificándolo sobre todo en su propia mujer, a la que terminó repudiando. La nieta, huérfana, tiene 17 años y sólo recibe cariño del cocinero que, a su vez, sobrelleva su pobreza pensando que su hijo triunfa en Nueva York, donde, en realidad es explotado en diversos trabajos. El joven profesor nepalí que enseña Física y Química a la nieta, se unirá a la revuelta de los nepalíes y traicionará su amor hacia ella. Un viejo homosexual culto que se oculta en la bebida y su mejor amigo, un sacerdote católico que pone en marcha una explotación lechera al estilo de las de Suiza; junto a las dos ancianas hermanas indias serán los únicos amigos de esta pobre chica huérfana.

Kiran Desai no nos cuenta una historia lineal, va saltando en el tiempo y en el espacio y somos los lectores los que vamos descubriendo las contradicciones de cada uno de ellos y entendemos el porqué de sus acciones; sin necesidad de juicios ni estereotipos.

A esta escritora india le duele el racismo; pero da un paso más que el consabido del inglés blanco al indio moreno (que aparece como un sentimiento en la persona del juez). A saber, el cocinero indio, que trabaja para un indio, se siente inferior al que trabaja para un blanco; los que vuelven de estudiar en Inglaterra de empolvan la cara y desprecian a sus compatriotas que comen con las manos ( como en el caso del juez y su joven esposa); la literatura inglesa es superior a la india ( como cuando el juez menosprecia al joven profesor nepalí porque leyó a Tagore en la escuela o cuando la nieta y sus cuatro ancianos amigos hacen un viaje a la biblioteca de la ciudad para sacar libros de escritores ingleses); los indios ricos dueños de restaurantes en Nueva York hacen dormir a sus trabajadores entre ratas; los indios de origen nepalí no pueden acceder a los mismos puestos que los de origen hindú.

Kiran Desai nos hace ver otros conflictos con dos pinceladas: en vez de darnos una larga explicación de la pobreza en la que viven las hermosas y distinguidas princesas afganas sólo tiene que mencionar el olor a pollo que sale de su casa; y con sólo un comentario de una de las dos hermanas entendemos el negocio que es para los lamas refugiados del Tíbet el dinero que les viene de Hollywood.

Por otra parte el título nos orienta en el tema: todos los personajes esperan o se aferran a algo o a alguien y todos pierden; todos son herederos de la desdicha, ése es su legado y todos saben vivir con él. Pero a pesar de todo, el libro te absorbe con una prosa fluida de gran sensibilidad.

En definitiva, éste es un libro que hay que leer para entender mejor y sin prejuicios cómo es la India actual y porque Kiran Desai es una gran escritora india, lo que es difícil entre la cantidad de escritoras que está dando ese país.



Entrevista para el Diario “El País”

Un juez retirado y huraño, su nieta adolescente y el humilde cocinero que les sirve habitan una casona desvencijada y aislada al pie de la cordillera del Himalaya, en la región india de Kanchenjunga. Corren los años ochenta y el movimiento nacionalista reclama un Estado propio y se nutre de niños soldado que saquean la zona. Al otro lado del mundo, Binja, el hijo del cocinero, sobrevive en los oscuros sótanos de los que se alimenta la ciudad de Nueva York a base de inmigración.

Sumergida en la historia de estos personajes y sus alrededores ha vivido durante ocho años la autora de El legado de la pérdida (Salamandra), Kiran Desai (India, 1971). En las páginas de su novela hay espacio para el amor romántico, para la ironía, para el agrio rencor del inmigrante regresado, para la ropa interior de Marks & Spencer -entendida como incuestionable símbolo anglosajón- o para el recuerdo de aquel idilio pasajero que vivieron la antigua Unión Soviética y la India, con plan espacial incluido.

"Se anuncia un nuevo mundo, pero la pobreza es ancestral y las formas de hacer negocio son las mismas de siempre"

En Brooklyn, en varias casas compartidas, Desai fraguó, desbordó y reencauzó el manuscrito de esta su segunda novela (la primera fueAlboroto en el guayabal). Con ella se convirtió, el año pasado en el Reino Unido, en la ganadora más joven del Premio Man Booker, el mismo galardón al que su madre, la también escritora india Anita Desai, ha estado nominada seis veces. Desde Italia, en la primera etapa del viaje europeo de promoción de su novela, Kiran responde al teléfono con dulce entusiasmo.

PREGUNTA. ¿Qué distintas lecturas siente que ha tenido su novela en los tres países que aparecen en ella, Reino Unido, India y Estados Unidos?

RESPUESTA. En el Reino Unido están acostumbrados a un retrato más dulce de la India, como el que hice en mi primera novela, así que ésta era difícil de publicar allí. Al fin, la lectura que han hecho, tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos, se ha centrado en el tema de la inmigración. Un asunto que presenta el lado más cínico de un país. La rabia que genera la inmigración estalla en todas partes. En la India han entendido el libro desde su propio contexto. Su foco de atención es otro completamente distinto, es el de los que sienten esa rabia.

P. La novela ha generado mucha polémica en la región donde está situada.

R. Voy cada año a la India y tuve que visitar el país cuando escribía esta novela. Si quería hablar del país tenía que ir, pero ya no puedo visitar esa región. Mi tía que vive allí fue acosada. El libro trataba de interpretar una situación farragosa. Intenté mostrar las distintas partes del conflicto.

P. ¿No lo creyeron acertado?

R. Allí lo único que se han preguntado es cómo estaban representados en la novela. Brodsky hablaba de la isla del escritor. La única manera que uno tiene de luchar es individualmente. Pienso que la ficción es una representación singular. El personaje de Gyan es sólo Gyan, no un estereotipo. Éste es el lado humano de la ficción.

P. El nacionalismo parece ser en la novela refugio de frustraciones personales.

R. La gente se siente atacada y entonces estrechan su sentido de identidad. En los Estados hay una lealtad disminuida, una identidad más confusa, que no responde al deseo desesperado de tener una identidad nacional. Esto es en parte de lo que se alimenta el fundamentalismo hindú. Es algo aterrador.

P. El resentimiento, o la rabia, que antes mencionaba parece ser un elemento común entre los personajes que emigraron.

R. Es que todo el mundo siente rabia y cierta vergüenza. Cuando emigras necesitas definirte, explicarte exactamente quién eres, qué significa tu país fuera del contexto.

P. Usted ha vivido fuera de la India desde los 14 años. ¿Aún le ocurre?

R. La rabia sigue. Que yo viniera ahora a Italia ha supuesto un esfuerzo inmenso, porque necesitaba un visado. Los trámites han sido complicados e infinitos. Esto me enfada y me deprime. Es una pesadilla. Exiliados y extranjeros, ¿qué significa? Incluso en la India el problema se reproduce con la llegada de gente de Bangladesh que pasa por lo mismo que los inmigrantes de todo el mundo.

P. Uno de los personajes habla de "neurosis colonial" y se pregunta por qué no escribe del lugar en el que vive ahora. ¿No pensó en situar toda la novela en Estados Unidos?

R. No escribo sobre el presente porque no podría sostener la trama. Para hablar de vergüenza y rabia necesitaba volver atrás varias generaciones. V. S. Naipaul sólo en uno de sus libros trata sobre su vida en el Reino Unido, el país donde lleva viviendo casi toda la vida.

P. Sitúa la novela en 1986, pero la historia abarca mucho más.

R. Hablo sobre la era poscolonial de los ochenta. Se anuncia un nuevo mundo, pero la pobreza es ancestral y las formas de hacer negocio son las mismas de siempre. Mi argumento puede ser trasladado atrás en el tiempo o llevado al futuro. Me arrepiento de no haberme sumergido más en el presente. Me quedé en el medio, pero la historia puede estirarse en ambas direcciones.

P. ¿Pensó en hacerlo?

R. La historia forzó la estructura y el arco temporal. Hubo un punto en el que tuve que decidir entre repartir la novela en varios libros o moverme atrás y adelante. El esquema histórico une diferentes tiempos y lugares. Fue bastante complicado. Corté y edité mucho. A lo mejor era necesario que rebasara el límite y luego acortase.

P. Asistió a un curso de escritura creativa durante dos años. ¿Qué aprendió?

R. Las clases te ayudan a ganar confianza, pero lo que te enseñan al final no debe servirte. Cuando estás allí tiendes a escribir buscando la aprobación del grupo y pierdes individualidad. Aprendes a hacer piezas muy pulidas sin originalidad ni sentimiento de extrañeza. Hubo un tiempo en que se celebraba ese tipo de extrañeza en la escritura, el tiempo de Flannery O'Connor.

P. A menudo enfatiza el hecho de no frecuentar círculos literarios, pero creció con ello en casa.

R. Sí, no he tenido que buscarlo fuera. No tenía que enseñárselo a otros autores porque tenía a mi madre.

P. ¿Le preocupa que la comparen con ella?

R. No, en absoluto. Probablemente, gracias a la extraordinaria relación que tengo con ella. Le dediqué el libro por lo mucho que le debo. Me siento cercana a su forma de trabajar, consciente de la falta de sentimentalismo que tiene su obra y de su territorio emocional. Hablas a Occidente y a Oriente. Sufres por los dos, estás en ambos lados del tablero. Estos temas aparecen todo el tiempo en nuestras lecturas y conversaciones.

P. Se fueron juntas de la India. ¿Cómo fue su primer viaje al Reino Unido?

R. Ella buscaba alguna práctica docente que le permitiera seguir escribiendo. Yo era la pequeña, así que me fui con ella. Mis hermanos se quedaron con mi padre. Juntas descubrimos lo que significa convertirse en individuo, encontrar la privacidad y el espacio personal. Con el paso del tiempo llegas a comprender lo que has dejado atrás, pero pierdes cierto sentido de inconsciencia, la habilidad para contar pequeñas experiencias.

P. ¿Qué piensa ella del Premio Man Booker?

R. Está muy contenta de que lo haya ganado. Ha visto cómo he pasado estos ocho años escribiendo, inmersa en un proceso del que no sabes qué va a salir. Está encantada porque sabe que ahora mi vida será más fácil.

P. Ha pasado ocho años inmersa en esta novela. ¿Cómo se siente ahora que se ha despegado?

R. ¡Llevo casi dos hablando sobre ella! Es una auténtica locura. Intento empezar una historia nueva. Pero esta novela me ha cambiado. El trabajo te cambia. Te define la misma historia que eliges contar. Hablar del libro te descubre lados desconocidos. Empiezas a ver todo desde fuera.



Fuentes:

http://edant.revistaenie.clarin.com/notas/2008/07/24/01722161.html

http://elpais.com/diario/2007/09/15/babelia/1189813150_850215.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.